En un post anterior
titulado El jardín emocional, un jardín que deja huella, os conté que mi jardín favorito es el patio que mi abuela
tenía en su casa de Morón de la Frontera. Fue en este post donde por primera
vez hablé de que los seres humanos somos emocionales, que aquello que
percibimos a través de los sentidos deja una huella memorable que no es posible
borrar a pesar de la distancia y el tiempo.
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