15 de julio de 2014

Más sombra por favor

Pongamos que hablo de cualquier parque de Sevilla. Uno de esos a los que se llega por casualidad. Por ponerle un nombre cualquiera, “Jardines Ramón Rubiales”. Son las doce del medio día, es julio, el sol aprieta con fuerza y te acercas para que tu hijo pueda jugar en la zona de juegos infantiles. Ni una sombra. Como para tocar siquiera el tobogán de metal. No quiero pensar como quemara a las seis o siete de la tarde, hora a la que ya salen los chiquillos a jugar, después de estar todo el día al sol. ¿Dónde jugaran las niñas y los niños en verano?


Lo curioso es que el jardín en sí tiene elementos de buen diseño. Está bien proyectado o más bien, te da una de cal y otra de arena. Los accesos y senderos muy bien. Tiene varios accesos por los que se puede entrar fácilmente desde la zona deportiva adyacente, un instituto y la zona residencial.

Bancos donde sentarse, algunos a la sombra, estos sí. Papeleras distribuidas a una distancia igual o menor a 25 metros. Una pérgola de metal por cuyos postes comienza incipiente a crecer una glicinia. Caminos sinuosos en un jardín, que a pesar de no ser muy grande te invita a pasear por él.

Pero al recorrer estos caminos y llegar a los juegos infantiles no se tuvo en cuenta al proyectar este jardín que en Sevilla, en julio y en agosto, hace un calor en ocasiones infernal. No se rodeó esta zona de árboles frondosos y sí con setos de olivilla (Teucrium fructicans) recortado en topiaria imitando las lejanas olas del mar.

Es curioso, pero hasta la elección de las plantas no puede ser más adecuada. Se han utilizado plantas autóctonas o naturalizadas, además con variedad, que se adaptan bastante bien a las condiciones climáticas que disfrutamos unas veces y sufrimos otras aquí en Sevilla.

La olivilla es un arbusto que se adaptó a vivir con bajas condiciones de agua gracias a que formó una capa de pelos en sus hojas y tallos para evitar la pérdida de agua. También posee una coloración grisácea tirando a blanca porque, al igual que se hace en las casas andaluzas al pintarlas de blanco, de esta forma reflejan la radiación solar y evita un calentamiento excesivo. Incluso forma una masa vegetal muy tupida. Pero tiene un pequeño problema… si lo queremos colocar para dar sombra solo alcanza un metro de altura.

Mientras esto ocurre en la zona de niños, en parterres del mismo parque, crecen hermosos unos almezos (Celtis australis). Estos árboles, al igual que la olivilla, han desarrollado un sistema para evitar el calentamiento reflejando la radiación solar que consiste en dar la vuelta a las hojas de tal forma que el envés, de color mucho más claro, es la cara que muestran al exterior y el haz queda oculto hacia el interior de la copa. Los almezos están adaptados, crecen rápido y forman una copa muy frondosa. Son perfectos para la zona de juegos infantiles.

Olivillas y almezos. Almezos y olivillas. Están bien elegidos para formar parte de este jardín por su rusticidad a las condiciones climáticas presentes en este espacio público verde y, en cambio, tienen intercambiados los papales que deben representar en este jardín.

Por otro lado, uno que si que está en el sitio que tiene que estar es el algarrobo (Ceratonia siliqua). Se encuentra en una glorieta central del parque, da una sombra magnífica, pero no se  puede colocar en la zona de juego infantil porque no crece tanto en altura como el almezo. De su sombra se benefician las clivias que se encuentran a sus pies y realiza su función perfectamente. Está ahí para la contemplación. Nos maravilla con ese tronco abrupto, en ocasiones retorcido. Nos recuerda con su presencia que es cobijo ancestral de sierras no muy lejanas.

Existen en este parque más plantas apropiadas para xerojardinería o jardines de bajo consumo de agua. Como el sauzgatillo (Vitex agnus-cactus), planta nativa del mediterráneo que crece naturalmente en la orilla de los ríos y que se encontraba formando grandes masas arbustivas en los parterres de unos 2,5 metros de altura. También una masa de palmito (Chamaerops humilis) de tamaño bastante considerable.

Hasta una encina (Quercus ilex) crecía por allí aunque en este caso aislada. Otro árbol cuyas hojas han reducido su superficie, se han endurecido y presentan una especie de cera que les confiere ese aspecto rígido; todos ellos mecanismos naturales y útiles para no perder nada de agua. La encina como el almezo es un árbol frondoso pero, a diferencia de este último, no sería tan apropiado para formar una cúpula de verdor en la zona de juegos  infantiles porque tarda mucho más en crecer. 

Plumbagos, adelfas, buganvillas, lantanas, arboles de Júpiter, madreselvas, una pequeña rosaleda… todas estas especies vegetales habitan en este parque. Más que integradas y naturalizadas para crear un entorno urbano verde donde las plantas no solo están adaptadas a vivir con las escasas precipitaciones que reciben, tienen preferencia por estas condiciones. Algunas de estas especies, árboles frondosos capaces de crear una cúpula de verdor en un área infantil pero que por un diseño mal planteado no se encuentran donde deberían estar. En un parque cualquiera de Sevilla. En julio y en agosto. En verano… más sombra por favor. 

Algarrobo (Ceratonia siliqua)

Almezo (Celtis australis)

Palmitos (Chamaerops humilis)

Pérgola de metal por cuyos postes crecen glicinias

Olivilla (Teucrium fructicans)

Sauzgatillo (Vitex agnus-cactus)
            
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4 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo, José Luis.
    Mi lucha eterna con las sombras en los parques, tanto como paisajista como madre.
    Un abrazo,
    Marta

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    1. Es de ese tipo de situaciones donde sin ser profesional, como usuario, te llama poderosamente la atención. Muchas gracias por tu comentario Marta. Un saludo.

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  2. La sombra se echa mucho de menos en muchas zonas infantiles y paseos. Las podas absurdas agravan mucho el problema, la mayor parte de las veces, además de ser un derroche.
    Muy buen punto de vista.
    Saludos

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    1. Lo de las podas es otro tema sobre el que se podría escribir largo y tendido. En Sevilla se podan todos los árboles de viario por sistema con la poda de terciados cuando llega el otoño de forma que se dejan los arboles con tres únicas y raquíticas ramas que son las encargadas de dar sombra en primavera cuando empiezan a rebrotar. Esto se hace en teoría porque se ahorra en mantenimiento pero lo cierto es que, además de disminuir la superficie de sombra, los arboles pierden su porte característico, se ven todos iguales y son susceptibles de enfermar o morir prematuramente. Muchas gracias por tu comentario. Un saludo.

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