Quizás un titular de
estas características pueda resultar algo excesivo en una primera lectura, pero
tras ver como las raíces de este Laurel de Indias se abren paso por el
pavimento de hormigón deja de parecer tan exagerado. Grandes, gigantes,
titanes. Un árbol es una fuerza viva natural y, cuando es necesario, deja
escapar esta fuerza imponiéndose con autoridad sobre los elementos que lo
rodean.
No solo la copa es
motivo de planificación cuando diseñamos un jardín o un espacio verde, varias
de las preguntas más frecuentes que nos hacemos al plantar un árbol tienen que
ver con la agresividad de las raíces. ¿Levantaran el pavimento? ¿Serán
intrusivas? ¿Pueden resultar un obstáculo para el transito?
En jardines
particulares este tipo de cuestiones son muy frecuentes y es algo que a los
propietarios se plantean durante la etapa de planificación cuando se realiza el
diseño del jardín. El caso de los Pinos Piñoneros (Pinus pinea) que tanto abundan en la costa de Huelva es un ejemplo
de raíces intrusivas, pues esta
conífera busca en el subsuelo las vías de agua que tiene a su alcance,
invadiendo toda clase de tubería y obstruyéndola con el consecuente agravio
para la vivienda a la que pertenece el jardín.
Y si para particulares
los posibles problemas que pueden dar las raíces de los arboles están muy
presentes, para los responsables de urbanizar las ciudades no es algo que
suelan tener tan cuenta. Muchas de las situaciones que se dan en el acerado se
podrían evitar atendiendo a la estructura natural de cada especie antes de
ubicar definitivamente un árbol en un lugar concreto.
La forma natural del
árbol depende de cada especie, aunque existen una serie de circunstancias que
puede provocar variaciones significativas. Se puede afirmar que la parte aérea del árbol es el reflejo de
las raíces, cuya forma final dependerá de su propia morfología y de las
condiciones ambientales a las que esté sometido. Así pues, no solo muchas de
las enfermedades y problemas que poseen las raíces quedaran expuestas en la parte
aérea, lo cual nos ayuda a plantear las posibles soluciones, sino que además,
la forma del sistema radicular se asemeja a la copa de cada árbol, pero
invertida y con los condicionantes que impone las características del suelo y
el clima sobre el que se desarrolla.
Generalizando y según este
criterio, encontraremos tres tipos de raíces. Raíces de crecimiento vertical
con una raíz central más gruesa
entorno a la cual van apareciendo raíces segundarias. Las raíces de crecimiento horizontal, que se
desarrollan superficialmente siguiendo la envergadura de la copa,
principalmente las zonas que sirven de sumidero al agua de lluvia, y que son
las raíces que más incidentes presentan al poseer una forma tan somera de
agarrarse al suelo. Los árboles que presentan este sistema radicular son susceptibles
de caer por la acción del viento. Frente a esta morfología, nos encontramos la raíz
que es un cómputo de las dos primeras, el
sistema radicular mixto, con crecimiento vertical pero sin raíz principal.
Los arboles poseedores de estas raíces son los que mayor agarre tienen y, por
tanto, son los que más fuerza mecánica ejercen contra la acción de las
condiciones climatológicas.
Por todos estos
motivos, hay que prestar mucha atención a la raíz de un árbol antes de
colocarlo en un alcorque, que debe presentar el tamaño adecuado y estar relleno
del sustrato que favorezca el desarrollo natural del árbol a plantar. En el
caso de que no exista la posibilidad de facilitar al árbol el alcorque con el
tamaño que necesita lo mejor es plantarnos cambiar de especie vegetal y colocar
este árbol en un parterre donde encontrará espacio suficiente donde crecer en
función de su estructura natural.
Todos hemos visto en
la red muchas fotos del estado de árboles que debido a las condiciones meteorológicas
han acabado en un estado lamentable. En algunas ocasiones no se puede luchar
contra la naturaleza, pero también es cierto que otras situaciones se pueden
evitar con planificación. Algunas de estas fotos son hasta cómicas, como
aquella donde aparece el tronco de árbol que sale directamente del pavimento
mientras, en la misma acera, el alcorque donde debía de estar queda a un par de
metros.
Estoy convencido, un
árbol se asemeja a un gigante mitológico poseedor de una fuerza natural. Un
organismo envuelto en cierta bruma legendaria, ya sea aislado o en conjunto
formando bosques, y que crezca manteniendo su naturaleza en la ciudad se
consigue con una planificación del desarrollo
urbano adecuado, sensato y sostenible. Utilizar el árbol que mejor se
adapte según su morfología, fisiología y características climatológicas a su ubicación
final. Evitar encontrarnos con problemas de levantamiento del acerado por las
raíces o que las tuberías de una vivienda se encuentren totalmente invadidas
por raíces es posible.
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Un post muy interesante. Cuánta razón tienes en el último párrafo de tu artículo, me has tocado la fibra. Lo pienso y no acabo de comprender por qué?, maldito dinero!
ResponderEliminarElegir determinados árboles y plantas cuando se sabe de antemano las problemáticas que acarrean; árboles que por su tamaño luego hay que podar, las raíces, los problemas de alergias y el seguir poniendo plantas venenosas en los parques, tantos fallos que con una buena planificación se podrían evitar.
Gracias por el post, un saludo de una jardinera enamorada de su oficio.
@maritxuweb.
En nuestras ciudades lo que ocurre es que todas las planificaciones se hacen con vistas a cuatro años ( a veces ni eso), que es lo que duran los mandatos y luego se dan situaciones de problemática con la vegetación. Muchas gracias por compartir tu opinión Mª Carmen. Te sigo en twitter. Saludos!
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