27 de abril de 2017

Una de cal y… un naranjo

Uno de los grandes enigmas de la jardinería en el pasado para mí, era encontrar una razón válida que justificase el encalado del tronco en los naranjos en los jardines y calles de Sevilla, así como, localidades aledañas. He escuchado de todo al respecto, desde que así no se suben las hormigas, que la cal hace que no se desarrollen enfermedades fúngicas, que la luz que incide en la superficie blanca es irradiada y el tronco no se calienta,…. Habrá más explicaciones sin duda, aunque yo hasta la fecha no estaba demasiado convencido. Además me hago una pregunta ¿Por qué no se hace extensible esta práctica jardinera a otras especies arbóreas si de algún modo es beneficiosa?  

Naranjo encalado en una plazuela de Sevilla
Naranjo encalado en una plazuela de Sevilla 

Si existe una ciudad que sea la capital del azahar, esa es sin duda Sevilla, la ciudad donde vivo. Sin embargo los naranjos, al contrario de lo que mucha gente piensa, si bien llevan siglos cultivándose en la capital hispalense, fue alrededor de los años cincuenta del siglo pasado cuando su proliferación se extendido de forma desmesurada por la calles de la ciudad. 

La relación entre Sevilla y el naranjo siempre ha sido buena, la primera posee una primavera excepcional, con mucho sol a lo largo del año, y el segundo, le corresponde inundando de aroma a azahar todos sus rincones, adaptándose fantásticamente bien al entramado de pequeñas callejuelas y, a veces, calles más anchas, pero alcanzando una tamaño apropiado que no interfiere con las construcciones, tiñendo el gris de éstas con un verde brillante, independientemente de si nos encontramos en invierno, primavera, verano u otoño. 

Pausadamente a partir del año 1929, con motivo de la Exposición Iberoamericana, y algo después de forma más intensa entre 1950 y 1970, con el crecimiento demográfico de la ciudad y la aparición de nuevos barrios como Los Remedios, el naranjo se convirtió en el referente arbóreo de Sevilla. En 1970 la ciudad ya disponía de 5.000 unidades, alcanzando en la actualidad la cifra de 25.000 ejemplares distribuidos en aceras, plazas, patios, jardines y parques. Se estima que es la primera ciudad del mundo con mayor cantidad de naranjos en sus espacios urbanos. 

Entre las técnicas de cultivo del naranjo en la ciudad, como también podría ser la recolección del fruto para la fabricación de mermelada de exportación, se encuentra el tradicional encalado del tronco de un naranjo, una sencilla técnica de jardinería que consiste en pintar con cal toda la superficie cilíndrica del tronco deteniéndose a la altura de la cruz.  

La última de las versiones que he escuchado al respecto de los beneficios del encalado del tronco de los naranjos, y en la cual confío por la seriedad que siempre presenta en sus estudios el Instituto Municipal de Parques y Jardines de Barcelona, es que efectivamente el encalando de un naranjo consigue disminuir en algunos grados el interior del árbol al reflejar la luz del sol que incide en él, al igual que ocurre con las casas blancas que lindan con el Mediterráneo. Así que muy lejos de descartar esta práctica, reconoceré que tiene su utilidad y no volveré a mirar con recelo cuando pase junto a un naranjo. Algo que ocurre muy a menudo.

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1 comentario:

  1. En la ciudad de Valencia, hay una barbaridad de naranjos también aunque bien es cierto que el olor espectacular de azahar viiene dado de las cercanias a la ciudad. Aquí el encalado cada vez se ve menos, pero algún ejemplar se puede ver. Un abrazo y buen fin de semana.

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