20 de septiembre de 2017

El enigma de las plantas

El pasado fin de semana acudí al vivero a comprar y no fue por motivos profesionales. La razón de peso fue que mi hijo quería tener una planta carnívora. En un principio, porque le habían comentado en la sala donde práctica esgrima el “fantástico” comportamiento que poseían estos vegetales (algo parecido a la película musical “la tienda de los horrores”), y posteriormente, el efecto de su imaginación pueril hizo el resto. Cuando volvíamos a casa me hizo la pregunta del millón de euros ¿Sobrevivirá la planta en casa?

Venus Atrapamoscas (Dionaea muscipula) fuente imagen: wikimediacommons

Compramos a “dientecitos” (ese es el nombre que le ha puesto su nuevo dueño), en un vivero muy animado por tránsito de clientes como suele ser habitual los fines de semana. Es el momento de la semana en que poseemos más tiempo para practicar la jardinería, ya sea en vastas extensiones de terreno o en el alfeizar de la ventana. Probablemente, muchas de las personas que allí había, comprando todas esas plantas para llevar a casa, se estuvieran haciendo la misma pregunta que mi hijo. A ver, en principio una planta carnívora del tipo Venus Atrapamoscas (Dionaea muscipula) puede llegar a vivir de 20 a 30 años si se cultiva sus condiciones óptimas y según la literatura botánica. Además, las condiciones del ambiente natural de D. muscipula, caracterizado por ser zonas pantanosas y humedales con climas relativamente suaves con inviernos no muy fríos, se puede recrear más o menos en Sevilla… a excepción del excesivo calor del verano, obviamente. Y ese es el quid de la cuestión ¿Puede una planta sobrevivir si la llevamos casa? En principio la respuesta es que sí, siempre y cuando podamos recrear de la forma más exacta sus condiciones de vida de manera natural. Si cada persona es un mundo, las plantas no se quedan atrás y, individualmente, van a poseer unos gustos particulares que las harán únicas. La corriente de aire, exceso o defecto de agua, ídem con la luz, ubicación en la casa o nutrientes del sustrato pueden ser causas suficientes para que la planta no se adapte y acabe por marchitarse. En mi caso, he probado muchas veces la cantidad de agua de las macetas buscando el mejor volumen a cada maceta, la ubicación también la he variado en infinidad de ocasiones o he subido y bajado las persianas para ir graduando la cantidad de luz que dejaba pasar. Por ejemplo, en el caso de la Venus Atrapamoscas, sé que son plantas que han evolucionado en suelos pobres en nitrógeno y por eso han desarrollado esa habilidad para capturar insectos con los que obtener los nutrientes que necesitan. Como la Mimosa pudica, es una de las pocas plantas que presentan esa falsa habilidad de movimiento tan elaborada y que D. muscipala utiliza para atrapar a sus víctimas. Son plantas que no son tropicales, pero si lo suficientemente exóticas y complejas como para que su cultivo se pueda ver comprometido en el futuro. Pero todas las plantas tienen su grado de complejidad y, por mucho que leamos infinidad de veces las características botánicas, lo cierto es que no hay nada como la observación continuada para detectar aquello que en secreto anhela nuestra planta. Un enigma siempre pendiente por descubrir. 

Momento en que D. muscipula captura una víctima fuente imagen: wikimediacommons
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