17 de octubre de 2017

La ciudad, un gran parque infantil

La saturación que ha sufrido mi hijo con el inglés, que por cierto domina de maravilla, ha provocado que se incline por aprender francés. La nueva academia a la que acude religiosamente todos los viernes por la tarde, tiene en la acera del local unos armarios donde van los fusibles del cableado soterrado bajo el pavimento. Pues bien, no hay niño o niña que a la salida de las clases salga a la carrera y se encarame en lo alto de los armarios ante las suplicas de los padres que les pedimos por favor que bajen.


Otro caso curioso es cuando estamos de paseo con nuestro perro Duncan y pasamos junto a los apeaderos donde se encuentran las bicicletas de uso público, raro es el día que mi hijo no trata de subirse a alguna. Seguro que también habréis observado que muchos niños juegan con los aparatos de mantenimiento deportivo destinado a personas mayores en los parques. Podría poner más ejemplos, pero la conclusión seguiría siendo la misma, la zona infantil de los parques donde juegan los niños se queda corta y la imaginación hace que cualquier elemento urbano resulte un juego para ellos.

Esta actitud de los niños con el mobiliario urbano me ha hecho recordar la ponencia de Jake Tibbets, Gerente del Equipo de Arboricultura en el Servicio Público de Espacios Verdes en Islington (Londres), a la que acudí hace un año en Bilbao. Según una experiencia realizada por su departamento, se había descubierto que los niños a los que se les imponían más restricciones cuando jugaban en un parque público, por ejemplo subirse a un árbol, tendían a buscar la “emoción” en otras formas de divertirse más pasivas como ver la televisión o jugar a videojuegos. Finalmente, ante las prohibiciones acababan por recluirse en casa.

Y lo cierto es que todos, cuando éramos niños, hemos realizado juegos que en mayor o menor medida resultaban temerarios. No quiero decir que sean excesivas las normas de calidad que se imponen a los juegos infantiles de los parques urbanos, pues deben cumplir con los requisitos establecidos por la Unión Europea. En este sentido creo que toda precaución es poca. Pero si considero que es realmente imposible poner barreras a la imaginación de un niño y evitar que todo elemento que encuentre en la calle sea susceptible de convertirse en un juego. El entorno infantil de un parque público es mucho más amplio que el espacio acotado para ello y es posible que abarque a toda la ciudad, por eso creo que cuando se piensa en la urbe del futuro, ahora que está tan de moda el concepto de SmartCity, hay que hacerlo con un enfoque que contemple la posibilidad de que todo elemento del mobiliario urbano se convierta en un juego.

Hemos hablado en este blog de crear corredores verdes que unan arbolado de viario, parques y jardines en una red natural por toda la ciudad. También hemos comentado que en la urbanización de futuro debe alcanzarse el objetivo de una infraestructura que garantice un desarrollo sostenible y un incremento de la calidad de vida de los ciudadanos. Por supuesto, creo que en ese planteamiento debería contemplarse el hecho de que la ciudad es una gran área infantil de juego que no posee límites e incluir implícitamente la necesidad de crear entornos urbanos amables con el juego de los niños


 Fuente imágenes: Stockvault

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