La saturación que ha sufrido mi hijo con el inglés, que por cierto
domina de maravilla, ha provocado que se incline por aprender francés. La nueva
academia a la que acude religiosamente todos los viernes por la tarde, tiene en
la acera del local unos armarios donde van los fusibles del cableado soterrado
bajo el pavimento. Pues bien, no hay niño o niña que a la salida de las clases
salga a la carrera y se encarame en lo alto de los armarios ante las suplicas
de los padres que les pedimos por favor que bajen.
Otro caso curioso es cuando estamos de paseo con nuestro perro Duncan y pasamos junto a los apeaderos
donde se encuentran las bicicletas de uso público, raro es el día que mi hijo no
trata de subirse a alguna. Seguro que también habréis observado que muchos
niños juegan con los aparatos de mantenimiento deportivo destinado a personas
mayores en los parques. Podría poner más ejemplos, pero la conclusión seguiría
siendo la misma, la zona infantil de los parques donde juegan los niños se
queda corta y la imaginación hace que cualquier elemento urbano resulte un
juego para ellos.
Esta actitud de los niños con el mobiliario
urbano me ha hecho recordar
la ponencia de Jake Tibbets, Gerente del Equipo de Arboricultura en el Servicio
Público de Espacios Verdes en Islington (Londres), a la que acudí hace un año
en Bilbao. Según una experiencia realizada por su departamento, se había
descubierto que los niños a los que se les imponían más restricciones cuando
jugaban en un parque público, por ejemplo subirse a un árbol, tendían a buscar
la “emoción” en otras formas de divertirse más pasivas como ver la televisión o
jugar a videojuegos. Finalmente, ante las prohibiciones acababan por recluirse
en casa.
Y lo cierto es que todos, cuando éramos niños, hemos realizado juegos
que en mayor o menor medida resultaban temerarios. No quiero decir que sean excesivas
las normas de calidad que se imponen a los juegos infantiles de los parques
urbanos, pues deben cumplir con los requisitos establecidos por la Unión
Europea. En este sentido creo que toda precaución es poca. Pero si considero
que es realmente imposible poner barreras a la imaginación de un niño y evitar
que todo elemento que encuentre en la calle sea susceptible de convertirse en
un juego. El entorno infantil de un parque público es mucho más amplio que el
espacio acotado para ello y es posible que abarque a toda la ciudad, por eso creo
que cuando se piensa en la urbe del futuro, ahora que está tan de moda el
concepto de SmartCity, hay que
hacerlo con un enfoque que contemple la posibilidad de que todo elemento del
mobiliario urbano se convierta en un juego.
Hemos hablado en este blog de crear corredores verdes que unan arbolado
de viario, parques y jardines en una red natural por toda la ciudad. También
hemos comentado que en la urbanización de futuro debe alcanzarse el objetivo de
una infraestructura que garantice un desarrollo sostenible y un incremento de
la calidad de vida de los ciudadanos. Por supuesto, creo que en ese
planteamiento debería contemplarse el hecho de que la ciudad es una gran área
infantil de juego que no posee límites e incluir implícitamente la necesidad de crear entornos urbanos amables con el juego de los niños.
Fuente imágenes: Stockvault
Sígueme en:
También te puede interesar:
Gracias por perder unos minutos de tu tiempo
leyendo este post.
No hay comentarios:
Publicar un comentario