17 de enero de 2020

Coco plumoso y la filosofía del cambio vegetal


Todo fluye, todo cambia, nada permanece.” Esta frase atribuida al filosofo de la Grecia clásica Heráclito, es utilizada en cualquier ámbito para expresar el continuo dinamismo en el que nos encontramos envueltos. En la práctica no nos parece que sea así. Tenemos la sensación de vivir estáticos y que todos los días son una repetición del anterior. Muy diferente a lo que ocurre en un película o una serie, donde a los protagonistas les ocurren infinidad de cosas en apenas una hora. Pero la realidad es que si esas historias se contaran en tiempo real, veríamos que esos mismos personajes vivirían un montón de situaciones monótonas al igual que nosotros.
Coco plumoso Syagrus romanzoffiana

Syagrus romanzoffiana 
Fuente imagen wikimediacommons

Pero aunque tengamos la sensación de que las cosas no cambian, lo cierto es que en este mismo momento están cambiando. Y la botánica es una ciencia que por supuesto no escapa al cambio. Para empezar porque las plantas son seres vivos, que tienen un desarrollo, una historia que varia con el paso del tiempo. Incluso, si hiciéramos un ejercicio de abstracción y observáramos el computo de milenios desde una perspectiva exterior, descubríamos plantas que han mutado, otras que se han adaptado y otras muchas que se han extinguido. Un permanente carrusel evolutivo.
Tampoco es necesario hacer este ejercicio de abstracción temporal para darnos cuenta que la botánica cambia. La misma catalogación de las especies que hacemos, va cambiando según se van sucediendo los criterios para elegir el nombre de una especie u otra. Desde que Carlos Linneo hace unos siglos estableció que todos los seres vivos que habitamos este mundo debíamos tener como especie un nombre común, independientemente del país y la lengua para poder entendernos, no se han interrumpido los cambios en las nomenclaturas. Es verdad que los cambios pueden tardar mucho en suceder, pero ocurren y, un buen día, si al coco plumoso lo llamabas Arecastrum romanzoffiana al siguiente descubres que ha cambiado su nombre por Syagrus romanzoffiana.
En fin, cosas de los botánicos. Lo importante es saber no oponerse al cambio, dejar que todo fluya como ya nos recomendaba Heráclito. En cualquier caso, por ahora lo único que ha cambiado en lo que se refiere al coco plumoso es el nombre científico, pues los cambios evolutivos me temo que no seremos capaces de apreciarlos en nuestra corta escala temporal. Claro que con ese asuntillo del cambio climático nunca se sabe, lo mismo estamos a tiempo de subirnos al carro de la extinción. Pero cojamos aire y dejemos que todo fluya.
No quiero ser agorero, así que como todavía tenemos un planeta donde vivir y del que podemos disfrutar de las virtudes de palmáceas como el coco plumoso, dejadme que os cuente algunas de sus características botánicas.
Coco plumoso (insisto, ahora conocido como Syagrus romanzoffiana), es una de las palmeras más utilizada para ajardinar espacios verdes. La habréis visto seguro pues es un palmera muy utilizada en diseño de jardines de estilo tropical. Quizás, y es una apreciación personal, porque otorga elegancia al lugar que ocupa. Me atrevería aventurarme a decir que posiblemente es el tercer género de palmera más extendido en el mundo gracias a su capacidad de naturalización a climas cálidos y moderados. Si estoy equivocado, pido disculpas y agradeceré cualquier aclaración sobre la distribución del coco plumoso en espacios verdes.
Su procedencia es Sudamérica, sin embargo sus palmas son parecidas a las Phoenix que es un género de palmáceas procedente del norte de África. Las diferencias con las palmas de la palmera datilera es que su raquis y foliolos son mucho más estrechos y caedizos. Esta anatomía foliar le confiere aspecto similar a plumas, de ahí el sobrenombre plumoso.
El tronco o estípite es de color grisáceo y puede alcanzar una altura de 15 metros que van quedando surcados por franjas horizontales que no son otra cosa que las cicatrices de hojas que pierde conforme crece. El diámetro del tronco puede llegar a medir entre 30 y 60 centímetros.
A parte de en jardines y parques, también pueden verse muchos cocos plumosos en medianas y en alineación de calles haciendo funciones de arbolado urbano. Esperemos que podamos disfrutarlos mucho tiempo. Que los cambios que se produzcan solo sean producto del fluir natural y no cambios climáticos que no podamos dejar pasar, básicamente porque acabaríamos extinguiéndonos.
Sígueme en:
También puedes leer:
El triunfo del musgo

Este blog se alimenta de tus comentarios ¡gracias por dejarlos!

2 comentarios:

  1. Llevas mucha razón en tu artículo amigo José Luis. De siempre es una de las palmeras que más me han gustado francamente son de un porte elegante y presentan una bonita silueta, estuve hace tiempo cerca de plantar un par de ejemplares que al final no lo lleve a cabo, y francamente con el tiempo me arrepentí. Aún hoy las colocaría pero con el tema del picudo no me atrevo ya que además son palmeras bastante caras.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es verdad, ese dato no lo había comentado, son plantas muy caras. Y es que el comercio vegetal también está sujeto a la oferta y la demanda 😅 Un saludo Juan.

      Eliminar