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Escaleras en el Jardín Botánico de Edimburgo |
El uso de una escalera
en un jardín se remonta hasta los hombres de la cultura mesopotámica, para los
cuales el Zigurat -monte sagrado-
ascendía para conectar al ser humano con lo divino. Fruto de este concepto
nacieron los jardines colgantes de babilonia.
Desde el punto de
vista práctico, introducir una escalera en un jardín hoy en día nos supone
salvar un desnivel importante del terreno sin tener recurrir al desembolso
económico que supone realizar los movimientos de tierra.
Pero este aspecto
práctico no está reñido con lo estético, pues una escalera en un jardín puede
ser un elemento muy decorativo. En este sentido podemos encontrar escaleras en
jardines que le aportan un valor ornamental importante, con abundante
vegetación o con ausencia de ella, y utilizado gran variedad de materiales:
traviesas de madera, rocas, ladrillos imitación antiguos, losas de pizarra,
etc.
En un jardín para el
cálculo de la huella de una escalera se utiliza la siguiente fórmula, 2T+H=63,
donde T es la tabica o contrahuella y H es la huella. Es normal en jardinería
encontrarnos con una huella grande y una tabica pequeña, y que ésta no mida más
de 18 centímetros.
Vamos hacer un
ejemplo, supongamos que tenemos que salvar un desnivel de 1.60 metros:
1.60/0.18=8, 88
redondeamos a 9 peldaños.
Con este número de
peldaños dividimos para ver la tabica correcta:
1.60/9=0.177 metros.
La huella en este caso
sería:
H=63-(2x17.7)=27,6
centímetros.
Para saber la longitud
de la escalera multiplicamos los 27.6 centímetros, por el número de peldaños.
27.6x9=2.48 metros.
Todo esto en el caso
de una escalera de un solo tramo.
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