Los seres humanos
cuando nos encontramos ante un espacio en blanco sentimos la necesidad de
ocupar todo ese espacio, rellenarlo y sobrecargarlo, esto se debe a un miedo
ancestral al vacio. Los diseñadores gráficos han comprendido muy bien que no
todo el espacio debe ser ocupado, han aprendido a darle valor al vacio. Lo
consideran un elemento más del conjunto en un diseño.
La simplicidad es la mayor de todas las
sofisticaciones
-Leonardo da Vinci
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Fuente: wikipedia.org
|
Como en el caso de los diseñadores gráficos, los diseñadores del paisaje al crear un jardín debemos aprender a eliminar todos aquellos elementos que resultan superfluos en el diseño. Debemos tratar de crear espacios vivos simples, sin adornos innecesarios que “contaminen” la composición final del jardín.
Cuando hablo de
diseños simples no quiero que se confunda con simplón o simplista. Estos dos
términos están más relacionados con la pereza o de falta de ganas para cometer
una acción.
Desde mi punto de
vista, un diseño del paisaje simple está más relacionado con el concepto de
claridad, con limitar el diseño a la esencia
en cuestión que nos tiene que transmitir un jardín. Pero esta simplicidad no es
nada fácil de conseguir, de hecho, es muy complicado conseguirla.
Un diseño simple, para mí, es sinónimo de
claridad, sutileza, sentimiento, esencialidad y minimalismo. Los ingenieros
utilizamos, como nuestro propio nombre indica, el ingenio para encontrar
soluciones simples a problemas complejos. Las soluciones simples no son
necesariamente sencillas para los ingenieros, pero lo importante es el resultado.
El resultado debe ser el más simple para el usuario final del jardín.
El detalle cobra vital importancia por
tanto en el diseño del paisaje. El detalle creará el contraste visual necesario
para resaltar con fuerza el jardín por encima del vacío, amplificando la
esencia del mismo. Resaltando el detalle conseguimos el máximo efecto dentro de
lo simple y todo ello utilizando los mínimos recursos.
Los Patios de Córdoba, de los que hablé en
mi anterior post, son el caso perfecto para describir el uso excesivo por
ocupar todo el espacio. Son jardines creados, en parte, desde la simplicidad;
su belleza se basa en la floración del género pelargonium y en la repetición de
una serie de elementos comunes distribuidos en todo el espacio que forma el
patio. Son muy hermosos y bellos, pero tienen tal saturación de belleza, que en
ocasiones nos perdemos parte de la misma.
Pero si vamos más
allá, uno de los mejores jardines de Europa, el Patio de los Leones de Granada, es un ejemplo de simplicidad y
belleza. Sin plantas, carente de todo elemento vegetal que distorsione su
esencia.
El Patio de los Leones
de Granada es una lección de simplicidad. Es un espacio con la única ornamentación
que la fuente que le da nombre. El orgullo y dignidad de los leones de piedra,
metáfora del poder del califa, son el detalle que resalta sobre el vacio
pavimento de mármol. Hermoso. Simple.
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