Tal vez seas de tierra,
tal vez seas de mar. Los que me conocen bien sabe que disfruto con un buen café,
es algo que lejos de ponerme nervioso, me relaja, me ayuda a ordenar las ideas.
Pero para que la musa acuda es necesario que ese café –siempre en vaso de caña,
nunca en taza-, lo beba en un entorno adecuado e inspirador. Un lugar que bien
podría estar cerca del mar.
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Jardines de la cafetería de Guzmán el Bueno |
El diseño de jardines necesita de un periodo de reflexión e inspiración para encontrar los trazos adecuados que plasmar en un plano. Para ello lo ideal es retirarse en soledad, pero una soledad bien entendida no insana, donde aclarar conceptos y encontrar soluciones. Todos tenemos lugares donde nos encontramos a gusto y bien, lugares donde cambiar de rutina y relajamos. Lugares idóneos para dejarse llevar por ideas informes pero que poco a poco se van moldeando. Una rocalla, un macizo arbustivo, un conjunto de árboles y arbustos…trazos sobre un plano en blanco que van tomando forma.
Otro aspecto
importante durante este período de reflexión es saber ver las cosas desde el
punto de vista del aprendiz. Mirar
con los ojos de un niño y sorprenderse con lo que ocurre a tu alrededor como si
fuese la primera vez que lo ves y dejarse llevar por la imaginación. Descubrir
nuevos matices, indagar en el detalle y darle la importancia apropiada.
Yo tengo mis propios lugares
favoritos donde perderme y entrar en este estado de concentración necesario
para diseñar un jardín o escribir mientras saboreo despacio un café. Lugares
donde inspirarme y aclarar ideas.
Uno de estos lugares
se encuentra donde terminó mi anterior post, en Sanlúcar de Barrameda. En esta
localidad gaditana existe un jardín donde se puede tomar ese café mientras una
suave brisa marina relaja el cuerpo y alimenta el espíritu. Se trata de los
jardines de la cafetería de Guzmán el
Bueno, situada en la zona de visita pública del Palacio de los Duques de
Medina Sidonia.
El Palacio es una
construcción del siglo XVI sobre otra edificación medieval más antigua. Un
alcázar andalusí del siglo XII que hoy en día forma parte de la fundación Casa
de Medina Sidonia. Por fortuna parte del enclave se encuentra abierto al
público, contando con una hospedaría y la cafetería antes mencionada.
Un patio de albero dorado, muros de cal
blanca salpicada del color de los hibiscos y la buganvilla. Alcorques en
perfecta circunferencia marcada por ladrillos envejecidos por el paso de los
años cuyo interior contienen naranjos y limoneros. Balcones sobre pasillos con
peristilo que dan sombra a tiestos de barro con aspidistras, cicas y romero.
Estos son mis compañeros en este café y no necesito más. Así es el patio de la
cafetería de Guzmán el Bueno, cafetería que se encuentra ubicada en la zona de lo
que un día fue el ribat árabe, un lugar viejo, antiguo, ideal para dejar volar
la imaginación.
Imaginación que te
lleva a atravesar un pasadizo formado por un arco apuntado perteneciente al viejo ribat. Si te fijas bien, aquí podrás
comprobar que sus paredes hablan, que
cuentan historias. Leyendas de siete doncellas y su conjura para evitar un
sacrifico a costa de otro sacrificio. La leyenda de las siete doncellas de simancas. Y el pasadizo, la leyenda, te
traslada a una terraza, un pórtico abierto hacia el sol de poniente donde
puedes sentarte a contemplar la desembocadura del rio Guadalquivir y el
espectáculo del mar.
Desde esa terraza mi imaginación pueril se desata
–siempre he sido una víctima de mi imaginación-, me traslada a otra época. Una
época de chanzas, y algarabías. De un jubón o un brocado. De corrales de comedias que hoy son bodegas, de marineros, de
capitanes, de piratas, de vino, de agua salada y de puestas de sol. De caballos
galopando en la arena y de espuma de mar. De trifurcas en callejones oscuros
con la luna llena como único testigo.
Y así, mirando con los
ojos del niño aprendiz, sorprendiéndome, es mucho más fácil encontrar la
solución a ese diseño del paisaje que se resiste; encontrar su esencia, aquello
que lo dotara de emoción y que proporcionará el sentimiento que perdure en la
memoria de sus usuarios. Por supuesto, también me será más fácil encontrar las
palabras adecuadas para escribir un post o un artículo, describir los jardines que me gustan, contar sus
historias, historias dignas de ganarse el corazón del lector.
Una historia digna de
contar, cautivadora, es la de los jardines del Palacio de la casa de medina
Sidonia, mucho más amplios que la zona pública que he descrito hasta ahora, es
decir, la zona de la cafetería y del pórtico.
Son jardines de estilo renacentista y fueron diseñados
por el paisajista italiano Giovanni Pannini. Un espacio vivo que se encuentra
formado por fuentes, estatuas y setos de boj rodeado todo el conjunto por
murallas medievales que se entremezclan con las líneas mudéjares del alcázar o
ribat árabe. Cuenta además con un bosque de 5.000 metros cuadrados y aunque
esta zona del jardín no es la que se encuentra abierta al público como la zona
de cafetería, se pueden conocer junto con el palacio realizando visitas
programadas y guiadas por la Fundación de la Casa de Medina Sidonia.
Como puedes ver, es
sin duda un lugar cautivador e
inspirador. Un jardín para tomar despacio un café, soñar con lo que un día fue e
ideal para concentrarse y aclarar ideas de proyectos futuros. Barcos que
navegan, criaturas marinas, tabernas portuarias… así puede ser un café en el
mar.
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Arco apuntado perteneciente al antiguo ribat hispano-árabe |
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Pórtico del antiguo ribat hispano-árabe |
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Galería porticada de acceso a los jardines |
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Jardines del palacio |
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Entrada a la huerta que está junto a los jardines |
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Escalera de acceso al bosque |
Algunas imágenes las
he tomado de la web de la fundación de la Casa de Medina Sidonia. Puedes
obtener información sobre el Palacio y los horarios de visitas haciendo click
aquí.
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Precioso, me ha encantado y no lo conocía. Bien merece una visita.
ResponderEliminarLisa me alegro que te haya gustado y espero que disfrutes de la visita. Un saludo!
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