Tal vez seas de mar,
tal vez seas de tierra. Uno de los paisajes más característico de la Península
Ibérica es la dehesa, y como todos los paisajes, inspira. Es curioso como un
sistema tan primitivo de explotación de la naturaleza sea capaz de mantener un
perfecto equilibrio entre la extracción de recursos y el medio natural que lo
rodea. Un paisaje, un entorno, que se sustenta con pilares de madera y que
proporciona una sombra protectora cuando en verano el sol más aprieta.
Encina (Quercus Ilex) |
La Encina (Quercus Ilex) es una de las muchas especies de robles
del género Quercus, que pueblan los campos, dehesas y sierras españolas de
forma natural. Y es que la Encina es amante del calor, por esos su presencia se
extiende tanto en España, como el sur de Francia, Italia, Península Balcánica y
Asia Menor.
Para mí es un árbol
muy interesante en el diseño de jardines.
Es un árbol de hoja perenne, característica botánica que lo hace apropiado para
dar sombra todo el año, algo muy apreciado tanto en la dehesa, como en el
jardín cálido mediterráneo.
Sus hojas son
correosas, elípticas, de 3-7 cm. de largo, de color verde oscuro brillante por
arriba, con vilano blanquecino por abajo, enteras y con unos pocos dientes
afilados, aspectos a tener en cuenta por lo que puede aportar en el detalle al
jardín.
La Encina, de forma
silvestre, se asocia a arbustos de Serbal
Silvestre, Serbal Blanco, Arce Menor, el Espino Cerval y Cerezo Cornaliano. Esto
es un punto interesante para el diseño de jardín, ya que podemos usar esta
información para crear composiciones en los espacios verdes iguales en sus
elementos a los espacios naturales. Espacios, que debido a que contaran con una
serie de especies autóctonas y naturalizadas, estarán completamente adaptadas
al medio, serán jardines sostenibles, que al contar con la encina y estos
arbustos mediterráneos serán capaces de sobrevivir con los recursos hídricos de
los que disponen y tendrán menos requerimientos de mantenimiento.
Otro aspecto importante
de la encina es su longevidad, que puede alcanzar los 600 años. Este es un
aspecto importante que viene muy bien para explicar el valor económico de las plantas, pues este valor está estrechamente
relacionado con el tiempo que tardan en desarrollarse.
La Encina es un árbol
caro porque tarda mucho tiempo en alcanzar su desarrollo maduro. Cuanto más
tarda una planta en crecer, más tiempo pasa en el vivero, por lo que mayor será el cuidado que necesite, más mano
de obra para su formación y desarrollo, más riego, más tratamiento fitosanitario
y por tanto más coste para el vivero, con lo que también hace que se incremente
el precio para el consumidor final.
Es un árbol que
podemos encontrar en el jardín como pie aislado que crece hasta una altura de
15-20 cm, muy resiste a la sequía e, incluso, capaz de soportar heladas medias.
En alineaciones también
es posible encontrar a la Encina, es posible robar la sombra de la dehesa y refrescar
el recalentado pavimento del espacio público urbano. Pero este último uso es
más difícil de encontrar precisamente por, como he comentado antes, ser un
árbol caro que tarda en alcanzar un desarrollo pleno.
La imagen que ilustra
este post es una foto de la Plaza de Cuba, puerta del sevillano barrio de los
Remedios, confluencia de la trianera calle Betis, homónima del rio que fluye al
margen de la calle para desembocar más al sur, en Sanlúcar de Barrameda. Este
es uno de los poco lugares que he podido encontrar la encina como árbol de
alineación. Un lugar donde es posible huir del sol y buscar cobijo bajo la
sombra de la dehesa.
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En la Avenida de la Plata en Valencia también hay una preciosa alineación de encinas, creo que son de la especie Q. ilex aunque no tan grandes como esta que se ve en la foto de la Plaza de Cuba.
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