El primero lo plantó Naruhito,
el príncipe heredero de Japón, otros seis lo plantaron los miembro de la
Asociación Hispano Japonesa de Turismo, el último fue plantado por el diseñador
japonés Kenzo Tacada… y por ahora eso es lo que hay, sakura en japonés, cerezos
en castellano. Me llama poderosamente la atención que, justo aquí al lado, en
Coria del Rio, podré disfrutar de un auténtico jardín japonés. Sobre todo
porque no recuerdo que exista abierto al público jardines de este estilo en
Sevilla.
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sakura o flor de cerezo japonés fuente: wikipedia |
Tal vez solo sean los efectos colaterales del año
Internacional con Japón que se está celebrando actualmente en España, pero a
veces estos efectos pueden ser de agrado, como es mi caso, para los amantes de
los jardines. No obstante, los lazos de la localidad sevillana de Coria del
Río, con el país del sol naciente son muchos más profundos. Tan profundos como
las raíces de los sakura plantados y que culminaran con la creación del jardín japonés
junto al rio Guadalquivir.
Como toda buena historia
comenzó con un viaje. El viaje de Hasekura
Tsunenaga en 1613 como diplomático de Japón con doble misión, por un lado,
llagar hasta el Papa de Roma para mediar en los conflictos que se estaban
produciendo entre jesuitas y franciscanos por cristianizar a la población
nipona y, por otro lado, incrementar el número de rutas comerciales entre Japón
y Europa.
El Date Maru, el galeón de Hasekura Tsunenaga
llegó a la desembocadura del Rio Guadalquivir un año después y fue recibido por
el Duque de Medina Sidonia en Sanlúcar de Barrameda. Posteriormente siguió el
camino que marcaba el rio hasta Coria, donde hizo una parada de diez días y
fueron recibidos por las autoridades de Sevilla. De aquí continuaron el camino
hasta Madrid donde, en esta ocasión, fueron recibidos por Felipe III y se
fraguó la alianza comercial entre España y Japón que es motivo del aniversario
que estamos celebrando.
De su paso por Europa
y en concreto por Coria, Hasekura Tsusenega no solo dejó una buena historia,
pues diez de sus marineros decidieron quedarse en la localidad a la orilla del
Guadalquivir. De sus descendientes es el apellido Japón, muy común aún en
Coria. Una relación tan estrecha como los sakura plantados recientemente.
Los cerezos plantados,
según el presidente de la Asociación Hispano Japonesa de Turismo, Haruo Shimohira, es “un acto e orgullo y lleno de simbolismo en
cuanto a la unión que se establece entre los implicados en la siembra. Los sakura
sembrados aquí nos atan a este lugar para siempre y nos obligan a venir
periódicamente a verlos crecer, y cuando alguno de nosotros no podamos venir,
serán nuestros hijos quienes vengan a Coria del Río a visitar nuestros árboles”.
Dos cualidades, obligación
y honor, tan defenestradas en nuestro país representado con el simple gesto de
plantar 8 árboles. Como los jardines japoneses, llenos de meticulosidad. Una
búsqueda incasable por alcanzar la perfección. Armonía con el paisaje
circundante y simplicidad en sus elementos. Características del jardín japonés,
extremo cuidado con el detalle, donde cada elemento ocupa el lugar espiritual
que le corresponde. El resultado es un paisaje concebido para la calma y la
reflexión.
En el Sakuteki, el manual de diseño de
jardines más antiguo que se conserva, su autor define el diseño de jardines
japoneses como “el arte de colocar
piedras”. Materiales sencillos: piedra, grava, agua o musgo. Jardines donde
el detalle recae tanto en esos simples elementos, como el espacio en blanco que
los separa y los une. Jardines que no poseen muchos elementos, simples, pero
que crean un jardín hipnótico, en el que es agradable permanecer. Jardines cuya
esencia se basa en un proceso de abstracción y simplificación milenario.
He estado indagando
por internet por si encuentro alguna pista de cómo será el diseño del jardín
previsto, pero no he encontrado nada. Hasta ahora toda la iniciativa se está
quedando en los Sakura o cerezos plantados. Por lo pronto, con tanto cerezo, me
han creado una expectativa que espero que no se convierta en disolución.
El lugar donde se
están plantando los árboles es el Parque Carlos de Mesa que es donde se supone
quedará implantando el jardín japonés
finalmente. Para que nos hagamos una idea, puedo describir brevemente el
Parque de Carlos de Mesa como una alameda pegada a la rivera del Guadalquivir
con claro aire al orientalismo típico de los jardines que se pusieron de moda a
principios del siglo XX en Andalucía, por lo que el resultado final,
japonés/orientalismo, va a acabar en un estilo de jardín de lo más ecléctico.
Pero como digo hasta
la fecha solo se están plantando los sakura, eso sí, con todo el ritual y los
honores necesarios por parte del pueblo nipón. Espero que nosotros respondamos
con el mismo sentido de la obligación y del honor con el que nos han tratado y
correspondamos creando el jardín japonés prometido. Obligación y honor. Simple.
Que no termine todo en desilusión.
Como toda buena
historia, a este post no le faltará un toque de dramatismo final. Hasekura Tsunenaga
volvió a Japón, pero a su regreso encontró que el máximo gobernante del país
nipón cambió. El que inició la expedición fue Date Masumune y el que encontró Tsunenaga
a su regreso fue Tokugawa Ieyasu. Un cambio, no solo de nombre, sino de
política. Radical para Japón, que de querer abrirse al resto del mundo, pasó a
cerrarse totalmente a todo lo que provenía del exterior. Cultura y religión
incluidas. Hasekura Tsunenaga terminó sus días encarcelado y tal vez desilusionado.
Hoy existe una estatua honrando su memoria en Coria, en el Parque Carlos de
Mesa, que como los sakura, lo une a ese pueblo para siempre.
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Hasekura Tsunenaga en el Parque Carlos de Mesa de Coria del Rio fuente: wikipedia |
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