21 de marzo de 2014

La nostalgia del oasis

En el diseño de jardines es necesaria una pizca de imaginación, lo que comúnmente conocemos como innovación. Pero puede darse la circunstancia de que un estilo que ya existía se le dé un nuevo enfoque. Se reinvente. No hablo de copiar ni de fantasear, hablo de evolución y desarrollo. Es el caso del orientalismo o, lo que es lo mismo, la nostalgia del oasis.

Conjunto monumental de la Alhambra desde el Albaicín. Fuente imagen: wikipedia  

El jardín hispanomusulmán es una recreación del oasis, que es vida en medio del desierto, solo que el oasis está cerrado por muros que lo delimitan y protegen de un posible peligro exterior. Este jardín, el jardín de los sentidos, se creó en la edad media española por los árabes en función de las condiciones climatológicas concretas de España y de los elementos de culturas anteriores que encontraron.

Un ejemplo de este desarrollo de culturas anteriores y su uso para paliar los efectos adversos del clima local es el peristilo. El peristilo lo crearon para los patios los romanos. Un  sistema de pasillos techados y sostenidos por columnas que los árabes desarrollaron, lo llamaron riwags, y lo utilizaron eficazmente para dar sombra, refrescando patios o jardines y, como consecuencia, el hogar.

El orientalismo en diseño de jardines es una corriente que se basa en recrear un jardín siguiendo criterios idealizados, en mayor o menor medida, de cómo se pensaban que eran los jardines hispanomusulmanes en un momento de la historia posterior a la reconquista, desechando como posibles influencias el rastro de otras culturas como la romana o la fenicia. Pero esto no es del todo cierto, porque como ocurre con el peristilo,  muchos elementos propios del orientalismo en jardines no se eliminaron entonces, evolucionaron. Tampoco se eliminan en la actualidad, continúan en evolución.

En el periodo que va desde la reconquista hasta el siglo XIX, este estilo de jardín se fue “intoxicando” con nuevos estilos y materiales que fueron apareciendo. Francés, Inglés, Italiano cada país en Europa tenía su propio estilo de jardín. Pero hay quien afirma que España no poseía ni posee una identidad jardinera con la que podamos identificar al jardín español. Lo que hoy entendemos por jardín de estilo neomudéjar, es en realidad una invención de cómo se creía que eran los jardines hispanomusulmanes. Que este estilo de jardinería es fruto de un complejo jardinero que tenemos con respecto a otros países y que esgrimimos para argumentar nuestro propio estilo de jardín.

Yo creo que no existe tal complejo y, de hecho, el complejo es precisamente negar la herencia árabe en el diseño de nuestros jardines. No querer ver que todo sufre su correspondiente evolución, más aún en dos puntos tan distantes en la historia. El orientalismo no es más que la recreación de la nostalgia del oasis que en su día tuvieron los árabes y que, a su vez, posteriormente los románticos del siglo XIX volvieron a padecer. 

La Alhambra de Granada tuvo la culpa. Aunque tras el periodo árabe se crearon notables jardines en España, la mayoría se construyeron siguiendo la moda en jardinería del momento. Durante los siglos XVIII y XIX, viajeros foráneos románticos escribieron de las maravillas que encontraban en el palacio andalusí y lo catalogaron como el jardín típico de la Península Ibérica, creando el mito del jardín hispanomusulmán. 
   
Posteriormente fue el genio Forestier quien, una vez visitado los alcázares de Sevilla y Córdoba, conocer de primera mano los jardines hispanomusulmanes, captó idea, la reinventó, le dio colorido a ritmo de brillantes azulejos, de setos de arrayán y surtidores de los que brotan el suave murmullo del agua. El invento se llamo jardín de estilo neomudéjar.

Jardín pues de herencia andalusí. Se trata del muro, de la separación del propio jardín, su cierre, su progreso y su desarrollo; la experiencia del paso de un espacio a otro, de la intemperie a la protección, de la aridez salvaje del oasis al paraíso árabe. Jardín que quiere ser eco de un antiguo jardín. La nostalgia del oasis. Un reflejo de una de las culturas más grandes y antiguas del mundo. 
           
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