En ocasiones hay
noticias que nos cuentan obviedades sí, pero es bueno que salgan de vez en
cuando y nos refresquen la importancia de las cosas. En este caso, la importancia
de los árboles y los bosques. Me refiero a una noticia que ha salido últimamente
en los medios de comunicación digitales que hace referencia a que los árboles,
contra más edad, mejores son para luchar contra el cambio climático.
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Legumbre de la Sophora japonica un árbol muy común en viario. Fuente: wikipedia |
Y es que los
beneficios de los árboles y bosques son muchos: reducen la erosión del suelo y
por tanto la contaminación del agua, la sombra que producen y a su respiración
son un medio de refrigeración natural, sirven de refugio para la fauna,
producen fruta, frutos y bayas, nos
ofrecen paisajes muy hermosos de variados cromatismos debido al paso de las
estaciones y nos ayudan a reencontrarnos con lo natural.
Pero sin duda el mayor
aporte que realizan los bosques y arboles que lo componen es su lucha contra el efecto invernadero. Este efecto es
provocado porque existen ciertos gases
como son el CO2 y el metano, que dejan pasar las radiaciones
provenientes del sol hacia la superficie de la tierra, pero en cambio no dejan
pasar la radiación reflejada por la tierra hacia el espacio. De esta forma se
produce el calentamiento global de la atmosfera, un fenómeno natural, pero que ha
sufrido un incremento desproporcionado debido a la acción de los seres humanos
y que pone en peligro el equilibrio natural de los ecosistemas. Aquí es donde
entran en acción los arboles del planeta, pues funcionan a modo de sumidero del
CO2 o, explicado de una forma más grafica, los arboles actúan como
una esponja que absorbe el CO2
atmosférico durante el proceso que conlleva su crecimiento.
El estudio de
comentaba al principio fue publicado en la revista Nature y fue realizado por un grupo de científicos de países de todo
el mundo, incluida España, que estaba representada por Miguel Ángel de Zabala coordinador del Grupo de Ecología y
Restauración Forestal de la Universidad Alcalá de Henares.
En dichas investigaciones
se analizaron la media de crecimiento de 673.046 árboles de 403 especies de
todo el mundo y se llegó a la conclusión de que los arboles nunca dejan de
crecer durante toda su vida, por lo que un árbol grande es capaz de absorber en
un año la misma cantidad de CO2 que un árbol mediano en toda su
vida.
De una investigación
de los bosques a nivel mundial pasamos a otra que me coge más cerca. Cuando
asistí en 2011 a las Jornadas Técnicas de Floraurbana, una de las ponencias a
la que asistí la dio Enrique Figuera
Clemente Catedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla. La ponencia
llevaba por título Captación de CO2 por
la flora urbana y trataba sobre la capacidad que tiene el arbolado urbano
de las calles de Sevilla de absorber CO2 atmosférico determinando
que especies realizaban mejor esta función. El resultado es el mismo que la investigación
realizada a nivel mundial y publicada por Nature:
absorben más CO2 aquellos arboles del viario que crecen más rápido y
llegan a convertirse en arboles ancianos.
Lo cierto es que los árboles
de un bosque y los árboles de viario son parientes
que se encuentran muy próximos. Los primeros son naturaleza pura y dura, elementos
fundamentales y vitales del planeta. Los segundos, los arboles de viario, no me
atrevería a decir que son una copia. Para mi son una evocación del bosque
natural que nos acercan al medio natural desde nuestro artificial mundo gris de
asfalto y cemento. El Bosquet o
bosquecillo del barroco francés dentro de la urbe que nos recuerda una
naturaleza no tan lejana.
Por motivos como este
son importantes los arboles de nuestras calles. Es más, como vemos, contra más
grandes y ancianos mejor. Los arboles de nuestra calle conforman un paisaje
único y natural. Si se ha planificado su ubicación teniendo en cuenta el
espacio que ocuparan y su desarrollo posterior que nos eviten podas
innecesarias, podas a lo bestia como
ya escribí en otra ocasión, nos proporcionaran muchos beneficios. Pero sobre
todo crearan un bosque o bosquecillo particular en las calles de nuestra ciudad.
Bosques que evocan paisajes, pues una calle sin árboles grandes es un paisaje
sin identidad.
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