26 de octubre de 2014

Extravagancia en el paisaje

Hoy en día encontramos en jardines elementos de lo más inverosímiles asociados a las nuevas tecnologías que van apareciendo, como es el caso de los céspedes artificiales, tan reales, tan parecidos en morfología, fisiología, forma y densidad a los reales, que si no fuera porque pueden ser rojos, azules o morados, tal es el despliegue creativo de colores en que se pueden encontrar, que es imposible que pasen desapercibidos.

Bosque de Oma 

No digo que este tipo de elementos que encontramos en los jardines sean más buenos, menos buenos o regulares; de hecho me parece que puede dar ese efecto sorpresa, diferenciador, entre unos espacios verdes y otros. En realidad, son curiosidades que entran dentro de la parte más artística del diseño del paisaje y, como todo el arte en general, está abierto a las interpretaciones personales que cada uno le queramos dar. Sobre gustos…

La extravagancia en el jardín no es tan nueva como nos pueda parecer. Hace unos días entablaba en la comunidad de Google+, Jardinería y Paisajismo, una interesante conversación sobre el uso de los espejos en los jardines, muy utilizados últimamente para aprovechar el reflejo del paisaje circundante y hacer que espacios reducidos parezcan más grandes o prolongar el paisaje exterior difuminado los límites del jardín. Pero este efecto se lleva utilizando durante siglos en el reflejo del agua de un estanque, si bien es verdad, la verticalidad que puede presentar la superficie de un espejo no la presenta una lámina de agua.

El agua ha sido ha sido motivo muy recurrente para provocar asombro en el jardín. Si hay un estilo de jardinería que defina a la perfección el jardín extravagante ese es el estilo francés o barroco. Luis XIV, el Rey Sol, era muy dado a sorprender con los juegos de agua, los laberintos y las grutas, a los visitantes de Versalles. Incluso escribió de su puño y letra un escrito con la guía para recorrer los jardines, comenzando por el vestíbulo, punto por punto, y contando con todo detalle donde debían detenerse los visitantes.

Nº13.- Bajar hasta  Apolo y detenerse allí para considerar las figuras, los jarrones, Latona y el palacio: dedicar también una mirada al canal.

Estanque de Apolo, esculpido por Louis de Chastillon, 1683. Fuente imagen: wikipedia
Más atrás aún, si nos trasladamos en el tiempo y en el espacio hasta los Jardines del Generalife en Granada, el elemento de sorpresa, el que tiene al agua como protagonista, es la escalera. A ambos lados, por lo que corresponderán a las barandillas, en canales formados con tejas invertidas, fluye el agua alborotadamente. La escalera del agua es un detalle diferenciador que se ha repetido hasta la saciedad en jardines posteriores y únicamente han cambiado la tecnología y los materiales empleados.

Escalera del Agua del Generalife, vista desde arriba. Fuente imagen: wikipedia
Y si el agua ha resultado tener ese efecto magnético en el jardín, no menos atrayente y místico lo es el fuego. Las hogueras han estado siempre asociadas a religiones ancestrales donde se le rendía culto al sol como fuente de vida y en la actualidad el fuego se está convirtiendo en un elemento más de decoración en el jardín. Ya no es extraño encontrar sustituidos los tradicionales estanques por cuadriláteros con diseño minimalista donde brota una llama que rompe con la oscuridad en el jardín durante la noche e, incluso, podemos encontrar al fuego en sociedad con el agua en un jardín. Una mezcla que alude a elementos esenciales, primigenios, únicos. 
   
Siguiendo este hilo de extravagancia en el jardín llegamos hasta el Bosque de Oma. Paraje englobado dentro de la corriente artística Land Art, nexo de unión artística donde se mezclan naturaleza, arquitectura, escultura y paisaje, y que fue creado por el escultor y pintor Agustín Ibarrola a principios de la década de los 80 del siglo pasado. Es uno de los lugares más visitados de la Reserva Natural de Urdaibai, pues la corteza de los arboles pintadas con vivos colores con figuras geométricas, humanas y animales, metáfora visual de la ancestral relación entre la naturaleza y el ser humano, no deja indiferente a cuantos acceden a tan singular bosque.

Raro, extraño, desacostumbrado, excesivamente peculiar u original. Así queda definido en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española el concepto extravagante. Como raro, extraño y peculiar es el jardín japonés Nobana no Sato. Seguro que muchos de vosotros habéis contemplado alguno de los muchos vídeos que vagan por internet de este espacio verde creado con 5,8 millones de luces LED que forman un curioso juego lumínico al caer la noche… ¿Extravagante?

Jardín japonés Nobana no Sato (Kuwana)  

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