Hoy en día encontramos
en jardines elementos de lo más inverosímiles asociados a las nuevas
tecnologías que van apareciendo, como es el caso de los céspedes artificiales,
tan reales, tan parecidos en morfología, fisiología, forma y densidad a los
reales, que si no fuera porque pueden ser rojos, azules o morados, tal es el
despliegue creativo de colores en que se pueden encontrar, que es imposible que
pasen desapercibidos.
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Bosque de Oma |
No digo que este tipo
de elementos que encontramos en los jardines sean más buenos, menos buenos o
regulares; de hecho me parece que puede dar ese efecto sorpresa, diferenciador,
entre unos espacios verdes y otros. En realidad, son curiosidades que entran
dentro de la parte más artística del diseño del paisaje y, como todo el arte en
general, está abierto a las interpretaciones personales que cada uno le
queramos dar. Sobre gustos…
La extravagancia en el
jardín no es tan nueva como nos pueda parecer. Hace unos días entablaba en la
comunidad de Google+, Jardinería y Paisajismo, una interesante conversación sobre el uso de los espejos en los
jardines, muy utilizados últimamente para aprovechar el reflejo del paisaje
circundante y hacer que espacios reducidos parezcan más grandes o prolongar el
paisaje exterior difuminado los límites del jardín. Pero este efecto se lleva
utilizando durante siglos en el reflejo del agua de un estanque, si bien es
verdad, la verticalidad que puede presentar la superficie de un espejo no la
presenta una lámina de agua.
El agua ha sido ha
sido motivo muy recurrente para provocar asombro en el jardín. Si hay un estilo
de jardinería que defina a la perfección el jardín extravagante ese es el
estilo francés o barroco. Luis XIV, el Rey Sol, era muy dado a sorprender con
los juegos de agua, los laberintos y las grutas, a los visitantes de Versalles. Incluso escribió de su puño
y letra un escrito con la guía para recorrer los jardines, comenzando por el
vestíbulo, punto por punto, y contando con todo detalle donde debían detenerse
los visitantes.
Nº13.- Bajar hasta Apolo y detenerse allí para considerar las
figuras, los jarrones, Latona y el palacio: dedicar también una mirada al
canal.
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Estanque de Apolo, esculpido por Louis de Chastillon, 1683. Fuente imagen: wikipedia |
Más atrás aún, si nos
trasladamos en el tiempo y en el espacio hasta los Jardines del Generalife en Granada,
el elemento de sorpresa, el que tiene al agua como protagonista, es la escalera.
A ambos lados, por lo que corresponderán a las barandillas, en canales formados
con tejas invertidas, fluye el agua alborotadamente. La escalera del agua es un detalle diferenciador que se ha repetido
hasta la saciedad en jardines posteriores y únicamente han cambiado la
tecnología y los materiales empleados.
Escalera del Agua del Generalife, vista desde arriba. Fuente imagen: wikipedia |
Y si el agua ha
resultado tener ese efecto magnético en el jardín, no menos atrayente y místico
lo es el fuego. Las hogueras han
estado siempre asociadas a religiones ancestrales donde se le rendía culto al
sol como fuente de vida y en la actualidad el fuego se está convirtiendo en un
elemento más de decoración en el jardín. Ya no es extraño encontrar sustituidos
los tradicionales estanques por cuadriláteros con diseño minimalista donde
brota una llama que rompe con la oscuridad en el jardín durante la noche e,
incluso, podemos encontrar al fuego en sociedad con el agua en un jardín. Una
mezcla que alude a elementos esenciales, primigenios, únicos.
Siguiendo este hilo de
extravagancia en el jardín llegamos hasta el Bosque de Oma. Paraje englobado dentro de la corriente artística Land Art, nexo de unión artística donde
se mezclan naturaleza, arquitectura, escultura y paisaje, y que fue creado por
el escultor y pintor Agustín Ibarrola a principios de la década de los 80 del
siglo pasado. Es uno de los lugares más visitados de la Reserva Natural de
Urdaibai, pues la corteza de los arboles pintadas con vivos colores con figuras
geométricas, humanas y animales, metáfora visual de la ancestral relación entre
la naturaleza y el ser humano, no deja indiferente a cuantos acceden a tan
singular bosque.
Raro, extraño, desacostumbrado,
excesivamente peculiar u original. Así queda definido en el Diccionario de la
Real Academia de la Lengua Española el concepto extravagante. Como raro,
extraño y peculiar es el jardín japonés Nobana
no Sato. Seguro que muchos de vosotros habéis contemplado alguno de los
muchos vídeos que vagan por internet de este espacio verde creado con 5,8
millones de luces LED que forman un curioso juego lumínico al caer la noche…
¿Extravagante?
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Jardín japonés Nobana no Sato (Kuwana) |
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