A cualquiera le
gustaría trabajar en un proyecto de esos llamados megalíticos. Un proyecto que
perdure con el paso de los años, de los siglos! significativo y que queda para
la posteridad. Pero estos proyectos tienen normalmente dos vertientes, uno el
ególatra, el que tiene como único fin demostrar que existe una supremacía de un
único ser, denomínese faraón, dictador, emperador, rey… etc., el otro el que
tiene la facultad de ser útil, práctico, para el resto de los mortales.
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Fuente imagen Heatherwick Studio |
Un ejemplo del primer tipo de construcción serían
las Pirámides de Keops, una de las
siete maravillas del mundo antiguo, pero estas pirámides son en realidad el
mausoleo de un único hombre. Sólo consiguen sobrecoger al que las contempla
para dejar bien claro sobre quien recae el poder total de lo terreno y lo
divino. En el otro extremo estarían las grandes obras de ingeniera de la Roma
Clásica, acueductos que llevaban el agua a las ciudades y, por tanto, el agua
hasta los ciudadanos, o las grandes vías,
“todos los caminos conducen a roma”, que aliviaban el tránsito de números
viajeros y, cómo no, a los comerciantes favoreciendo las comunicaciones.
Si una vez escribí que
el proyecto de High Line de Nueva York, la transformación de las antiguas vías
aéreas de ferrocarril en un paso elevado y ajardinado, acabaría por convertirse
en el Versalles de nuestro tiempo, al
igual que al jardín francés por antonomasia sentó precedente y un nuevo estilo
de jardinería, el espacio verde neoyorkino busca la expansión del concepto de
jardín elevado en este caso en Londres.
El proyecto se llama Garden Bridge y es de esas creaciones
que ha necesitado de un equipo pluridisciplinar para su desarrollo. Por un lado
el del arquitecto Thomas Heatherwik,
el encargado de crear el pebetero olímpico de Londres 2012 y, por otro lado, el
de Dan Pearson uno de mis paisajistas
preferidos de la actualidad y al que sigo cada publicación que escribe sobre
jardinería en el diario The Guardian.
La idea es sencilla.
En palabras de la actriz Joanna Lumley,
que fue quién tuvo la inspiración para dibujar con su imaginación un lugar en
el centro de Londres donde “el canto de los pájaros se fundiera con el zumbido
de las abejas y con el rumor del viento entre los árboles, sobre un caudal
incesante de agua”. De este germen, al que se unieron en primer lugar Heatherwik y posteriormente Dan Pearson, se desarrolló un puente
ajardinado que pretende unir el norte y el sur de Londres, pero solo para
viandantes, nada de coches u otros vehículos de combustión fósil.
En su ejecución se
invertirán de 180 millones de euros,
de los cuales la mitad según los responsables ya han sido donados por entidades
privadas, eso sí, la otra parte parece que proviene de dinero público. Hasta el
Alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg,
lejos de mostrarse celoso de que al High
Line le salga un hermano pequeño, se ha comprometido a dar un impulso personal
a la idea.
Pero no todo se
traduce en un apoyo tan incondicional como pudiera parecer, pues ya comienzan
las primeras voces críticas al proyecto. Aspectos como el enorme coste del
mismo para un paseo de cinco minutos sobre el Támesis a diferencia del largo
recorrido que supone el jardín del High
Line puede parecer excesivo.
Otros aspectos donde
no existe conceso son el aforo limitado de 2.500 personas cuando se espera más
de 30.000 un sábado normal. La posible prohibición de pasar montando en bici
para no suponer un problema al paso de los viandante. En este punto sería
aconsejable disponer en el propio jardín de un carril bici pero al incluirlo
supondría una reducción de la superficie verde.
Y el aspecto que más
me ha llamado la atención, el tema de la sostenibilidad
de las plantas. Al parecer preocupa que la abundante vegetación, al estar plantada
sobre un volumen tan pequeño de sustrato, tenga que recibir una gran cantidad
de agua debido a la continua salida de biomasa que se producirá en el
ecosistema del puente. Existe proyectado un sistema de riego para usar solo en
caso de sequía, pero los grupos contrarios a la edificación del puente temen
que deba permanecer en continuo funcionamiento para satisfacer las necesidades hídricas
de las plantas.
Volvemos al punto de
partida ¿Qué será el Garden Bridge? ¿Un proyecto pensado para engrandecer a un
único hombre o un bien de uso y disfrute social? ¿Es práctico? Ya os digo que a
mí me encantaría verme involucrado un proyecto de esta envergadura. No creo que
en Inglaterra suponga mucho el costo hidráulico para mantener húmedo el
sustrato. Es cierto que la cantidad económica sí me parece descomunal y quizás
sea lo único que me mantiene reticente… incluso creo que existen aspectos
técnicos que se podrían revisar para buscar el conceso de todos los usurarios. Como
todo en esta vida habrá valoraciones enfrentadas y a mí me
encantaría leer tu opinión sobre el Garden
Bridge al final de este post.
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Fuente imagen Heatherwick Studio |
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Quizás sería interesante darle una vuelta al proyecto, aunque a mi también me parece un gasto desorbitado. Aunque me encantaría que aquí en Madrid se pudiera promover un puente semejante para ser el colofón de Madrid Río. Y si ya sirviera como filtro para terminar de limpiar el agua del río sería uno de los proyectos más relevantes de los últimos años.
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