En una ciudad como
Sevilla, donde en julio y agosto se alcanzan más de 40º C a la sombra, aquel “invento”
que apareció en la Exposición Universal
de 1992, el microclima, fue de
los más nombrados junto con otras atracciones de renombre como el cine Omnimax, el telecabina o el tren monorraíl,
por poner algunos ejemplos.
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Microclima de la Expo´92 en el Parque del Alamillo |
El “invento” era muy
simple, consistía en colocar en unas altas pérgolas
metálicas tubulares y pintadas de celeste, unos sacos llenos de sustrato en
los que se colocaban plantas trepadoras y eran regadas por un sistema de microdifusión
de agua. Las plantas eran capaces de retener la incidencia de la radiación
solar, absorbiendo parte de la luz solar para realizar la fotosíntesis. Las
microgotas de agua refrescaban el ambiente bajando en unos grados la
temperatura aunque subían la humedad relativa.
Como otras muchas infraestructuras
de la malograda Expo´92, tras la insípida Cartuja
93, todo o casi todo lo que se creó para el evento quedó en desuso cayendo
en una imparable e irrelevante degradación por parte de las sucesivas autoridades
locales. El color celeste de las pérgolas tornó grisáceo, la mayoría fueron
eliminadas y hoy en día se encuentran apiladas en aparcamiento del charco de la pava, a orillas del río
Guadalquivir, justo al lado mercadillo que se monta todos los fines de semana.
Algunas corrieron
mayor suerte y fueron trasladas a otras zonas de la ciudad, como las que se
encuentran frente a la Estación de Santa
Justa, las que hay en el Parque José
Celestino Mutis (espacio verde que
por cierto posee la más amplia variedad de palmáceas de la ciudad), o las que
han quedado en la nueva zona abierta al público del Parque del Alamillo, un paseo junto al rio y que comunica con el Parque de San Jerónimo.
El vivero del Parque
del Alamillo que fue habilitado precisamente para surtir de planta ornamental a las necesidades de la Expo´92, aún se
encuentra en funcionamiento y es visitable. Tras los muros de este, si paseas
por el camino que sigue el curso del rio, aun son visibles las alineaciones de Aligustre japónica o el apilamiento Yucca elephantipes. En primavera, a luz
que desprende el sol al atardecer se aprecia como las yucas sueltan una lluvia amarilla, semillas
que se propagan con el viento. Reproducción anemófila si nos queremos poner técnicos.
A pie de suelo han
conservado (probablemente por parte de los responsables de la gestión del
Parque del Alamillo) dos líneas de la parte superior de las pérgolas del
microclima. La estructura metálica, aún celeste, sostiene los sacos de los
cuales hoy en día sobresalen las ramas de la madreselva, que parece una de las plantas que mejor se adaptó de
aquella época pues se encuentra creciendo libremente por muchas de las zonas
verdes de la Isla de la Cartuja abandonadas.
El riego por microdifusión ha sido sustituido por una tubería de riego por
goteo, pero como ejemplo didáctico del fundamento del microclima de la Expo´92
está muy bien.
Quizás me extralimito
en mi papel como sencillo blogger de jardinería. Tampoco deseo sentar ninguna
cátedra, pero si me permitís me surgen una serie de reflexiones que me gustaría
compartir. Un sistema que funcionó aquel verano del 92, que tiene una serie de
ventajas ecológicas como captador de CO2 atmosférico en las ciudades o disminución
de la radicación solar ¿No tendría
cabida esta vieja idea del microclima en la actualidad? Más ahora, que esta
tan de moda el tema de los corredores verdes urbanos en las ciudades de un país
donde el arbolado de viario y zonas verdes se ha convertido en un “problema”
cuya solución requiere apear un gran número de éstos por razones políticas. No lo
sé. Ahí lo dejo…
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Microclima de la Expo´92 en el Parque del Alamillo |
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Microclima de la Expo´92 en el Pabellón de la Navegación |
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