Hace tiempo que tuve
noticia de la existencia de un jardín de lo más extravagante, el jardín
venenoso de Alnwick. Precediendo al Castillo de los Duques de Northumberland, a
unos 500 kilómetros de Londres, se encuentra ubicado este espacio que, tan solo
por lo diferente, por ese plus de peligrosidad que transmite esa esencia tan
original, bien merece una visita. Pero como me temo que será complicado partir
en breve hacia tierras británicas, la visita en este caso tendrá que ser de
forma virtual.
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Entrada del Jardín Venenoso de Alnwick
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Pero es lo bueno de
las nuevas tecnologías de la comunicación, que te permiten trasladarte a golpe
de clic a cualquier parte del mundo. Es verdad que no es exactamente lo mismo
que estar allí in situ, el viaje
físico tendrá que ser como uno de esos propósitos a cumplir a principio de año,
el resto es echarle un poquitín de imaginación.
The Poison Garden es un
lugar cuya historia ya te cautiva desde el principio y que poco a poco
van formando el entramado de espacios, anécdotas, curiosidades y, por supuesto,
numerosas especies vegetales con su propio ciclo vital, que constituyen el
“alma” de un jardín.
Tenemos que
remontarnos hasta 1750 cuando el Primer Duque de Northumberland decide
contratar al mismísimo Capability Brown,
precursor del estilo jardinero inglés, para ajardinar la zona aledaña al
Castillo de Alnwick con un parque acorde con la nobleza que ostentaba. Los
posteriores Duques fueron aportando cada uno su propia visión de la jardinería,
ampliando el contenido del jardín, lo cual fue propiciando un aumento de la
riqueza histórica y botánica del mismo. Al Tercer Duque se le atribuye la
incorporación de semillas proveniente de otras partes del mundo, como las piñas
que se cultivaron en invernaderos aclimatados. El Cuarto Duque en cambio
decidió ampliar el lugar con un jardín de estilo italiano con algo de arte con
arbustos de topiaria incluidos. Incluso el jardín fue en su momento productor
de cultivos hortícolas. Fue durante la 2ª Guerra Mundial y sirvió para
proporcionar alimentos a las tropas alojadas en la zona.
El veneno llegó mucho después de la mano de Jane Percy, Duquesa de Northumberland en 1997, no porque ella fuera
una de esas personas que ahora llaman tóxicas, sino porque tuvo la inquietud de
transformar parte del espacio en un parque temático dedicado a las plantas
venenosas y medicinales que pudieran resultar de interés para el conocimiento y
la divulgación científica. Para ello contrató a los paisajistas belgas Jacques y Peter Wirtz que fueron los
encargados de dar forma a este singular espacio.
No se encuentra carente
de otras singularidades el jardín, como son cascadas y juegos de agua, pero la
mayor atracción son sin duda las más de
100 especies de plantas venenosas. Allí podremos encontrar plantas venenosas
como la mandrágora, la cicuta, la belladona, u otras alucinógenas como
marihuana o coca. Claro que para poder hacer una visita en The Poison Garden se hace necesaria la presencia de un guía experto
que explique la naturaleza venenosa, alucinógena o medicinal de cada planta,
pues la más aparentemente inofensiva planta de aquel lugar puede resultar
fatal con el simple contacto con la piel. De hecho, son frecuentes los
carteles que advierten ¡Peligro! ¡Estas
plantas pueden matar!
Desde el año 2005 el
Jardín Venenoso de Alnwick se encuentra abierto al público para realizar estas
visitas guidas. Debo reconocer que querer conocer un lugar que sería ideal para
la madrasta de Blancanieves, puede
parecer un poco friki pero, como todos los jardines, The Poison Garden tiene los componentes necesarios que pueden ser constituyentes
de un jardín con esencia única, una historia con amplio recorrido y una
composición de especies vegetales letal.
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Juego de agua en el Jardín de Alnwick |
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Cascada en el Jardín de Alnwick
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Fuente imágenes:
Wikimedia commons
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