Cuando estuve en Edimburgo
hace años, a parte de su famoso castillo, el jardín botánico por supuesto, y
recorrer la Royal Mile en una
barbaridad de ocasiones, también conocí la Catedral de San Giles, lugar de encuentro de los Caballeros de la Orden del Cardo. En aquella ocasión me llamó mucho
la atención como la flor del Cardo se encontraba representada en casi todo el
mobiliario, dibujos, vidrieras, tallada en madera en los asientos… me gustaría
poder enseñar algunas de las fotos que hice, pero por aquel entonces no
dominaba mucho la cámara (no es que ahora sea un experto tampoco) pero por
desagracia la luz era escasa y todas las fotos de interior aparecen muy
oscuras.
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Flor del Cardo (Cirsum spp.) |
Fue allí donde
descubrí la importancia de la planta del Cardo para los escoceses. Es curioso
que una planta que se asocia a la fealdad, ser un “Cardo Borriquero”, expresión utilizada hasta donde conozco en
castellano, sea capaz de dar una flor tan hermosa, pero es que la belleza
depende del que mire. Como también es llamativo que para lo que algunas
personas pueda ser una maleza, a
veces, cuando surge espontanea en una cuneta o un terreno degradado, para otros
sea “El Cardo Guardián”.
Cuestión de
impresiones. Según la leyenda, en una lejana noche en el tiempo, los daneses
que se introdujeron en Escocia con intención de invadirla y hacer sus
escaramuzas, encontraron en la planta del Cardo un enemigo, pues al ser
pinchados por las espinas que envuelve a la planta por tallo, hojas y bráctea
de la flor, no pudieron reprimir los gritos que alertaron a los escoceses y
tuvieron tiempo de reaccionar rechazando el ataque. Así que si para los daneses
el Cardo se convirtió en una planta incordio para los escoceses, desde aquella
épica noche, comenzó a fraguarse la historia de la flor que se convertiría en
el símbolo nacional.
Pero no solo en Escocia es valorado el Cardo,
pues existen géneros, algunos notables, que son comestibles como es el caso de
la Alcachofa (Cynara scolymus). Y
estoy seguro que personas mucho mas sabias que yo añadirán otros muchos usos
beneficiosos de esta planta.
No tan lejano en el
tiempo, de hecho está ocurriendo ahora mismo, la flor de Cardo se encuentra
sobresaliendo por encima de otras espontáneas. Plantas que se encuentran entre
las primeras colonizadoras de
solares degradados. El primer bastión en recuperar y reclamar para la
naturaleza lo que es de la naturaleza.
No es difícil
diferenciarla. Su característica
inflorescencia, unos pequeños bastones tubulares de color púrpura, reunidos
en abundante densidad destacan entre el verde grisáceo, desgarbado, espinoso,
de tallo, hojas y resto de partes que forman el conjunto de la planta. También
es cierto que puede alcanzar un tamaño considerable, sin dejar de ser una
especie vegetal de porte arbustivo.
Quizás es arriesgado
decir que es una planta ideal para jardines aunque posee una rusticidad que la haría
apropiada para integrarla en un xerojardín. Pero en este caso no creo que
pudiera pertenecer a un jardín. El Cardo ocupa el lugar que le pertenece. Es
agradable pasear por esos lugares que forman el extrarradio de las ciudades,
una franja de terreno que separan asfalto y campo, un espacio invadido por unas
plantas que son las primeras colonizadoras y que nos recuerdan que la
naturaleza está ahí, esperando su oportunidad para volver a ocupar el espacio
perdido. Más agradable aún es encontrar la magnífica flor del Cardo,
disfrutarla en aquel lugar en tierra de nadie, el que separa la cuidad de lo
natural.
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