Aquello que tenemos
más próximo, siempre presente y rutinario, muchas veces desaparece de nuestra
vista. Lo valoramos sí, pero lo hacemos tan cotidiano, que un buen día se
vuelve como respirar, haciéndose necesario, imprescindible, un acto mecánico y,
a la vez, no nos damos cuenta de que lo obviamos. A mí me ha ocurrido lo mismo
con los jardines que rodean al Real
Alcázar de Sevilla, tantos años escribiendo un blog sobre jardines y nunca
le he dedicado un post a uno de los lugares más emblemáticos de mi ciudad.
![]() |
Bajo la sombra de un naranjo en el Alcázar de Sevilla |
No recuerdo la primera
vez que visité por primera vez el Alcázar, en cambio recuerdo que han sido
muchas las veces que he caminado por los Jardines
de Catalina de Rivera, los Jardines
Murillo y he pasado bajo el arco que hay en el Callejón del Agua para llevarme hasta el Patio de Banderas. Un recorrido siguiendo su muralla árabe hasta
llegar a la antigua Puerta de la Montería,
ahora llamada Puerta del León. Una
veces he ido solo, otras acompañado, pero siempre ha sido delicioso encontrarme
de la frondosidad de la vegetación en sus jardines, especialmente refrescantes
en pleno verano, cuando más calor hace en Sevilla.
Con este post no
pretendo ahondar en la historia de cada una de los espacios que constituyen
estos jardines, pues para eso ya existen numerosas publicaciones. Me gustaría
dar una visión más personal de lo que significan para mí los jardines del Real
Alcázar de Sevilla, que después de tantos años puedo definir en una única
palabra, inspiración. Hace poco redescubrí una cita de Eduardo Godoy que la tome como apunte en el curso de Restauración de Jardines Históricos en
el Centro IFAPA de Palma del Río, “El
jardín es un arte delicado y bello, está hecho a la vez de lógica, fantasía,
imaginación, recuerdo, estudio e intuición.” Bien, pues yo puedo añadir que
los jardines son también una fuente de inspiración. No solo para el diseño de
jardines, también para acontecimientos que ocurren en la vida. El cielo en la
tierra o el oasis en medio del desierto. Un lugar para la contemplación y la
reflexión.
Con paciencia he
esperado que la cola de turistas que hay en la entrada disminuya lentamente,
acercándome al acceso. Algunas veces hasta he llegado a pensar que hago allí,
pues no iba con una intención concreta, simplemente por darme el gusto de
sentarme bajo los árboles o desayunar en la terraza que abre la cafetería a la
vista de sus frondosos jardines. Otras veces he ido por un motivo más
didáctico. Necesitaba información para algún estudio o para algún trabajo de la
Universidad. Incluso he ido allí y he jugado con mi hijo correteando por
laberinto de cipreses y mirto que hay junto al Pabellón de Carlos V u observar juntos las gigantescas carpas que
nadan bajo el agua del Estanque de
Mercurio.
Lo cierto es que nunca he necesitado un motivo concreto
para colarme en Alcázar. En realidad ¿Por qué lo iba a necesitar? ¿No es
suficiente el simple hecho de que están allí? ¿Por qué obviarlos? Ya sea por el
solo hecho de que son unos jardines que poseen la lógica de espacios que se han
ido adhierendo al conjunto con el paso de los años, primero patios y jardines
andalusíes, después la huerta que los rodeaba ha ido cediendo terreno para ir
dejando paso a otros espacios, jardines renacentistas, barrocos o paisajistas
sucesivamente, hasta llegar el Jardín de
los Poetas promovidos por Joaquín
Romero Murube, de estilo neomudéjar, volviendo al principio, haciendo la
historia cíclica y recordando de nuevo sus origines árabes. Son jardines de fantasía
con su galería del Grutesco y su laberinto
de cipreses que nacen de la imaginación, que nos traen el recuerdo de un pasado
que puede ser lejano, escrito en libros, dibujado en pinturas o un recuerdo más
reciente, el de niños y niñas que juegan entre sus patios y bajo los árboles de
profusa sombra. También jardines objeto de estudio, desde el que inspiraba a
poetas de Al-Andalus hasta los más modernos que recrean todo el enclave
mediante aplicaciones para smartphone. Y son intuición, la misma que te hace
huir del calor de Sevilla, buscar su frescor en forma de abundante sombra y
surtidores de agua para encontrarte con un oasis en pleno verano.
![]() |
Patio de las doncellas |
![]() |
Camino en el Alcázar |
![]() |
Caño de Carmona |
![]() |
Estanque de Mercurio |
![]() |
Carpas |
![]() |
Laberinto |
![]() |
Vegetación en el Alcázar |
Sígueme en:
También te puede interesar:
Gracias por perder unos minutos de tu tiempo
leyendo este post.
Hola Jose Luis...una vez me dijeron Un jardín es una manera de vivir, una filosofía de vida. Y es verdad porque abarca todo eso que dice tu frase y más.
ResponderEliminarPasearme por el Alcázar aunque sea virtualmente se convierte en un oasis para el espiritu. Gracias
Estas imágenes son solo un pincelada de lo que te puedes encontrar en los Jardines del Alcázar pero creo que ilustran perfectamente la frese de Eduardo Godoy. Muchas gracias por tu comentario. Un saludo Lourdes.
Eliminar