7 de julio de 2016

El pasado del jardín en el suelo que pisamos

Desconozco si os pasa como a mí que detesto ver un paso en el césped, una calva continua que une dos puntos, un sendero provocado para acortar camino donde supuestamente no debería haberlo. En mi caso no se trata únicamente por el desaprensivo que prefiere no tener que rodear un parterre, sino también porque se trata de un error en el diseño del jardín. El suelo de un espacio verde nos habla, nos cuenta cosas, historias, que debemos escuchar para aprender de los errores y no volver a caer en ellos. 
 
Césped “ocupando” el pavimento
Césped cercano “ocupando” el pavimento

Cuando un jardín presenta un “sendero” espontáneo en una pradera o partes de un seto desparecidas por el tránsito de personas, es porque ahí, en ese concreto lugar, el diseñador del jardín debía haber previsto en el proyecto que sería un espacio de paso obligado. El diseño de un jardín siempre se comienza por los caminos que lo surcan, delimitando las diferentes zonas de uso que bien puede ser espacios para descanso o esparcimiento que normalmente deberían estar cercanas a las edificaciones, quedando unidas por el camino más corto hasta llegar a ellas y, si deseamos crear un camino alternativo, realizar otro sendero más sinuoso que nos invite al paseo y al interés por descubrir una flor, una arbusto especial o llegar hasta un árbol singular. Las posibilidades son todas aquellas que podamos imaginar. Sin embargo, los macizos arbustivos y la vegetación en general debemos disponerla sobre el terreno en las zonas más periféricas del jardín, dejando algunos elementos vegetales como complemento a las zonas de descanso y esparcimiento pero sin estorbar el disfrute en esos espacios. Esta descripción de proyección de los senderos es la más básica y correspondería al jardín de un particular, pero es en los parques y jardines públicos donde se aprecia con mayor nitidez el efecto de no situar los caminos en el lugar correcto.

El caso contrario ocurre de igual forma, es decir, caminos pavimentados por los que nunca pasa nadie y las hierbas espontáneas han hecho suyo el sendero ocupándolo completamente. Esto es algo que dice mucho no solo del diseño, sino del mantenimiento. Las hierbas saliendo de entre los resquicios y grietas que existen en el pavimento crean mala imagen, alzan las lozas y, en verano cuando se secan, pueden ser un combustible peligroso y un riesgo que provoca incendios.   

Si escarbamos aún más, el suelo nos sigue hablando del pasado. En muchas ocasiones la zona que está destinada al jardín ha sido víctima de la construcción de las edificaciones en la que se encuentra englobado, convirtiéndose así en escombrera, paso de maquinaría pesada, lugar para el vertido de residuos (en muchas ocasiones tóxicos),…, y no solo de las edificaciones propias sino también de las adyacentes. En casos como estos se hace conveniente realizar un análisis del suelo para ver la proporción de sustancias tóxicas y metales pesados que posee el suelo, sobre todo si deseamos tener un huerto de consumo particular. Cuando nos encontramos con este problema existen varias soluciones. La primera es la de sustituir varios metros de profundidad del terreno por una tierra vegetal de calidad, aunque es la solución más costosa por los movimientos de tierra que implica y el precio de tantas toneladas de sustrato. La segunda solución es plantar especies vegetales capaces de absorber estas sustancias tóxicas y metales pesados, pues después las metabolizan convirtiéndolas en proteínas inocuas. Esta técnica se conoce con el nombre de fitorremediación y es una práctica científica relativamente reciente pero que en la última década ha sufrido un importante avance debido a recientes desastres ecológicos que han obligado a investigar nuevas formas de paliar el efecto de los vertidos de sustancias tóxicas.   La tercera y última de las soluciones es colocar la huerta que deseamos tener sobre mesas de cultivo para evitar el contacto de las raíces de las plantas con el suelo.

No debemos olvidar nunca que si sobre los cimientos se sustenta una casa, es el suelo donde se desarrollan las raíces de las plantas que dan vida al jardín. Esta es la razón de su importancia, por este mismo motivo cuando diseñamos un jardín debemos mirar también hacia abajo, hacia el suelo, para interpretar las señales que nos envía, para que nos hable del pasado. 
              
Sígueme en: 



También te puede interesar:   
       


Gracias por perder unos minutos de tu tiempo leyendo este post.

1 comentario:

  1. Muchas gracias portan buena información, si que te fijas de esas calvas pero en ocasiones pero no el motivo real. Un saludo desde Plantukis

    ResponderEliminar