Mis últimos diez años
han estado ligados íntimamente a las vías del ferrocarril, desde los viajes que
me situaban diariamente en Córdoba, pasando por cualquier otro viaje de trabajo
o placer donde establezco la prioridad tren
para desplazarme, hasta la actualidad, pues vivo pegado a la Estación y, durante
mis paseos diarios con Duncan,
siempre puedo observar el tránsito de trenes continuo. Es tan habitual para mí
estar dentro de un vagón de tren, que a veces siento algo parecido a lo que nos
cantaba Iggy Pop en su “The passanger” observando tras el
cristal las estrellas, la noche, y cabalgando y cabalgando…
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Árbol del paraíso (Ailanthus altissima)
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Podéis considerar que
soy un melancólico, dramático, desproporcionadamente sensible, pero ya os digo
que el pasarme las horas observando a través de la ventanilla cada escena, cada
paisaje sucederse mientras escucho el canal
de bandas sonoras o el canal de
músicas del mundo del AVE, es
algo que me relaja un montón, que me permite meditar, reflexionar y, muy
importante, me proporciona una fuente valiosísima de inspiración. Es uno de
esos momentos donde más creativo puedo llegar a ser y, por consiguiente a
riesgo de resultar paradójico porque aparentemente no estoy haciendo nada, es
uno de los momentos más productivos tanto para mis tareas cotidianas, como para
los asuntos profesionales.
En todos estos viajes
he tenido un compañero mudo que lleva por nombre árbol del paraíso (Ailanthus
altissima), pero que para muchos no es tal; es más bien un invitado sorpresa
que se apodara de espacios que no le pertenecen. Un árbol invasor, una planta usurpadora
a la que hay que eliminar porque se ha presentado sin invitación y está dejando
sin el lugar que corresponde a plantas autóctonas y naturalizadas.
Yo soy muy consciente
de la problemática que representan las plantas invasoras. Ipomeas, Diente de León o el Jacinto de Agua, no solo se les puede
catalogar como invasoras, son también agresivas en su colonización, pero con el
Ailanto… ¡tengo que hacer una excepción! No he visto crecer Ailantos en parques
o jardines a no ser que hayan sido plantados allí por el jardinero o la
jardinera. Yo lo catalogaría como el árbol
resignado, pues se dedica a colonizar lugares residuales y espacios
degradados, como pueden ser los aledaños de las vías del tren. Por eso las
matas esporádicas y desordenadas con ramas incipientes de Ailanto, que no son
más que salpicaduras verdes junto a las vías del tren, suponen ese pasajero
silencioso que me acompaña en cada viaje que hago. El Ailanto es también el árbol mendigo, pues ocupa aquellos
lugares que ninguna planta desea para sí misma, conformándose con los espacios
o “migajas” que el resto de especies vegetales les ceden, ya sea por la escasez
de recursos, o por lo inhóspito del lugar. Es una especie dioica, así que
podemos encontrar ejemplares femeninos y masculinos, siendo estos últimos los
causantes de proporcionar un desagradable olor, lo que me conduce a añadir un
nombre más a la lista, el árbol apestoso,
a pesar de ser un gran contribuidor con su presencia en las ciudades en esos
espacios infrautilizados, por los que nunca pasa ni vive nadie, responsable de
captar el CO2 atmosférico y las partículas en suspensión de la polución que
causan los demás, para mitigar su efecto y que nos beneficiemos todos.
Si continuo por este camino,
probablemente encontraría más adjetivos que añadir a la palabra árbol en relación con el Ailanto, pero
me parece que es caer en una tremenda injusticia. El árbol del Paraíso o del Cielo, se merece una consideración más digna
por mi parte, que resignado, mendigo o apestoso, porque no es tan invasor como lo pintan, porque es el único
vegetal que se atreve a vivir en espacios que otros desprecian beneficiando el
ecosistema de las ciudades y, sobre todo, porque es ese pasajero silencioso que
me acompaña en cada viaje.
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Bosque de Ailanto
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Se nota el aprecio que le tienes a este invasorr en son de paz que solo quiere ayudar. me ha encantado como escribes y sinceramente creo y comparto aunque no lo empleo tanto que sin lugar a duda es fruto de inspiración los viajes atraves de la vía del tren. Un saludo cordial.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu amable comentario Raúl ¡Como siempre! Saludos cordiales ^_^
EliminarGracias por el artículo
ResponderEliminarEs agradable que muestres una visión poética hacia un árbol que puede resultar tan amado (desde un punto de vista ornamental, puede serlo)como odiado (al menos algunos jardineros le llaman el árbol tonto por su facilidad para "agarrar" y darles más trabajo.Es cierto que crece en los lugares donde otros no lo harían, aparte de su rápido crecimiento, pero no dejamos de reconocer su espíritu invasivo , sobre todo cuando casi no deja apreciar a otros árboles del medio, algo que no llevo bien. Eso si que es curioso,... lo de estar cerca del tren, es algo que parece gustarle... Nos toca convivir, seguir saludándole...
Quizás me dejado atraer por la soledad al escribir este artículo,pues he pasado tantas horas en las estaciones esperando que salga mi tren y viendo pasar gente, que al final encuentras compañeros de viajes de lo más inverosímiles jajaja Es verdad que si se deja crecer, el Ailanto con su gran envergadura, lo cubre todo, pero también es cierto que no se ven en parques y jardines proliferar como otras invasoras mucho mas virulentas. En realidad, no deja de ser una cuestión de términos, siendo estrictos si la podemos considerar "invasora" porque el Ailanto posee ese carácter invasor como bien comentas. Muchas gracias por tu comentario "The Mensajero 13" ¡Saludos!
EliminarHola, felicidades por el artículo! Cuenta con nosotros para tips y informaciones acerca del tema:
ResponderEliminarGrama
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Abrazo.
en mi region se ven, mejor dicho se veían en los parques, poco a poco se han ido talando, y pesea a todo aparecen en solares, ruinas, repisas... pero donde veo que permanecen y prosperan es en cunetas y cursos de agua en estas ultimas zonas es donde se ve más su potencial invasor... complejo tema el de las invasoras...
ResponderEliminarHola y felicitaciones por el blog.
ResponderEliminarÁrbol del paraíso como nombre común suele ser el eleagnus angustifolia, otra especie invasora como el ailanthus, dos especies cuyo comercio está prohibido.
No solo salen en las vías del tren, donde son muy comunes debido a que se plantaron en muchas estaciones por su resistencia y rápido crecimiento, para dar sombra en sitios secos y con clima duro.
Salen en valles desde el pirineo hasta zonas áridas de Almería y Monegros.
Se reproducen por semillas y de rebrote, hay machos y hembras y los machos dan alergías, conozco este especie muy bien por mis trabajos, y no estoy de acuerdo con esta entrada.
Cuanto más se tarde en eliminar más biodiversidad perderemos como reflejan numerosos estudios.
El diente de león , nunca lo puedes comparar con un árbol invasor exótico, porque el diente de león podrá ser invasor pero es autóctono.
Un saludo
Hola Belén y Jorge. En lo que respecta al "diente de león" me refiero al género Carpobrotus, así que disculpad la confusión. En cuanto al ailanto es solo una percepción mía particular, pues solo lo veo crecer en lugares degradados y junto a las vías del tren. Entiendo que si habéis tenido que "jardinear" contra él, os resulte un poco desproporcionado mi grado de afecto hacia esta planta, pero no es más que una opinión personal. Muchas gracias por vuestro comentario. Un saludo.
Eliminar¿Quién hubiese dicho, hace décadas, que algún día las montañas de escombros que rodean Madrid y otras muchas ciudades se convertirían en bosques? Nadie. El milagro se lo debemos a árboles como el ailanto o el olmo de Siberia, culpables de que mañana un gran cinturón verde rodee nuestras ciudades. Qué ingratos somos tildando de "invasores" árboles que transforman nuestros paisajes sin coste alguno...
ResponderEliminarQuizás nos apresuramos a considerar que todo la vegetación espontanea es invasora o mala hierba, pero con control lo cierto es que medioambientalmente es mejor opción para las ciudades esta vegetación que encontrar terrenos degradados. Gracias por tu comentario Adrián. Un saludo.
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