La primera vez que
tuve contacto con la Escuela de
Jardinería Joaquín Romero Murube fue en noviembre de 2004 para la
realización de un curso de Xerojardinería.
Yo hasta entonces no sabía que existía, aunque llevaban años impartiéndose
clases de formación profesional de jardinería y medioambiente. Como había
terminado la especialidad de
explotaciones agropecuarias en la Universidad, y todavía no se había
implantado la especialidad de
horticultura y jardinería, me encontraba ávido por realizar formación
relacionada con el diseño y creación de jardines que era lo que más me gustaba
y, además, me alejaba del trabajo de aplicación de productos fitosanitarios que
por aquel entonces resultó ser una pequeña decepción.
Jardín delantero de la Escuela de Jardinería hace unos años |
La Escuela de
Jardinería se encontraba en el mismísimo Parque
de María Luisa de Sevilla, en el edificio que albergó a Telefónica durante la Exposición
Iberoamericana de 1929. La apariencia del edificio era una continuación de la
estética y estilo arquitectónico de la vecina Plaza de España y de las viviendas que empezaron a poblar a
principios del siglo XX el Paseo de La Palmera, la Avenida de la Borbolla y
todo el barrio del Porvenir. Una cancela de hierro forjado era el paso a la
Escuela de Jardinería para alumnos y profesores al jardín de entrada, mientras
que se observaba un edifico central con torres coronadas con cúpula amarilla y
unido a otros dos edificios más pequeños a izquierda y derecha, oficina de
dirección y biblioteca respectivamente, unidos por unos largos pasillos con
techos sujetados por columnas acabadas en arcos al estilo neomudéjar. Una de
las cosas que siempre me llamaba la atención, era que a la entrada del edificio
principal había un jardín en miniatura sobre una mesa. No le faltaba de nada.
Poseía volúmenes sobre el terreno con colinas y montañas, un estanque y, por
supuesto, plantas variedad mini y
bonsáis haciendo de arboleda. El patio interior, que estaba distribuido en
crucero y daba a las aulas, poseía una fuente central con la forma de la
estrella de ocho puntas andalusí y, en su interior, una tortuga que sostenía un
pato que levantaba la cabeza hacia el cielo, daban la bienvenida a los alumnos
cada vez que se dirigían a sus respectivas clases. En el curso de Xerojardinería, el encargado de dar las
clases de riego era José Manuel Rodríguez, el director del
Centro, mientras que las clases de jardinería
eran impartidas por la Paisajista Sonsoles
Pérez. Allí tuve contacto por primera vez con los estilos de la jardinería,
diseño de jardines, elaboración de proyectos, mediciones, planimetría… ¡Empecé
a flirtear con los dibujos de Miguel
Arjona! Fue durante ese curso que tuve conocimiento de la existencia de la Asociación Española de Parques y Jardines
Públicos, por entonces una organización que me parecía imposible alcanzar y,
en la cual, actualmente, integro como Vocal de la Junta Directiva. Los jardines
del la Escuela de Jardinería eran los propios del Pabellón de Telefónica, así como, los aledaños del Parque
Blancanieves, ambos mantenidos por los mismos alumnos de la escuela como parte
de sus prácticas. La vegetación que lo componía era abundante y diversa. Se agrupaba
por zonas y parterres donde crecían las variedades, las cuales, gestionaba Mariano Martín Cacao, experto botánico en
el Centro. Aquel curso duró tres meses. Después de aquello, solo volví una vez
como alumno, tras muchos años para unas Jornadas de Jardines Verticales. Sí que
he pasado miles de veces por la puerta cada vez que he ido al Parque de María
Luisa. De hecho, todavía lo hago, pero ahora se encuentra cerrada a cal y canto
desde que las Instituciones que mantenían la Escuela de Jardinería decidieran
echar definitivamente el cerrojo. Los alumnos tuvieron que abandonar los
estudios de jardinería y ubicarse en otras escuelas para poder terminarlos,
mientras que algunos de los profesionales y antiguos alumnos formaron la Asociación de Amigos de Jardines Mediterráneos,
que en la medida de sus posibilidades iba a hacerse cargo del mantenimiento de
los jardines de la Escuela de Jardinería el tiempo que estuviera cerrada y hasta
que se le diera un uso al enclave. El tiempo ha transcurrido y, a pesar de titulares
que prometían la apertura de la Escuela para fines jardineros, continua
cerrada. Las posibilidades de mantenimiento se han visto obviamente reducidas, pues
el deterioro de los jardines del antiguo pabellón
de Telefónica y los del Parque Blancanieves
es evidente. Y, lamentablemente, mientras la incertidumbre continué planeando sobre
la Escuela de Jardinería Joaquín Romero Murube,
sus jardines se irán secando irreversiblemente.
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Fachada del edificio principal de la antigua Escuela de Jardinería Joaquín Romero Murube |
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