23 de marzo de 2017

El lilo, las lilas… es primavera en tu vida ¡a disfrutar!

Esa fragancia que nunca se olvida en espigas florales maravillosas

Escrito por Pepe Plana
Simples, dobles o semidobles; blancas, amarillas, rosas o violetas; reunidas en panículas cilíndricas o piramidales, las flores de las más de treinta variedades que constituyen el género Syringa tienen en común la deliciosa fragancia que expelen desde el momento en que se abren, a principios de primavera. Es el principal atractivo de estos árboles y arbolitos, pero no el único: sus hojas caducas con forma de corazón, de color verde mate, suave o más oscuro según la especie, son también muy decorativas. Por su parte, su graciosa copa redondeada, que no suele elevarse por encima de los 4-5 metros de altura, encajará perfectamente en todo tipo de jardines, sean cuales sean sus dimensiones, y si se controla su crecimiento o se eligen especies de desarrollo limitado, podrá incluso exhibirse en un macetón. 

La especie más cultivada es Syringa vulgaris en sus numerosísimas variedades, que se diferencian entre sí, principalmente, sólo en el color de las flores. Syringa vulgaris “Belle de Nancy”, una de las más conocidas, produce grandes y compactas panículas de flores dobles de color rosa malva. Las de S. vulgaris “Charles Joly” son de color rojo púrpura y las de “Mme. Lemoine”, de color blanco puro. Todas ellas pueden alcanzar los 5 metros de altura al final de su desarrollo. Por eso, si quieres un ejemplar más pequeño, tendrás que acudir a especies como Syringa meyeri, que en su variedad “Palibin”, de flores rosadas, no supera los 1,5 metros de altura.

Syringa vulgaris

La poda, esencial 

La poda es básica durante los primeros años de vida de tus ejemplares y tiene la finalidad de ayudarles a crecer con fuerza al tiempo que van obteniendo la forma deseada. En invierno deberás cortar los brotes más débiles desde la base, y en primavera podar suavemente los nuevos desarrollos una vez finalizada la floración. Especialmente durante los primeros años será necesario eliminar las flores casi inmediatamente después de producidas, para que no roben fuerza al resto de la planta. Como son de vida efímera, esto no representará un gran problema. Los ejemplares maduros se pueden podar severamente en invierno (poda de rejuvenecimiento) si es necesario, aunque se puede perjudicar con ello a la siguiente floración.

Guía de cuidados

■ ¿Plantación? primavera o invierno

Depende de la zona donde se vaya a instalar. En las más cálidas no tendrá problemas para arraigar desde finales de invierno, mientras que en las más frías conviene retrasar un poco esta tarea. Conviene enriquecer el terreno con materia orgánica antes de instalarlo y regar abundantemente después.

■ ¿Situación? A pleno sol

Aunque la sombra parcial no le va mal al lilo, prefiere estar a pleno sol, y lo demostrará con una floración especialmente bella y abundante. La incidencia directa de los rayos, además, estimula el aroma de sus flores.

■ ¿Terreno? Ante todo, bien drenado

No soporta los encharcamientos, y esa es su principal exigencia en cuanto al tipo de suelo. Le gusta tener las raíces fresquitas y aunque los prefiere ligeramente alcalinos, neutros o arcillosos, se adapta sin problemas a cualquier otro tipo de terreno. 
 
■ ¿Riego? no en exceso

Agua suficiente para mantener frescas, sin más, sus raíces, es todo lo que necesitan tus lilos. Lo que exceda de esta dosis es superfluo y, además, puede hacerles daño. Las plantas jóvenes y las que crecen en recipientes necesitan riegos más frecuentes.
 
■ ¿Multiplicación? Por esquejes

Córtalos en verano de ramas laterales sanas y prenderán sin dificultad si untas los extremos en hormonas de arraigo y los instalas en una mezcla de arena y turba. También puedes hacer acodos en primavera o trasplantar hijuelos enraizados al pie del tronco en invierno.


Syringa vulgaris
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1 comentario:

  1. Buenisima información de este precioso ejemplar. Muchas gracias. Un saludo.

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