Esa fragancia que
nunca se olvida en espigas florales maravillosas
Escrito por Pepe Plana |
Simples, dobles o
semidobles; blancas, amarillas, rosas o violetas; reunidas en panículas
cilíndricas o piramidales, las flores de las más de treinta variedades que
constituyen el género Syringa tienen en común la deliciosa fragancia que expelen desde el momento
en que se abren, a principios de primavera. Es el principal atractivo de estos árboles y arbolitos,
pero no el único: sus hojas caducas con forma de corazón, de color verde mate,
suave o más oscuro según la especie, son también muy decorativas. Por su parte,
su graciosa copa redondeada, que no suele elevarse por encima de los 4-5 metros
de altura, encajará perfectamente en todo tipo de jardines, sean cuales sean
sus dimensiones, y si se controla su crecimiento o se eligen especies de
desarrollo limitado, podrá incluso exhibirse en un macetón.
La especie más
cultivada es Syringa vulgaris en sus numerosísimas variedades, que se
diferencian entre sí, principalmente, sólo en el color de las flores. Syringa
vulgaris “Belle de Nancy”, una de las más conocidas, produce grandes y
compactas panículas de flores dobles de color rosa malva. Las de S. vulgaris “Charles Joly” son de
color rojo púrpura y las de “Mme. Lemoine”, de color blanco
puro. Todas ellas pueden
alcanzar los 5 metros de altura al final de su desarrollo. Por eso, si quieres
un ejemplar más pequeño, tendrás que acudir a especies como Syringa meyeri, que
en su variedad “Palibin”, de flores rosadas, no supera los 1,5 metros de altura.
Syringa vulgaris |
La poda, esencial
La poda es básica
durante los primeros años de vida de tus ejemplares y tiene la finalidad de
ayudarles a crecer con fuerza al tiempo que van obteniendo la forma
deseada. En invierno deberás
cortar los brotes más débiles desde la base, y en primavera podar suavemente
los nuevos desarrollos una vez finalizada la floración. Especialmente durante
los primeros años será necesario eliminar las flores casi inmediatamente después de producidas,
para que no roben fuerza al resto de la planta. Como son de vida efímera, esto
no representará un gran problema. Los ejemplares maduros se pueden podar
severamente en invierno (poda de
rejuvenecimiento) si es necesario, aunque se puede perjudicar con ello a la
siguiente floración.
Guía de cuidados
■ ¿Plantación? primavera o invierno
Depende de la zona
donde se vaya a instalar. En las más cálidas no tendrá problemas para arraigar
desde finales de invierno, mientras que en las más frías conviene retrasar un
poco esta tarea. Conviene enriquecer el terreno con materia orgánica antes de
instalarlo y regar abundantemente después.
■ ¿Situación? A pleno sol
Aunque la sombra
parcial no le va mal al lilo, prefiere estar a pleno sol, y lo demostrará con
una floración especialmente bella y abundante. La incidencia directa de los
rayos, además, estimula el aroma de sus flores.
■ ¿Terreno? Ante todo, bien drenado
No soporta los
encharcamientos, y esa es su principal exigencia en cuanto al tipo de suelo. Le
gusta tener las raíces fresquitas y aunque los prefiere ligeramente alcalinos,
neutros o arcillosos, se adapta sin problemas a cualquier otro tipo de
terreno.
■ ¿Riego? no en exceso
Agua suficiente para
mantener frescas, sin más, sus raíces, es todo lo que necesitan tus lilos. Lo
que exceda de esta dosis es superfluo y, además, puede hacerles daño. Las
plantas jóvenes y las que crecen en recipientes necesitan riegos más
frecuentes.
■ ¿Multiplicación? Por esquejes
Syringa vulgaris |
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Buenisima información de este precioso ejemplar. Muchas gracias. Un saludo.
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