El de febrero de 2016 no fue
el mes más frio de la Península Ibérica. Es más, todo el invierno fue
extremamente caluroso, las cotas para localizar la nieve fue muy elevada y
muchas estaciones de esquí se quedaron sin teñir de blanco. No obstante, era
invierno con todo lo que ello conlleva, así que algo de frio y agua cayó los
días 11 y 12 del mes,… aunque no durante el Seminario de Jardines Históricos
que se celebró en el Museo Ruso de San
Petersburgo de Málaga. La meteorología es extremadamente benevolente con la
ciudad andaluza y por este motivo se pudo disfrutar plácidamente del ambiente
tropical característico de la zona, la misma, que hace posible el cultivo de
frutales propios de lejanas latitudes. Un par de días ideales para, a la menor
oportunidad, sentarse en la arena y dejarse embelesar contemplando el
Mediterráneo.
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El Parque de Málaga |
Obviamente, la
vegetación acompaña en este buen estado del clima, así que el Parque de Málaga lucía con espectacular
belleza aquel febrero. Los claros y las nubes se alternaban dejando pasar, unas
veces radiantes otras veces tenues, los rayos de sol entre árboles, palmeras y plataneras
(Musa paradisiaca). Algunas Aves del
Paraíso e Hibiscos estaban en flor, así como, la Dimorphoteca plantada en temporada.
Claro que la Bignonia de
Invierno (Pyrostagia venusta),
tampoco se quedaba atrás floreciendo en miles de pequeñas llamas que surgían de
lianas verdes. Las Hojas de Sangre (Iresine
herbstii), hacían honor a su nombre pues a los pies de los Cocos Plumosos (Syagrus romanzoffianum), la tenue luz
que se colaba entre las palmas conferían el aspecto de una tierra que sangraba,
carmesí, cubriendo toda la superficie del parterre.
Este espectáculo vegetal, lleva produciéndose desde hace más de un
siglo, desde que el malagueño Antonio Cánovas del Castillo firmó un decreto
en 1896 que obligaba a las autoridades del aledaño Puerto a realizar una cesión
de los terrenos que conforman el Parque para construir un espacio verde. Unos
jardines que acabarían convirtiéndose en el umbral de los barcos que arribaban
hasta Málaga. El proyecto final del parque público correspondió a Joaquín
Rucoba y Tomás Brioso. En 1897 plantean el espacio al igual que un jardín
botánico, como una colección de especies vegetales, las cuales fueron traídas
desde las zonas tropicales del mundo.
Y hace tan solo diez años, el Parque de
Málaga sufrió su última remodelación acometiendo obras de mejora en accesos, paseos
y pequeñas plazas de descanso. También se realizó una intervención sobre las
plantas, de la cual, lo más controvertido fue la eliminación de los Plátanos de
Sombra por encontrarse podridos y ser sustituidos por Almeces que, siendo otra
especie arbórea, mantenía el planteamiento original de crear en la avenida
principal un paseo donde conviviesen arboles de hoja caduca y palmeras.
El
Parque de Málaga se ha puesto “guapo”
y es por un motivo, su inclusión dentro del selecto grupo de Bien de Interés Cultural (BIC). Se da
una paradoja con respecto a los jardines que pretenden estar protegidos por un
reconocimiento legal, pues la mayoría de los espacios verdes históricos
alcanzan la figura por encontrarse asociados a alguna otra infraestructura, no
por el jardín en sí. En fin, la propuesta a la Junta de Andalucía para la inclusión
del Parque de Málaga como BIC está hecha y solo queda la espera hasta el
reconocimiento oficial como parque de interés cultural. En mi caso, de manera
unilateral y personal, ya le guardo la mayor de las consideraciones.
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Margarita del Cabo (Dimorphotheca ecklonis) |
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Hojas de Sangre (Iresine herbstii) y Cocos Plumosos (Syagrus romanzoffianum) |
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Bignonia de Invierno (Pyrostagia venusta) |
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