¡Ya me gustaría a mí
pasear bajo los sakura de Japón! Llega la primavera y la red de redes se llena
de las idílicas imágenes de los parques y jardines japoneses con los hermosos
cerezos en flor (sakura), de tal manera, que parece que hubiera caído una gran nevada
sobre los jardines nipones. En Sevilla es posible encontrar cerezos en flor,
pero aislados o, al menos, no creando esa estampa que vemos en internet. Lo más
perecido que he llegado a ver, es un campo plantado con un par de exiguas filas
de Almendros. Por supuesto, pegada a una finca de olivar.
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Flor de Prunus spp. |
En Coria del Río,
localidad sevillana famosa por la pesca y posterior ingestión del albur en el paseo fluvial, así como, del
paso en “la barca” de vehículos a través
del Guadalquivir hasta el vecino pueblo de Dos Hermanas, existe un proyecto
anclado al igual que los varados botes de pescadores sobre las aguas del río
para la creación de un jardín japonés. Ya escribí sobre este proyecto en 2014 para
Jardines Que Me Gustan, que dio comienzo
con la plantación de un sakura por parte del príncipe heredero de Japón,
Naruhito, y al que seguirán otros siete sakura. Todo aquello ocurrió durante el
aniversario del año Internacional de Japón, país con el que se encuentra hermanada
Coria del Río por fuertes lazos desde que en 1613 recalara en la población
sevillana el diplomático japonés Hasekura
Tsunenaga.
Los ocho sakura se
plantaron hace ahora tres años, pero la idea original era crear un jardín japonés
público en el Parque Carlos de Mesa. Me encantaría que se hiciera realidad,
porque en la actualidad existen muy pocos o ningún parque público con un jardín
japonés en España, cuando en otros lugares del mundo, al margen del propio
Japón, se han creado muchos de estos singulares espacios verdes.
Es cierto que crear un jardín japonés va mucho más allá de
plantar los cerezos. Es más, plantar los sakura implica no solo una cuestión
estética y de diseño, tiene mucho que más que ver con el acto de la siembra y el
sakura en sí, que se encuentra unido a la espiritualidad de una flor que
representa inocencia, simplicidad, y que recibe a la primavera. En unas
recepciones solemnes llamadas Hanami,
los japoneses realizan excursiones y se reúnen bajo los sakura para reflexionar
sobre la naturaleza efímera de la vida que se asemeja a la breve duración que
tienen las flores de los cerezos en las ramas de los árboles. Hoy en día,
muchos de estos cerezos, no dan fruto, solo la flor. Los Prunus que si dan frutos y que son los que estamos acostumbrados a cultivar
en la Vega del Guadalquivir son Prunus
avium (cuyo fruto es la cereza, guinda o, como llamamos por el sur picota), P. Amygdalus (melocotonero), P.
Cerasus (almendro) y P. domestica
(ciruelo). Sé que nos son jardines propiamente dicho, pero pasar por estos
campos de cultivos en primavera, al menos, se asemeja mucho a la idea de huerto de placer de los jardines hispanoárabes.
Insisto, sé que no son jardines y que tampoco puedo catalogarlo como fenómeno
natural, pero no puedo dejar pasar por alto el millón y medio de cerezos cultivados
en el Valle del Jerte de Extremadura.
Un Bien de Interés Cultural de
árboles que florecen en una sintonía única que tiñe todo el valle de blanco para
dar la bienvenida a la primavera.
Cerezos en flor en el Palacio Imperial en Tokio. Fuente imagen: wikimedia commons |
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