Es exacerbado afirmar
que tengo una relación de amor odio
con una planta, pero no encuentro forma mejor de definir lo que existe entre mi
Spathiphyllum y yo. Lo siento. Pero después de todo y al final, me he dado cuenta de
que como ocurre a menudo con las relaciones humanas, nos falta comunicación. La
culpa es mía no suya, pues la comunicación con las plantas debe basarse en la
observación, en reconocer los signos y detectar cuáles son sus necesidades para
actuar a tiempo y corregir cualquiera que sea su carencia.
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Mi Spathiphyllum el día que nos encontramos |
Mi Spathiphyllum es una planta superviviente. La encontré abandonada junto a un
contenedor de basura con un único distintivo reconocible en forma de pegatina
aludiendo a IKEA y su correspondiente
código de barras. Durante los últimos tres años me ha acompañado, primero en la
azotea donde tenía mi antiguo despacho, para luego, seguirme hasta un nuevo
piso. Ha pasado por numerosos altibajos con abatimiento de hojas que he ido solucionando
unas veces con abono, otras veces regulando el riego y, por último, reduciendo
la intensidad diaria de luz que recibe. Ahora se encuentra en un nuevo momento up, donde ya no consigo discernir cual
fue mi acierto. Tal vez sea la primavera.
Lo único a mi favor en
nuestra relación es que nunca me he dado por vencido con ella. Eso me viene de
serie. Soy muy testarudo y poseo cierta dificultad para darme por vencido. Aunque
no considero que ese tenga que ser un defecto hecho virtud exclusivo. Cuando
algunas personas que conozco a través de las redes sociales me comentan que se
le dan mal las plantas, que siempre acaban marchitando, yo siempre les contesto
que las plantas solo necesitan (no voy a decir amor), pero si algo de cariño,
atención y… ¡agua! No olvidemos que cualquier especie vegetal es un ser vivo y
necesita de una serie de cuidados muy sencillos que después nos repercutirán en
una enorme satisfacción. Con muy poco que damos obtenemos mucho. Algunas consideraciones que tenemos que tener en
cuenta a la hora de adquirir cualquier planta, para sembrar en nuestro
jardín o cultivar en contenedor, ya sea mediante compra, adopción o regalo de
propagación vegetativa, son las siguientes:
Procedencia natural: Todas las plantas tienen un origen
geográfico, con unas características climatológicas únicas, y por mucho que nos
empeñemos, no las podemos cambiar. Tenemos que adquirir plantas que se adapten
bien al lugar donde van a ser cultivadas y esto significa que no vale tener una
especie malviviendo en nuestro jardín. Por mucho que nos guste una planta y aunque
nos duela, no debemos caer en ese egoísmo porque es una relación que nunca acabará
bien, excepto si te marchas a vivir a con ella a su lugar de procedencia.
Frecuencia de riego: Las plantas necesitan agua, pero algunas
mucha, otras muy poca y, otras en cambio, solo quieren un riego intermedio.
Tenemos que conocer las necesidades de agua de la planta que estemos cultivando
porque tanto el exceso como la carestía pueden resultar perjudiciales. En este
caso, demasiado cariño o la falta de atención con nuestra planta, pueden dañar la
relación.
Nutrientes y abonado: El cariño debe cultivarse cada día, por eso
hay que ser atento y no escatimar en detalles con nuestras plantas.
Inevitablemente, las reservas de nutrientes en el sustrato se van acabando, por
eso es adecuado que al menos una vez al año abonemos el suelo con un producto
de triple acción compuesto de nitrógeno, fosforo y potasio. Como ocurre con el
agua de riego, no debemos sobrepasar la cantidad adecuada y con una proporción
similar al volumen de una cucharilla de café será suficiente para hacer feliz a
nuestras plantas, independientemente de que las cultivemos en contenedor o en
el jardín.
Dejar respirar: Muchas plantas sufren de asfixia radicular
porque no somos conscientes de que las gotas de agua al caer, las propias
raíces al crecer o las pisadas van compactando el suelo eliminado los pequeños
poros que hay en el sustrato y por donde circula el agua y el aire. A veces a
las plantas hay que darles su espacio, pero eso no significa que no vayan a
apreciar el gesto. Lo ideal es descompactar el suelo pinchándolo con un
rastrillo hasta que quede con aspecto mullido.
Conoce sus debilidades: Las plantas poseen enemigos naturales que
se pueden presentar con forma de plaga, de hongo o de enfermedad. Si conocemos
los tipos que más afectan a nuestras plantas en particular, podemos anteceder
cualquier eventualidad que se produzca en este sentido. Y es que no hay nada
como el conocimiento mutuo para que la relación con nuestras plantas marche a
la perfección.
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El mio esta maravilloso, aunque florece poco ya lo tengo unos 8 años y finalmente Este año le hemos hecho un rejuvenecimiento. Ya veremos cómo le va. Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegro de que progrese adecuadamente ^_^ Un saludo Raúl.
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