Cada vez que me
recordaba que no trajera uno de esos “ordinarios”
júpiter (Lagestroemia indica) de flor
rosa chicle, que quería el de flor
blanca, me partía de la risa. Era la forma de expresar su indignación ante un color
que le resultaba horroroso y a mí realmente me daba igual. Por aquel entonces
percibía mis honorarios por llevar los bocetos de otros a un plano y realizar
el proyecto de paisajismo (memoria, presupuesto, pliego de condiciones técnicas
y los mencionados planos) para después ejecutarlo, así que mi única
preocupación consistía en que cuando el arbusto lo trajeran del vivero, la flor
del júpiter fuera de color blanco.
Lo que realmente me
hacía gracia era el tono despectivo que utilizaba para referirse al rosa chicle. Él ya poseía reconocimiento
como paisajista (aún lo tiene), yo comenzaba en el sector como técnico delineante y pasaba las más de
ocho horas de la jornada laboral sentado en mi oficina dibujando con Autocad. No me quejo. Mi oficina estaba
dentro de un vivero, así que las vistas por la ventana eran geniales y
exuberantes, además, disfruto mucho dibujando en el ordenador. Cuando lo hago,
las horas pasan volando. Pero también una novedad para variar viene bien y por
eso cuando aparecía tras la puerta con toda pomposidad, fingiendo humildad y
pidiendo con exquisita educación, por favor, sentarse en una silla que había
apartada en un rincón y que le diera un post-it
donde dejarme una nota en la que suplicaba ¡júpiter de flor blanca!, lo
agradecía enormemente. Después de todo era una oportunidad única para aprender
sobre un mundo en el que comenzaba a adentrarme y que me fascina, el
paisajismo. Los arbustos de júpiter (de flor blanca, por supuesto), estaban
destinados a una hacienda que se estaba rehabilitando para realizar
celebraciones. Los jardines, faltaba más, debían estar en sintonía con el resto
del inmueble. Lo cierto es que no es el único espacio verde donde he plantado
júpiter, pues lo he empleado mucho en los jardines en los que he trabajado, eso
sí, no he sido tan estricto en el color de la flor a pesar de que el blanco sea
mi preferido.
La Lagestroemia
indica es una planta de floración estival cultivada en muchos parques públicos. Al verla estos
días en pleno surgir de flores, tanto rosa
chicle como blanca, me ha hecho recordar esta historia. Es un arbusto que
se puede plantar tanto aislado como en grupo, ya sea en parterres con grava
decorativa, mulch de corteza de pino
o praderas. Las ramas pueden alcanzar hasta dos metros de altura, por eso se
coloca en un segundo plano cuando realizamos el diseño y así no eclipsar otros
arbustos más pequeños u ornamentos del jardín que deseamos puedan verse. Alguna
vez lo he visto podado formando un mini arbolito, pero esta circunstancia no es
la más frecuente. No debe faltar decir que es un arbusto de hoja caduca, de un
verde profundo e intenso, y aunque pudiera hacer pensar que en invierno pierde
parte de su encanto, esta afirmación está muy lejos de la realidad pues su
corteza en manchas de distintos tonos ocres y marrones es parte de su atractivo
ornamental. En un arbusto que en cuanto a cuidados, no necesita muchos porque
es bastante resistente a un suelo pobre en nutrientes, puede sobrevivir sin
excesiva agua, requiere alguna poda puntual y en ocasiones habrá que prestar
atención a la presencia de un polvo blanco que implicaría un ataque del hogo oídium y habría que tratar con
fungicida. Debido a su tamaño, es muy apto
para jardines urbanos pequeños, balcones y terrazas, además, tiene una característica
especial gracias a un cambio de color otoñal que posee la capacidad de proporcionar
dinamismo al conjunto del jardín. Como vemos, júpiter es un arbusto con nombre
de deidad y que además de ser un planeta del sistema solar, es una especie
vegetal de gran valor para un espacio verde.
![]() |
Júpiter (Lagestroemia indica) de flor blanca |
Sígueme en:
También te puede interesar:
Muchas gracias por partida doble. Por la historia y por la información de este tan interesante ejemplar. Un saludo
ResponderEliminar