Seguro que igual que a
mí, en alguna ocasión has notado algo ligeramente distinto en una planta que
conoces de toda la vida. Una disminución en el tamaño de las hojas, una
variación en la coloración de flores u hojas, un árbol que no alcanza en la
edad adulta la estructura que cabría esperar por su especie,…. Este fenómeno es
muy frecuente durante las vacaciones, cuando realizas un viaje y observas la
planta ubicada en una región diferente.
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El ambiente condiciona el desarrollo de las especies vegetales |
Lejos de lo que
pudiera parecer, las plantas (como también ocurre con los animales), se
encuentran muy influenciadas por las condiciones de suelo y climatológicas del
lugar donde son cultivadas. En biología se describe como fenotipo el aspecto
exterior que tiene un determinado ser vivo y que posee un genoma concreto.
Entre especies, el genoma (genotipo) no varía mucho, pero por la acción del
entorno en el que se encuentra puede variar, unas veces en detalles minúsculos,
otras veces en claras obviedades. Un ejemplo práctico de cómo el ambiente puede
causar variaciones notables en el genotipo manifestándose en el fenotipo y del que
me percaté cuando trabajaba en Córdoba, fue que cada vez que visitaba la ciudad
califal, me llamaba poderosamente la atención que los arboles que veía fueran
de menor envergadura que las mismas especies arbóreas que en Sevilla, la ciudad
donde vivo. El misterio se resolvió cuando me contaron que al tener menos caudal
el rio Guadalquivir en Córdoba, existía menos humedad y ese detalle era suficiente
para hacer que variaran el porte levemente de una ciudad a la otra.
Por todas estas
razones, cuando se consultan los abundantes libros y webs de fichas botánicas, siempre hay que leer con mucha
cautela, siendo conscientes de que los datos recogidos en estas fuentes de
información son medias de cifras tomadas en muchos lugares distintos. En
definitiva, que los datos de tipo de hoja,
altura, color de flor, floración
o fructificación que nos indican en
libros y webs son ciertos, pero solo son los más habituales. En Sevilla se da
la circunstancia que arbustos como hibiscos o buganvillas se encuentran casi en
permanente floración. Los rosales en función de las veces que se poden, también
llegan a formar nuevas rosas en épocas inusuales. Todo ello, tan sólo porque
tenemos un microclima muy concreto, con un verano atroz, una primavera muy
calurosa, un otoño ídem, un invierno suave unido a unas escasas lluvias pero
que cuando cae lo hace de forma torrencial, y provoca un ambiente que
condiciona el futuro de las plantas a lo largo de su ciclo vital en nuestros
parques y jardines.
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Gracias por perder unos minutos de tu tiempo
leyendo este post.
Muchas felicidades
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