31 de mayo de 2018

Un par de cicas en la entrada


Hay plantas que te marcan de una forma más profunda que otras. Es cierto eso de que el roce hace el cariño, así que no es de extrañar que tenga cierta predilección por la Cyca revoluta, una palmera pequeña que durante más de cinco años me dio la bienvenida a la entrada de mi oficina. En realidad eran dos, una a cada lado de la puerta. Dos guardianes silenciosos que se erguían orgullosos y eran testigos mudos del devenir de mi jornada laboral.

Roseta de hojas de Cyca revoluta
Roseta de hojas de Cyca revoluta


También he proyectado jardines en los que he colocado ejemplares de cica para su posterior plantación. Normalmente eran jardines de un diseño exótico o tropical, y es que a pesar de que la cica proviene del sur de Japón, se ha adaptado maravillosamente bien en toda la costa mediterránea. Es en esta zona donde crece, se desarrolla e, incluso, vegeta hasta convertirse en una palmera de 6 metros de altura y con varios pies emergiendo desde su base. Pero si llegáis a observar una cica de este tamaño, significa que estáis viendo un ejemplar muy anciano pues necesita entre 75 y 100 años para alcanzar su máxima altura.

Las cicas o Sotetsu, como las llaman en Japón, presentan la característica botánica de poseer hojas que crecen formando una roseta o disposición helicoidal en el tronco. De ahí el nombre de la especie, revoluta, pues las hojas se desarrollan en función de una velocidad angular que completan una serie de giros. Las hojas, que presentan una suerte de estípulas apretadas, angostas y rígidas, van dejando su origen adherido al tronco una vez que se secan y se vuelven leñosas, contribuyendo a la formación del tronco en su crecimiento.  

Es posible cultivar cicas en lugares más fríos, pero tiene que ser en interior para poder proporcionar la temperatura necesaria y crear así su hábitat ideal. En este caso, se pueden cultivar en contenedores o macetas sin problemas. Sí habrá que tener en cuenta que al adquirir una planta joven, habrá que ir cambiando de contenedor a uno mayor a medida que vaya creciendo. Al ser una planta dioica, encontraremos en espacios verdes ejemplares masculinos que desarrollan un cono de polen o ejemplares femeninos con inflorescencias, apareciendo ambos órganos reproductivos en el centro de la roseta formada por las hojas.

Pero no todo es perfecto en lo que respecta a las cicas de jardín. El inconveniente que tienen es la elevada toxicidad al ingerir alguna de sus partes verdes. En especial, si os ocurre como a mí y tenéis animales domésticos en casa, hay que extremar la precaución pues la encuentran apetitosa.  
    
No obstante, que no os ciegue el miedo y no dejéis de disfrutar del valor ornamental de la Cyca revoluta. Es cultivada en muchos parques y jardines, embelleciéndolos. Siendo espacialmente atractiva en las playas paradisiacas de la prefectura japonesa de Okinawa, de la que es oriunda,  y donde su silueta se impone para dejar paso a la majestuosidad del Océano Pacífico.

Cicas en la playa de la prefectura de Okinawa
Cicas en la playa de la prefectura de Okinawa  

Dos cicas de jardín
Dos cicas de jardín
Fuente imágenes: Pixabay 
    
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