Entiendo que con la llegada de las fechas tenga que haber una
determinada climatológica, lo que me
parece curioso (por no decir preocupante), es que no exista una transición
progresiva entre una estación y la siguiente. En Sevilla hemos pasado de un
inverno cálido que no terminaba, a un verano de improviso que nos ha pillado despistados.
Entre los seres vivos que tienen que adaptarse a los rigores del cambio climático se encuentran,
efectivamente, las plantas de nuestro jardín.
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Riego con difusor al anochecer
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Las plantas llevan habitando la tierra muchos millones de años a la aparición
del ser humano. Han soportado la separación de continentes, cambios en la
composición atmosférica, caída de meteoritos o glaciaciones, y ahora tienen que
volver adaptarse a un cambio presuntamente rápido y, de paso, garantizar
nuestra propia subsistencia. Algunas ya portan con esa característica que las hace
diferentes y evolucionaran, la mayoría desaparecerán definitivamente.
Para hacer posible este descomunal
proceso de adaptación podemos ayudar, en la medida de nuestras
posibilidades, y preparar nuestro jardín o las plantas que tenemos en macetas a
la llegada de este verano improvisado. Deberemos tener muy presente cuales son
las necesidades hídricas de cada especie, pues no todas las plantas tienen los
mismos requerimientos de agua.
Las plantas se agrupan normalmente en tres grupos de necesidades: Plantas de altas necesidades, plantas
de necesidades intermedias y plantas xerofitas o de baja necesidad hídrica. Es
importante conocer este dato de las plantas que cultivamos por dos motivos; el
primero, porque el agua es un bien escaso que hay que cuidar, el segundo
motivo, tanto el defecto como el exceso de agua puede ser perjudicial para los
vegetales pues poca agua haría que la planta se marchite y el exceso hará que las
raíces mueran por asfixia radicular. A modo muy generalizado, las plantas
siempre deben tener el sustrato húmedo, lo suficiente que sea capaz de detectar
nuestro sentido del tacto al palpar con la mano. Obviamente, las cactáceas y
crasas necesitan poca agua y una pradera de céspedes necesitará mucha agua.
Proporcionar la cantidad de agua necesaria a cada planta es complicado y
muchas veces será la observación lo
que nos determine qué requiere cada planta en particular. También habrá que
probar e ir desechando lo que no funciona en detrimento de medidas que tomemos
y que detectemos una respuesta positiva en las plantas. Veremos que aunque sean
la misma especie vegetal, una única planta como un único individuo, puede llegar
a tener un comportamiento diferente según el lugar donde se cultive, independientemente
de si son dos lugares muy cercanos ya que pueden estar sometidas a una
exposición solar diferente, a una corriente de aire distinta, a un terreno de composición
arcillosa donde se retiene más agua, etc.
Para hacer más eficiente el riego, debemos contar con un sistema de
goteo para arbustos y árboles, así como, de un sistema de difusores para praderas
de superficie pequeña o un sistema de aspersores para elevadas superficies de
céspedes. Un programador de riego nos facilitará el riego al poder establecer con
mayor precisión la cantidad agua que necesitan las plantas y realizar la
programación en las horas idóneas de riego en verano. Lo mejor es sin duda
regar al atardecer para evitar que el agua de riego se pierda por evaporación
durante las horas del día más soleadas.
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