28 de agosto de 2018

La arquitectura de los árboles


Siempre he sido un fiel defensor de respetar la estructura de los árboles y para ello solo basta con ser previsor, planificando con anterioridad a la plantación la especie adecuada al espacio y la climatología en la que va a crecer el árbol. Debemos tener en cuenta permanentemente que un árbol es un ser vivo, nunca será como el mobiliario de un parque (bancos, papeleras, farolas,…), pues se desarrollará formando una arquitectura única y singular.

Jacarandas con podas en la copa
Jacarandas con podas en la copa

A pesar de que ningún árbol será igual, nos empeñamos en catalogarlo todo y agrupar las cosas o los seres que nos parecen que poseen una característica similar. La arquitectura de los árboles no escapa a esta agrupación y, por supuesto, hemos catalogado una serie de formas en las copas que suele ser más o menos similar en las diferentes especies arbóreas que encontramos en alcorques, jardines y parques.

La más conocida e intuitiva, pues es la primera que dibujamos desde niños cuando representamos un árbol, es la copa redonda. Después tenemos la forma columnar, que se asemeja a un cilindro y es la que poseen los cipreses. Otra forma muy recurrente a la hora de dibujar un árbol es la forma piramidal, que es la que hacemos cuando queremos dibujar un “pino” aunque en realidad se asemeja mucho más a los abetos. Y también está la forma caída o llorona, que es la típica del sauce o de la falsa pimienta. El resto de formas son mixes o extremos de éstas, como por ejemplo la piramidal estricta que es una forma piramidal con la parte área muy comprimida y es típica de algunas variedades de álamo blanco.

Lamentablemente, cuando vamos a podar algunos árboles, esta situación ideal de arquitectura de árboles naturales, no es la que encontramos. Son árboles viejos, que han sufrido numerosas podas severas, que se encuentran plantados en lugares inadecuados y al crecer han quedado demasiado juntos unos de otros o sin suficiente espacio por una construcción que les impide su desarrollo natural. En estos casos, las ramas crecen sin criterio fijo, los troncos quedan retorcidos en formas imposibles y la atura de cruz del árbol prácticamente se encuentra casi en el suelo.

No obstante, estos árboles necesitan un mantenimiento y, aunque complicado, se puede realizar si somos capaces de observar con paciencia el árbol, detectando las necesidades que tiene para establecer lo que más le conviene. La poda de éstos árboles requiere un autentico ejercicio de arquitectura arbórea. Los primero sería eliminar los chupones y ramas demasiado bajas que impidan el paso. Después hay que podar las ramas enfermas y que se estorban para que puedan crecer aquellas más robustas y sanas. 

Seguidamente se eliminaran las ramas que han alcanzado las de las otras especies o las construcciones próximas. Por último, se airea el interior de la copa del árbol, eliminando algo de vegetación para que pase el aire y no se produzcan podredumbres.

La arquitectura de los árboles es muy importante como hemos podido comprobar. Una actividad jardinera complicada, pero que nos ayuda a mitigar los errores cometidos en el pasado a la hora de elegir una espacie arbórea para un lugar determinado. 
           
Álamos blancos de porte piramidal

Álamos blancos de porte piramidal

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Gracias por perder unos minutos de tu tiempo leyendo este post.

2 comentarios:

  1. Desde que vi el tema, sabia que seria muy interesante. Antes cuando mi tio construia algunos fraccionamientos, siempre me decia que el acomodo de los arboles era parte de la arquitectura del lugar... y es cierto!
    Saludos!

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    Respuestas
    1. Me alegro que te parezca interesante y gracias por compartir la anécdota de tu tío, estos comentarios enriquecen el blog.
      Recibe un cordial saludo.

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