7 de septiembre de 2018

Las virtudes del Almez

Soberbio, elegante, robusto, xerofito, equilibrado, protector, beneficioso,…. Se nota descaradamente mi favoritismo por el Almez (Celtis australis), el cual lleva poblando las calles de nuestras ciudades desde hace mucho tiempo como arbolado urbano. Pero no soy solo yo. La nomenclatura del Almez proviene del hispano-árabe al-máys que significa textualmente árbol, es decir, que en épocas pasadas en la Península Ibérica cuando se hablaba de árbol rápidamente el subconsciente volaba hasta el perfecto porte de Celtis australis.

Hojas y frutos de Almez (Celtis australis)
Hojas y frutos de Almez (Celtis australis)

La estructura de ramas del Almez es una de las que mejor definen la copa redonda de un árbol. La corteza gris que posee es muy significativa también, de un brillo casi imposible y con una textura lisa pero con suaves marcas que se asemejan al texto de un libro escrito en un extraño dialecto que solo conocen los árboles.

Las hojas del Almez son caducifolias, así que tienen la virtud de dejar pasar la luz del sol en invierno y sombrear captando la intensa radiación solar del verano. Bajo su copa, en los meses más calurosos, pueden hacer descender varios grados centígrados la temperatura contrarrestando el fenómeno de la isla de calor. Este es un proceso que se da en las ciudades debido a la saturación de construcciones de materiales que absorben el calor, como el hormigón, provocando un aumento de la temperatura de forma no natural.

Además, las hojas pecioladas del almez, que poseen una longitud de unos 8 centímetros, están adaptadas a resistir la sequía. De forma ovo-lanceolada y sutilmente serrada por el borde, una hoja de Almez tiene el haz de color verde brillante y sin embargo el envés es de color grisáceo. Este cambio de color se debe a que el envés de la hoja se encuentra cubierto de una vellosidad blanquecina que evita la salida de agua que previamente han absorbido las raíces. Una virtud que hace del Almez un candidato perfecto para un xerojardín.

La floración del Almez (o Almezo como se llama en otras regiones), se produce en los inicios  de la primavera, siendo la fructificación a finales del verano y principio del otoño. Volviendo a los orígenes del jardín hispano-árabe, donde en realidad un espacio verde era considerado un huerto de placer, un lugar para el despertar de los sentidos y en que los frutos se podían coger y comer, el Almez ocupa un lugar destacado. El fruto una vez maduro, que se presenta en forma de drupa dispuesta en racimo, es comestible. Yo lo he probado y es una pequeña bolita de color marrón con una somera capa comestible y el resto es hueso. El sabor es parecido al del cacao y, de hecho, el fruto del Almez se utiliza como sucedáneo de este producto en la industria agroalimentaria.

Sin duda, no estoy siendo objetivo al enumerar las virtudes del Almez, porque tal vez me une cierto afecto que no me deja ver el bosque detrás del árbol. Y es que es un árbol urbano que he plantado en muchas ocasiones y del que siempre he obtenido una satisfacción enorme al verlo crecer en un jardín o pasear bajo su copa en las calles donde habita.

Copa de Almez
Copa de Almez 

La corteza de Almez
La corteza de Almez 

    
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Gracias por perder unos minutos de tu tiempo leyendo este post.

2 comentarios:

  1. Hace poco, visitando un jardín de estilo paisajista, caí en la cuenta de lo poco que se habla de árboles en los foros modernos de jardinería. En los jardines "ingleses" se aislan para realzar su belleza y su porte, pero, hoy en día, abundan las propuestas en las que vivaces y gramíneas ocupan todo el espacio. Yo, que trabajo en el sector, colaboro a menudo en la creación de espacios en los que la sombra es casi un inconveniente. Teniendo en cuenta que en nuestro país cada año hará más calor, el álmez que nos traes hoy al blog habrá que volver a valorarlo y reservarle el lugar que se merece.
    Gracias y un saludo

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    1. Es interesante el tema que comentas de la falta de sombra en lugares muy necesitados de ella. Si me permites, voy a elevar aún más y concretar algo que he denunciado en este blog en otras ocasiones: La falta de sombra básica en lugares de protección. Un ejemplo, las áreas infantiles, donde se hace imposible el juego para los niños en determinadas épocas del año y según que horas. Hacen falta más arboles que den sombra, pero desde una planificación previa y correcta. Un saludo Raúl.

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