28 de agosto de 2021

Taray y el mar

 

Nuevas especies de árboles comienzan a tomar las calles con objeto de mejorar la infraestructura verde existente, así como, aumentar la biodiversidad que tantos beneficios proporciona a los entornos urbanos. Pero es que además, taray (género Tamarix), tiene predilección por habitar cerca del mar y es por eso que lo podemos ver en alcorques donde recibe la brisa marina.

Hojas escuamiformes de taray

Hojas escuamiformes de taray 

Imagen de Ferran Turmo en flickr

De manera natural crece en la zona mediterránea, asociado a climas calurosos y de escasa pluviometría, muchas veces germinando en sistemas dunares, característica que ha llevado al taray a cumplir una labor importante en la regeneración del ecosistema que forman las dunas por su capacidad de fijación del terreno. Su potente raíz, su alta tolerancia al agua salada y la facilidad que tienen para propagarse, han convertido a este vegetal en candidato ideal para ocupar ambientes marinos.

Taray o taraje, como también se le conoce, crece como arbusto, pero con una adecuada poda de formación adquiere aspecto de pequeño arbolillo. Cuando nos aproximamos a ver al detalle sus hojas escuamiformes, es decir con forma de escamas, nos recuerda mucho al ciprés. Posee una corteza muy oscura que le da un atractivo mayor al diferenciarlo de otros árboles urbanos.

Las inflorescencias están compuestas por pequeñas flores y forman agrupaciones cilíndricas al final de las ramas. Lo más habitual es encontrarnos con flores de color blanco, pero también las hay de color rosado e, incluso, en varias especies del género Tamarix con un color muy intenso.

Es uno de esos árboles capaz de sobrevivir a desastres naturales. En el caso de las especies del género Tamarix, pueden regenerarse tras un incendio porque sus raíces penetran muy profundo en el suelo y la corteza es ignífuga de tal suerte que cuando el fuego acaba con la copa, el sistema radicular es capaz de absorber agua salada que otras especies vegetales no podrían tolerar y pueden regenerarse a través de nuevos tallos que emergen del suelo.

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Esta habilidad también le convierte en cierta manera en “villano”, pues en la competencia con otras plantas, taray posee un sistema eficaz y atroz para hacerse con el espacio en detrimento de otros vegetales. El agua excesivamente salada que absorben sus raíces es transportada por el interior hasta que es expulsada por las puntas de las ramas regando el entorno con una solución salina insoportable para el resto de las plantas.

Pero la importancia que tiene el taray, así como, la incorporación de otros arboles de pequeño porte al entramado urbano, es que amplían el catálogo de especies disponibles a calles estrechas donde un árbol con un desarrollo adulto enorme estorbaría con las construcciones, el mobiliario y la circulación urbana. Puedo resultar muy repetitivo con este tema, pero arboles muy grandes en alcorques donde no hay espacio suficiente acaban podados drásticamente y en lugar de convivir acaban malviviendo en la calle. Una adecuada infraestructura verde pasa por encontrar un equilibrio en el que las especies vegetales tengan un desarrollo natural y el apropiado vigor ornamental.

Y taray es uno de esos árboles de pequeño porte ideal para habitar una angosta calle que nos lleva hasta la playa. Proporcionará una suave sombra cuando más calor haga, haciendo el camino más placentero y cumplirá esta función sin inmutarse, creciendo libre y cómodamente gracias a su pasión por crecer cerca del mar.

Inflorescencia de taray

Inflorescencia de taray 

Imagen de Adina Voicu en pixabay

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4 comentarios:

  1. Hola José Luis, en mi casa de Gijón teneos un enorme parque y tiene alguno de estos árboles, cuando están en flor son preciosos. Un abrazo.

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    1. Hola Lola, los que hay cerca de donde vivo en la playa, dejan ver las gotitas de agua salada en la punta de las ramas y le da un aspecto muy llamativo. Es como si florecieran las gotas.
      Un saludo.

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