Pongamos que hablo de
cualquier parque de Sevilla. Uno de esos a los que se llega por casualidad. Por
ponerle un nombre cualquiera, “Jardines Ramón Rubiales”. Son las doce del medio
día, es julio, el sol aprieta con fuerza y te acercas para que tu hijo pueda
jugar en la zona de juegos infantiles. Ni una sombra. Como para tocar siquiera
el tobogán de metal. No quiero pensar como quemara a las seis o siete de la
tarde, hora a la que ya salen los chiquillos a jugar, después de estar todo el
día al sol. ¿Dónde jugaran las niñas y los niños en verano?
Lo curioso es que el
jardín en sí tiene elementos de buen diseño. Está bien proyectado o más bien,
te da una de cal y otra de arena. Los accesos y senderos muy bien. Tiene varios
accesos por los que se puede entrar fácilmente desde la zona deportiva
adyacente, un instituto y la zona residencial.
Bancos donde sentarse,
algunos a la sombra, estos sí. Papeleras distribuidas a una distancia igual o
menor a 25 metros. Una pérgola de metal por cuyos postes comienza incipiente a
crecer una glicinia. Caminos sinuosos en un jardín, que a pesar de no ser muy
grande te invita a pasear por él.
Pero al recorrer estos
caminos y llegar a los juegos infantiles no se tuvo en cuenta al proyectar este
jardín que en Sevilla, en julio y en agosto, hace un calor en ocasiones
infernal. No se rodeó esta zona de árboles frondosos y sí con setos de olivilla
(Teucrium fructicans) recortado en
topiaria imitando las lejanas olas del mar.
Es curioso, pero hasta
la elección de las plantas no puede ser más adecuada. Se han utilizado plantas
autóctonas o naturalizadas, además con variedad, que se adaptan bastante bien a
las condiciones climáticas que disfrutamos unas veces y sufrimos otras aquí en
Sevilla.
La olivilla es un arbusto
que se adaptó a vivir con bajas condiciones de agua gracias a que formó una
capa de pelos en sus hojas y tallos para evitar la pérdida de agua. También
posee una coloración grisácea tirando a blanca porque, al igual que se hace en
las casas andaluzas al pintarlas de blanco, de esta forma reflejan la radiación
solar y evita un calentamiento excesivo. Incluso forma una masa vegetal muy
tupida. Pero tiene un pequeño problema… si lo queremos colocar para dar sombra
solo alcanza un metro de altura.
Mientras esto ocurre
en la zona de niños, en parterres del mismo parque, crecen hermosos unos
almezos (Celtis australis). Estos
árboles, al igual que la olivilla, han desarrollado un sistema para evitar el
calentamiento reflejando la radiación solar que consiste en dar la vuelta a las
hojas de tal forma que el envés, de color mucho más claro, es la cara que
muestran al exterior y el haz queda oculto hacia el interior de la copa. Los
almezos están adaptados, crecen rápido y forman una copa muy frondosa. Son
perfectos para la zona de juegos infantiles.
Olivillas y almezos.
Almezos y olivillas. Están bien elegidos para formar parte de este jardín por
su rusticidad a las condiciones climáticas presentes en este espacio público
verde y, en cambio, tienen intercambiados los papales que deben representar en
este jardín.
Por otro lado, uno que
si que está en el sitio que tiene que estar es el algarrobo (Ceratonia siliqua). Se encuentra en una
glorieta central del parque, da una sombra magnífica, pero no se puede colocar en la zona de juego infantil
porque no crece tanto en altura como el almezo. De su sombra se benefician las
clivias que se encuentran a sus pies y realiza su función perfectamente. Está
ahí para la contemplación. Nos maravilla con ese tronco abrupto, en ocasiones
retorcido. Nos recuerda con su presencia que es cobijo ancestral de sierras no
muy lejanas.
Existen en este parque
más plantas apropiadas para xerojardinería o jardines de bajo consumo de agua. Como
el sauzgatillo (Vitex agnus-cactus),
planta nativa del mediterráneo que crece naturalmente en la orilla de los ríos y
que se encontraba formando grandes masas arbustivas en los parterres de unos
2,5 metros de altura. También una masa de palmito (Chamaerops humilis) de tamaño bastante considerable.
Hasta una encina (Quercus ilex) crecía por allí aunque en
este caso aislada. Otro árbol cuyas hojas han reducido su superficie, se han
endurecido y presentan una especie de cera que les confiere ese aspecto rígido;
todos ellos mecanismos naturales y útiles para no perder nada de agua. La
encina como el almezo es un árbol frondoso pero, a diferencia de este último,
no sería tan apropiado para formar una cúpula de verdor en la zona de
juegos infantiles porque tarda mucho más
en crecer.
Plumbagos, adelfas,
buganvillas, lantanas, arboles de Júpiter, madreselvas, una pequeña rosaleda…
todas estas especies vegetales habitan en este parque. Más que integradas y
naturalizadas para crear un entorno urbano verde donde las plantas no solo
están adaptadas a vivir con las escasas precipitaciones que reciben, tienen
preferencia por estas condiciones. Algunas de estas especies, árboles frondosos
capaces de crear una cúpula de verdor en un área infantil pero que por un
diseño mal planteado no se encuentran donde deberían estar. En un parque
cualquiera de Sevilla. En julio y en agosto. En verano… más sombra por favor.
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Algarrobo (Ceratonia siliqua) |
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Almezo (Celtis australis) |
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Palmitos (Chamaerops humilis) |
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Pérgola de metal por cuyos postes crecen glicinias |
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Olivilla (Teucrium fructicans) |
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Sauzgatillo (Vitex agnus-cactus) |
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Totalmente de acuerdo, José Luis.
ResponderEliminarMi lucha eterna con las sombras en los parques, tanto como paisajista como madre.
Un abrazo,
Marta
Es de ese tipo de situaciones donde sin ser profesional, como usuario, te llama poderosamente la atención. Muchas gracias por tu comentario Marta. Un saludo.
EliminarLa sombra se echa mucho de menos en muchas zonas infantiles y paseos. Las podas absurdas agravan mucho el problema, la mayor parte de las veces, además de ser un derroche.
ResponderEliminarMuy buen punto de vista.
Saludos
Lo de las podas es otro tema sobre el que se podría escribir largo y tendido. En Sevilla se podan todos los árboles de viario por sistema con la poda de terciados cuando llega el otoño de forma que se dejan los arboles con tres únicas y raquíticas ramas que son las encargadas de dar sombra en primavera cuando empiezan a rebrotar. Esto se hace en teoría porque se ahorra en mantenimiento pero lo cierto es que, además de disminuir la superficie de sombra, los arboles pierden su porte característico, se ven todos iguales y son susceptibles de enfermar o morir prematuramente. Muchas gracias por tu comentario. Un saludo.
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