Nos gustan los bosques
y, cuando éste nos permite contemplar los árboles, disfrutamos con los portes y
estructuras que presentan al natural. El otoño es una época propicia para
disfrutar del espectáculo de troncos humedecidos, ramas que empiezan a clarear
y hojas que se vuelven doradas, pardas o rojas paulatinamente. Claro que cuando
queremos ver estos mismos árboles en la ciudad, la perspectiva cambia una
barbaridad.
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Bosque |
El caso es que plantar
un árbol en un alcorque de la ciudad, en principio, no requiere mucha ciencia,
pero si exige que prestemos atención a los detalles. Para empezar el tamaño del
alcorque debe ser el adecuado. Nada de espacios ridículos para que cuando el
árbol crezca, destroce el pavimento levantándolo hacia arriba. Tampoco es
apropiado cubrir los alcorques con materiales impermeables que impidan el paso
del agua al suelo. En especial, durante los primeros años que el árbol pasará
en la calle, pues sus raíces son jóvenes y aún no han escarbado lo
suficientemente profundo como para poder alcanzar el agua del subsuelo.
Es verdad que los alcorques pueden ser susceptibles de provocar accidentes, pero ya existen en el mercado materiales porosos, capaces de filtrar el agua, y que se expanden a medida que el árbol crece y se desarrolla. Así pues, el tamaño del alcorque lo determinará la magnitud del propio árbol cuando alcance la edad adulta. En mi caso, para arboles de porte grande, apuesto por alcorques de dos por dos metros. Tal vez, a priori, esto pueda suponer una disminución del número de fustes, pero no implica necesariamente que se reduzca la masa arbórea.
Últimamente, me he percatado de que se encuentra muy difundida la falsa creencia de que cuantos más troncos haya, mayor será la masa arbórea, pero la realidad es que en una ciudad donde existe un amplio número de árboles, cuando no se colocan a una distancia prudente, se estorban y aparecen las podas desmesuradas, absurdas, que dejan tras de sí un triste panorama de troncos muy juntos y ramas despobladas, sin hojas. Ya no contemplaremos en la ciudad esa representación bucólica del bosque vestido de abundante y espeso entramado de madera y jade.
Es verdad que los alcorques pueden ser susceptibles de provocar accidentes, pero ya existen en el mercado materiales porosos, capaces de filtrar el agua, y que se expanden a medida que el árbol crece y se desarrolla. Así pues, el tamaño del alcorque lo determinará la magnitud del propio árbol cuando alcance la edad adulta. En mi caso, para arboles de porte grande, apuesto por alcorques de dos por dos metros. Tal vez, a priori, esto pueda suponer una disminución del número de fustes, pero no implica necesariamente que se reduzca la masa arbórea.
Últimamente, me he percatado de que se encuentra muy difundida la falsa creencia de que cuantos más troncos haya, mayor será la masa arbórea, pero la realidad es que en una ciudad donde existe un amplio número de árboles, cuando no se colocan a una distancia prudente, se estorban y aparecen las podas desmesuradas, absurdas, que dejan tras de sí un triste panorama de troncos muy juntos y ramas despobladas, sin hojas. Ya no contemplaremos en la ciudad esa representación bucólica del bosque vestido de abundante y espeso entramado de madera y jade.
Una vez que hemos
determinados el tamaño del alcorque, debemos prever que el árbol pueda
desarrollarse en las condiciones adecuadas de sustrato, eligiendo una mezcla de
calidad que incluya un 25% de tierra vegetal en el volumen a rellenar y que
finalmente ocupará todo el hoyo de plantación, sin olvidar, dejar preparado el
sistema de riego para que los árboles no se sequen, llegando incluso, a
realizar aportes de agua con camión cisterna mientras el riego no se encuentre
operativo. Y, por supuesto, deberemos tener muy en cuenta planificar antes de
plantar un árbol en una ciudad, para que cuando éste se haga mayor, no tope con
un edificio u otro elemento urbano. Un bosque en la ciudad es posible y
necesario.
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Hojas de un árbol |
Fuente imágenes: Stockvault
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En Valencia, más exacto en la localidad de Mislata el espacio ridículo que han dejado a los alcorques me parece una atrocidad, en algunos arboles no llegan a los 30x30 cm. Un abrazo y hasta la próxima.
ResponderEliminarDespués aparecerán los problemas y serán los árboles quienes salgan perjudicados. Un saludo Raúl.
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