Los “tulipanes”
rosados de los Tuliperos (Liriodendron
tulipifera), los Tulipanes de verdad
junto a los Muscari azules, los pavos reales tumbados a sus anchas en el
césped, ranas pétreas en la fuente mientras brota el agua de sus bocas, patos y
cisnes nadando en el agua del estanque, Mafalda
divertida sentada en un banco, el viento peinando con suavidad arbustos y
pradera, las rocas, la grava blanca y el arce de hoja escarlata en el jardín
zen, las floraciones globosas de un fucsia intenso en los Rododendros, el musgo
emergiendo entre la piedra, los arboles reflejados en mansas aguas, Carbayones
presentes y Carbayones ausentes, la fecha actualizada a diario sobre un manto níveo,…
Mafalda
sentada en un banco del Campo de San Francisco
Hace dos años que
estuve de vista en el Campo de San
Francisco de Oviedo, el jardín más emblemático de la capital asturiana, y “revolviendo” mis archivos digitales de
la época, realizando un nuevo video para mi canal de YouTube, he recuperado todas
estas sensaciones. Geométricamente, el Campo de San Francisco es un rectángulo de
nueve hectáreas con una masa vegetal de casi mil especies botánicas. Según
cuenta la historia, en aquel lugar se construyó una capilla que supuestamente
encargó San Francisco de Asís a Fray Pedro Compadre, que con ese apedillo no
podía ser otra cosa que un compañero de peregrinación del Santo. Aquello
ocurrió en el siglo XII. Mucho tiempo después, en el siglo XIX, se delimita
definitivamente el jardín que constituye el Campo. Por partes, se construye el
actual Paseo del Bombé y con la
desamortización, se incorporan al parque los terrenos del aledaño convento de
Santa María del Campo. En principio no fue creado como parque público, sino que
desde la Universidad de Oviedo se instó a la creación de un jardín botánico que
llegó a convivir en la ciudad durante años hasta que en 1870, se incorporó como
parque público definitivamente. El éxito que tuvo el Campo de San Francisco
entre los ovetenses provocó que se fueran sucediendo una suerte de mejoras de
embellecimiento con la construcción de dos fuentes a cada extremo del Paseo del
Bombé, la Fuente de las Ranas, el trazo de caminos y la ejecución de nuevas plantaciones.
En el siglo posterior, empiezan a parecer sobre la superficie verde y por orden
cronológico el Quisco de lo Música, la Rosaleda, la Fuente del Pez, el Escorialín,
los Jardines de Covadonga, Mafalda se
sienta en un banco a disfrutar del Campo y se construye el Jardín Zen. Así
encontramos en la actualidad al Campo de San Francisco, que continúa, tras
décadas, siendo referencia en verde a pesar de ser una ciudad que se encuentra
rodeada y a tan solo “unos pasos” del
campo tradicional. Me gusta la diferenciación de Campo para nombrar un parque; me acerca aún más a la idea de lo
natural, lo cual, no deja de ser el fin de un jardín, acercarnos a la naturaleza
en el entorno de tonalidades grises que constituye una ciudad.
Muy interesante cuando se cuenta la historia de un lugar tan especial, me ha encantado ver a Mafalda sentada, acompañada de buenas fotos y un vídeo que me ha gustado mucho y la música te traslada. Muchas gracias. Un saludo.
Muy interesante cuando se cuenta la historia de un lugar tan especial, me ha encantado ver a Mafalda sentada, acompañada de buenas fotos y un vídeo que me ha gustado mucho y la música te traslada. Muchas gracias. Un saludo.
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