Me encuentro inmerso
en la lectura del último libro sobre paisajismo que ha llegado hasta mis manos.
Se trata de El jardín en movimiento
de Gilles Clément y reconozco que me
ha sorprendido porque, aunque habla de jardinería y paisajismo, es un libro que
se sumerge en lo filosófico, planteando reflexiones sobre la verdadera autoría
de un jardín. ¿Un jardín lo crea el hombre? ¿Lo crea la naturaleza y el hombre
es solo una mera comparsa, el brazo ejecutor?
Y qué hay de un jardín natural, el paisaje. ¿Existe el terreno baldío,
degradado o es una nueva oportunidad de la naturaleza por reclamar un espacio
que le pertenece? Con tantas cuestiones y un texto donde abunda lo metafísico,
no me extraña que el libro posea el Premio
FAD 2013 de Pensamiento y Crítica.
![]() |
Paseo en el Parque André Citroën en París Fuente imagen: wikimedia commons |
Gilles Clément es un
botánico y paisajista francés, profesor de la Escuela de Superior del Paisaje
de Versalles, y ha escrito numerosos libros sobre jardinería. También ha
proyectado numerosos jardines y parques
en Francia como el Parque André Citroën
en París. Por cierto, antes de que lo olvide, Gilles Clément habla castellano
perfectamente y ha asistido a jornadas y simposios en el norte de España para
dar ponencias y no estaría nada mal que en los eventos de flora urbana y jardinería que se producen en Andalucía se invitasen
a hablar a este tipo de expertos internacionales en vez de personajes
televisivos, muy conocidos, eso sí, pero que no despiertan el mismo interés en
los profesionales y empresas del sector.
Sobre el jardín en movimiento yo mismo escribí un
artículo pero lo hice con otro sentido, más enfocado hacia el murmullo del agua
al brotar de una fuente o al movimiento que provoca el viento entre las ramas y
las hojas de los árboles. En el libro de G. Clément el movimiento al que se
refiere es al de la reconquista, la ocupación. Un proceso que transcurre
durante años transformado un terreno baldío en origen, en un terreno con un
nivel óptimo de vegetación denominado clímax.
Hay una primera fase de colonización en los
primeros siete años protagonizada por un manto herbáceo, musgo y, cuando
finaliza este período, por matorral espinoso. En los siguientes años hasta
llegar al que supone el número catorce, el matorral que empezaba aparecer al
final del anterior período se hace dominante en detrimento del manto
herbáceo, constituyéndose de esta forma
la segunda fase de la reconquista. Al
final, durante la tercera y última fase
que se prolonga en el tiempo hasta los cuarenta años, los arboles empiezan a
germinar y con su sombra van debilitando al matorral que en su día habían
protegido a estos mismos árboles cuando tan solo eran plántulas. Se crea el
manto forestal. La profundidad del suelo influye considerablemente en alcanzar
un estado u otro, si el suelo es poco profundo es imposible el desarrollo del
manto forestal. No obstante, independientemente de la fase en que se encuentre
la superficie ocupada, la vegetación se corresponde con un clímax. Y así es
como un espacio, al principio baldío, es recuperado por la naturaleza.
Me llama poderosamente
la atención como Gilles Clément, en lo que llama el experimento, La Vallée
un jardín privado que proyectó en 1980, es capaz de combinar este tipo de
jardín espontáneo con el tradicional. Un lugar donde conviven setos con
topiarias y arbustos de matorral. Un jardín donde los espacios que lo
constituyen se encuentran en permanente estado dinámico, cambiante, conectando
cada una de estas estancias, pero diferenciándolas. La zona que en su momento
pudo ser un pequeño claro en la superficie del terreno, varios años después es
una zona de flores y espinosas. Movimiento en el paisaje entre las distintas
fases, del manto herbáceo al forestal, de espacios baldíos a espacios de
esparcimiento y recreo.
Leyendo este libro me
ha hecho recordar unas fotografías que realicé hace exactamente dos años a una casa
que se encuentra situada en la Avenida
Manuel Siurot en Sevilla. Es una edificación que se construyó en 1929 con
motivo de la Exposición Iberoamericana que se celebró en la ciudad en el muy próximo
Parque de María Luisa. De hecho, se
encuentra totalmente influenciada por el estilo arquitectónico de la época. Ha
pasado por varios propietarios y sé que ha sido algún tipo de negocio, no me
preguntéis cual porque no he suelo fijarme en esas cosas, en cambio, sí que
suelo prestar más atención a las plantas y los jardines.
He vuelto a pasar por
esta casa. Lleva en venta varios años y el patio de entrada ha sido abandonado durante
todo ese tiempo, creándose un profundo contraste
entre la estatua de estilo neoclásico, una fuente de bronce con cuatro figuras
femeninas que representan las cuatro estaciones del año y que sujetan una
bandeja con ocho cabezas de león de donde surge el agua, bancos de forja con
reposaderas de azulejos, palmeras phoenix, cipreses piramidales de considerable
calibre, alguna buganvilla puestos allí por la mano del hombre, y los parterres
con palmitos, juncia, jaramago (Diplotaxis
muralis) o briofitas que salen en los caminos de forma natural. Es decir,
que se ha creado un conjunto ecléctico donde convergen un jardín romántico y un
manto herbáceo de la primera fase de reconquista. ¿Qué ocurrirá si le damos más
años a la naturaleza para continuar su avance? Tal vez lo averigüe dentro de
siete años.
Jardín de la casa situada
en Avenida Manuel Siurot en Sevilla
|
Jardín de la casa situada
en Avenida Manuel Siurot en Sevilla
|
Sígueme en:
También te puede interesar:
No hay comentarios:
Publicar un comentario