Dice la Wikipedia, que sebe de todo y mucho, que
una serendipia se produce cuando te tropiezas con un encuentro o hallazgo
afortunado pero la realidad es que estabas buscando otra cosa muy distinta.
Abreviado y generalizando, a la serendipia se le puede equiparar a la
casualidad de toda la vida y es eso justo lo que creo que me ha ocurrido esta
semana con la Chumbera (Ficus opuntia-indica), que me he
encontrado con ella en dos situaciones distintas y lejanas, cuando estaba realizando
cometidos en principio ajenas a ella y, finalmente, he acabado hablando y
recordando situaciones ocurridas en el pasado relacionadas con esta cactácea
que tiene su protagonismo en parques, jardines e ,incluso, en lo que al paladar
se refiere.
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Flor de la Chumbera procedente de ejemplar que una vez perteneció a una grupo que delimitaba una parcela agrícola. |
El primero de estos
sucesos ocurrió el pasado martes mientras impartía una clase sobre la Historia, Tipología y Normativa de las
Rotondas de Viario. Cuando estuve hablando sobre las especies vegetales que
podían utilizarse para el diseño de este tipo de elemento urbanístico que forma
parte de la infraestructura verde de las ciudades, mencioné en repetidas
ocasiones que la normativa aconseja el uso de las plantas autóctonas por su
bajo mantenimiento, las bajas necesidades hídricas y la adaptación a vivir en
suelos pobres, después es verdad que el consejo se sigue poco o solo en determinadas
situaciones puntales y muchas veces encontramos auténticos vergeles en el centro
de las intersecciones de varias vías. También que una planta sea “autóctona” es
un hecho muy relativo y depende en muchos casos de la memoria histórica que
tengamos, pues hay especies vegetales como el Olivo, que se introdujo en la
Península Ibérica hace miles de años procedente de Oriente Próximo y tendemos a
pensar que es autóctono siendo realmente un árbol que se ha naturalizado en
nuestro país. Con la Chumbera ocurre exactamente igual que con el Olivo, los
alumnos se sorprenden al descubrir que no es una planta originaria de donde
vivimos, más aún, se sorprenden al descubrir que es una especie catalogada como
exótica invasora. A mí me ocurre igual. La he visto crecer delimitando las
parcelas agrícolas cercanas al chalet en mi pueblo desde que era un niño y hasta
recuerdo como mi padre, al que le encantaban los higos chumbos, iba cuchillo en
mano por los caminos para hacerse con el preciado fruto ¡Como puede suponer la
chumbara una planta exótica para mí! Está
tan arraigada al paisaje habitual, próximo, de mi subconsciente como lo están
los campos de olivares en las tierras de Andalucía. Las parcelas por las
que transitábamos mi padre y yo no existen como las conocí porque ha crecido
una urbanización en su lugar, pero aún es posible encontrar algunas chumberas
dispersas que yo como padre enseño a mi hijo tal y como me las mostró el mío a mí.
La otra serendipia
acontecida fue esa misma tarde en el perfil de Facebook de la Paisajista Carmen Goch (altamente recomendable por
las interesantes publicaciones sobre paisajismo que realiza), escribiendo
precisamente de la chumbera, sobre usos en jardines, lo espectacular de su
flor, los diversos nombres comunes que posee, el aprovechamiento de su fruto y
haciendo referencia a su origen mexicano. Por supuesto también salió a la luz
el tema de estar considerada planta invasora en algunos países bañados por el
mediterráneo, pero paradójicamente, a la vez, es una especie recomendada para la
creación de xerojardines. Es más, las fotos de las flores de Chumbera que
ilustran este post, se han obtenido de parques públicos que se han construido
bajo los principios de la xerojardinería. En fin, mientras nos aclaramos que planta
es autóctona, naturalizada, invasora, exótica, apropiada, no apta o recomendada
según los diferentes usos que finalmente le acabemos dando dentro del jardín, yo
he caído presa de esta serie de casualidades sin poder evitar recordar,
reflexionar, añorar, ¿enajenar?, y sentirme inspirado a escribir un post
dedicado a la Chumbera.
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Flor de la Chumbera en un xerojardín |
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Me parece dos casualidades muy merecidas de tan adecuada argumentación sobre la chumbera. A veces considero que es el ejemplar incomprendido. Saludos
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