Si
nos fijamos en cada detalle, veremos multitud de procesos biológicos
que se producen en espacios verdes. Algunos nos fascinaran, por otros
en cambio mostraremos indiferencia y, por supuesto, habrá
unos que
no serán de nuestro agrado. Pero de todos ellos podremos sacar
valiosas experiencias que nos ayudaran a conocer y mantener nuestro
jardín en perfecto estado ornamental. Uno de esos procesos que no
gustan es la aparición de especies vegetales espontáneas.
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Palmito
(Chamaerops humilis)
Imagen de Stux en Pixabay
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Las plantas espontáneas son aquellas que emergen sin previo aviso y sin haber sido invitadas en el jardín. Vamos, lo que en agricultura se llama mala hierba porque compite por los recursos de los cultivos disminuyendo el rendimiento económico. En jardines las espontáneas como mínimo producen un decaimiento del aspecto ornamental, pero pueden llegar a provocar daños mayores como la eliminación de las plantas que sí integran el espacio verde e, incluso, crear destrozos en pavimentos y mobiliario.
¿Cómo
llegan las plantas espontáneas al jardín? Algunas lo hacen porque
sus semillas son transportadas por el viento, por animales o porque
quedan adheridas a las herramientas de jardinería y viajan de un
jardín otro. También hay semillas que han desarrollado mecanismos
de latencia y pueden esperar enterradas en el suelo durante años
buscando el momento propicio y nuestro despiste para realizar acto de
presencia. Y las que más terror provocan, aquellas que poseen una
estructura bulbosa en las raíces que posee la capacidad de brotar
nuevas plantas.
En
muchas ocasiones identificamos una planta espontánea con las
invasoras que provenientes de lugares del mundo con una climatología
similar y que se adaptan a vivir en nuestros latitudes. Pero no todas
las espontáneas necesariamente tienen que venir de fuera, porque
siempre que una planta aparezca sin ser invitada y produzca un daño
ornamental la podemos considerar un peligro potencial.
Esto
ocurre con el palmito (Chamaerops
humilis)
que en unas ocasiones la usamos formado parte del jardín, pero en
otras ocasiones tiene el comportamiento de una planta espontánea. C.
humilis
es una palmerita parecida a las washingtonias porque las palmas son
también abiertas en abanico. No obstante, su procedencia es mucho
más cercana que las grandes palmeras americanas. El origen del
palmito se sitúa en toda la zona mediterránea. Es una planta
autóctona, probablemente la única palmera autóctona de la
Península Ibérica y eso hace que sea increíblemente resistente en
un jardín mediterráneo.
El
palmito tiene además la facultad de crecer en lugares inverosímiles,
desde
grietas en el acerado hasta algún tejado. Esta capacidad unida a su
rusticidad autóctona hace que aparezca
en espacios donde no es deseado. Su forma de propagación es a través
de animales, principalmente aves.
El
género deriva del griego “chamai”
que significa enano y es que el palmito es una palmera que solo
alcanza unos 3 o 4 metros de altura. Es
frecuente que se ramifique desde la base y presente varios troncos.
Los
frutos y brotes tiernos son comestibles y se usaron con este fin en
la antigüedad. La capacidad
de desarrollarse en lugares escarpados ha provocado que en jardinería
el palmito sea
utilizado
en rocallas. También, debido a su rusticidad y a que puede formar un
follaje espeso, se ha utilizado tradicionalmente
para formar setos.
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El Palmito me encanta amigo José Luis, tengo dos ejemplares grandes que sobrepasan los tres metros acompañadas por otras a su alrededor algo más pequeñas y dos más que tendrán un metro y algo de altura. Lo que es increíble es su facilidad para reproducirse, cualquier fruto medio enterrado aparece una nueva palmera, es todo cuestión de paciencia y arrancar esa pequeña palmera que a veces cuesta hacerlo. Al comer su fruto los pájaros, los huesos aparecen en cualquier sitio. Pero como bien dices, es una palmera sumamente mediterránea y mi jardín al seguir una línea mediterránea me encantan los palmitos junto con las Phoenix dactyliferas.
ResponderEliminarUn abrazo José Luis.
Es una planta que requiere que le dediquemos tiempo, pero luego también puede darte satisfacción verla en el jardín. Un saludo Juan.
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