A
veces las flores acaparan todo el protagonismo en cualquier jardín,
pero lo cierto es que las plantas poseen otras virtudes de las que
podemos sacar provecho en
decoración
y, ¿por qué no?, enfocar esta ventaja a un aspecto más práctico.
En este artículo abordamos como podemos aprovechar los frutos de
nuestras plantas para incrementar el valor ornamental de nuestro
espacio verde.
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Cotoneaster
(Cotonoeaster
horizontalis)
Imagen
de Alicja en pixabay
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Cuando
no disponemos de una superficie grande para crear un espacio verde,
porque no nos permite acumular muchas plantas, o incluso cuando
tenemos
un gran jardín, porque las plantas siguen su ciclo y no se
encuentran siempre en floración, podemos encontrarnos con épocas
del año en las que no tengamos ni una sola flor. Los frutos de las
plantas son una alternativa para dar un cambio a la monocromía verde
que suele regir entre los vegetales.
Además,
algunos de estos frutos son súper atractivos. Incluso hay especies
vegetales que se cultivan más por el aspecto ornamental de sus
frutos, que por sus flores pues no destacan especialmente en un
conjunto verde. En este apartado podemos incluir especies como la
piracanta (Pyrancantha
coccinea)
o el cotoneaster (Cotonoeaster
horizontalis),
plantas de sierra que se encuentran más que adaptadas a las
condiciones de la Península Ibérica y que nos proporcionan un tono
alegre con una copiosa fructificación en forma de bolitas con
colores rojos, naranjas o amarillos.
Pero
más allá de frutos empleados para decoración vegetal, una
costumbre que se está perdiendo en muchos espacios verdes es
cultivar plantas que den frutos que se puedan comer. Hablamos de
plantas de toda la vida con frutos no solo ornamentales, también
enormemente sabrosos.
Y
es que aún se pueden ver algunos jardines con un níspero
(Eriobotrya
japonica),
con su fruto pomo, su forma de pera pequeña de color anaranjado y su
sabor dulce mezclado con con un toque ácido. O la higuera (Ficus
carica),
que posee un fruto en drupa, madurado en verano del color verde hasta
púrpura casi negro y que es delicado, rico y dulce. Hasta una parra
(Vitis
vinifera),
que proporciona sombra al jardín cuando lo dejamos crecer
envolviendo una pérgola, posee un archiconocido fruto en forma de
baya globosa que se agrupa en racimos y cuya pulpa es dulce y jugosa.
Antiguamente
estos y otros frutos eran muy comunes en los espacios verdes. Una
cualidad de las plantas que era determinante para su cultivo, pues no
se concebía un uso estrictamente ornamental sin el uso práctico.
Era el jardín como símbolo de belleza, sí, pero también era un
espacio verde que proporcionaba recursos y donde disfrutar de una
rica fruta era posible. La vista y el paladar se daban de la mano en
aquel huerto de placer.
Con
los años poseer un jardín con especies vegetales que proporcionen
alimentos empezó a representar para una parte de la sociedad bajo
nivel de recursos y, por tanto para estos individuos, cultivarlos
implicaba pertenecer a una clase social baja. De ahí se llegó
incluso a cultivar plantas que originalmente daban frutos comestibles
por otras especies del mismo género cuya fruta ya no se podía
comer. Por suerte nunca es tarde si la dicha es buena y estamos a
tiempo de retomar el cultivo con frutos comestibles y añadir ese
valor al jardín.
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Parra
(Vitis
vinifera)
Imagen de Manfred Richter
en pixabay
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Higuera
(Ficus
carica)
Imagen de ajcespedes
en pixabay
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Un buen artículo amigo José Luis muy en línea con mi pensamiento. ¡Has dado en el clavo! porque no un jardín con ese encanto mediterráneo y además que nos proporcione algún sabroso fruto. Ambas cosas son perfectamente armoniosas y poseen un gran encanto.
ResponderEliminarUn abrazo y buena semana.
Yo ya estoy dando buena cuenta de los higos y algún racimo de uva de los que tenemos plantados aquí en el patio. Además, súper ecológicos y comidos en su punto de maduración. Un abrazo Juan.
Eliminarmi abuelo mío decia: una planta muy bonita ¿pero que produce? jaja hay mucho condensado en esa frase
ResponderEliminarYo tengo muy claro que no tiene nada que ver (ni que envidiar) lo que he aprendido en la universidad comparado con la experiencia de mis mayores. Tu abuelo era un hombre sabio Mario. Un abrazo.
EliminarMuy cierto, de hecho en casa ya forman parte del jardín, un Madroño, una higuera y una parra que cubre una pérgola para dar sombra en verano y dejar pasar el sol en invierno.
ResponderEliminarEstoy seguro que debe ser un espacio para disfrutar y del que podéis obtener vuestros buenos frutos. Un saludo y gracias por dejar tu comentario Jordi.
EliminarEs verdad que tener alguna planta con frutos es necesario. Es maravilloso observar como crecen y comerlos. Un abrazo.
ResponderEliminarSe aprende un montón de los mecanismos botánicos con la observación y si además es práctico y te lo puedes comer, mucho mejor. Un saludo Lola.
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