No hay mejor
interpretación de un jardín que aquella que nos traslada quién los disfruta
cada día, pero si además ese alguien convierte el paisaje, cada momento, aquel
rincón o este detalle en arte, el resultado es sublime. Muchas de las imágenes
que tenemos guardadas en nuestra retina colectiva de los Jardines de Claude Monet en Giverny (Francia), son de unos
nenúfares flotando en un lago como si ninguna mano de hombre las hubiera puesto allí, un puente
de estilo japonés sobre el mismo lago que refleja la abundante vegetación, las
hojas y ramas de los sauces cayendo a borbotones en una cascada de color
verde,…. Imágenes que no tienen nada que ver con la impresión en papel
fotográfico, más bien están relacionadas con trazos de pincel distribuidos
hábilmente sobre un lienzo en blanco.
 |
Nenúfares y puente japonés - Monet |
Como si de un recóndito lugar mágico que hubiéramos
sacado de algún cuento para niños, junto a los ríos Sena y Epte, encontramos
Giverny, una propiedad con casa y huerto que inicialmente se llamaba “Le Pressoir” y que el maestro del
Impresionismo Claude Monet alquiló en 1883, adquiriéndola en propiedad en 1890.
Tres años después, el pintor compró el terreno anexo a la vivienda y que poseía
una extensión de 15 hectáreas. Posteriormente, haciendo gala de esmero y paciencia,
fue creando un hermoso jardín al estilo inglés que plagó de más de un centenar de especies de
flores y árboles exóticos para, finalmente, completarlo con canales y un lago asimétrico
con agua procedente del rio Epte. Aquella lámina de agua, a la postre, acabaría convirtiéndose en toda una atracción, pues
acaparó una fama inusitada gracias a las pinturas que realizó el artista de los
nenúfares que flotaban mansamente sobre sus tranquilas aguas. Aquellos espacios
vivos, constituyeron al perfecto nexo de unión entre el arte y el jardín y,
durante los más de cuarenta años en los que Monet vivió y trabajó allí, el paisaje
que había creado se convirtió en una obsesión que creció, capturando con su
pincel espacios sin cielos ni horizontes y donde la luz fue el referente sobre
el cual giró toda su obra pictórica. Los Jardines de Giverny no fueron para uso
exclusivo de la genialidad de Claude Monet, pues otros formidables pintores se
dieron cita en aquellos jardines como Degas, Sisley, Renoir, Cèzanne, Matisse o
Pisasarro, artista este último del cual hablé en un post sobre el arbolado de París
y que publiqué en el blog. Pero saliendo
de las calles de París y volviendo al Jardín de Monet, tras la muerte del
artista impresionista en 1926, la propiedad fue cayendo en el desuso hasta que después de años de abandono, en 1980 se crea
la Fundación Claude Monet encargada
de restaurar la propiedad tal y como había sido en la época en que el artista
vivía en ella. Hoy en día la casa y los jardines se abren al público a
principios de primavera, cerrándose solo durante el invierno, aunque seguro que
aún sin poderlos disfrutar en esta época, deben de generar una estampa
magnifica. Toda la propiedad es tranquilidad y placidez, siendo en la
actualidad el segundo lugar más visitado de Normandía. Pasear entre las altas
cañas de bambú, los lirios y azucenas, las dalias, contemplar los sauces
llorones y los nenúfares mecerse en las sosegadas aguas, es entrar en los mismísimos
óleos de Monet para dejarse trasportar por el trazo de su pincel descubriendo
la intimidad existente entre el pintor y sus jardines.
 |
Agapantos - Monet |
 |
Túnel de rosal en Giverny - Monet |
 |
Nenúfares sobre el lago y Sauce Llorón - Monet |
 |
Sauce Llorón - Monet |
 |
Nenúfares - Monet |
Fuente imágenes:
Wikimediacommons
Sígueme en:
También te puede interesar:
Gracias por perder unos
minutos de tu tiempo leyendo este post.
Sin duda un jardín que me gustaría visitar. Gracias por hablarnos de él.
ResponderEliminarEs un jardín imprescindible. Saludos Mónica.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias Jose Luis!
ResponderEliminar