Es curioso que las dos
plantas de las que voy a hablar en esta ocasión tengan en común que hacen referencia
al felino león. Pero es solo eso, la primera Carpobruthus edulis, la segunda Taraxacum
officinale, y ahí queda todo. Otra cosa muy diferente es que se relacionen
conmigo en particular por un motivo emocional que va más allá de lo común de
sus nombres.
La uña de león (Carpobruthus
edulis) se introdujo en España procedente de Sudáfrica como planta
ornamental por su capacidad para vivir en suelos con alto contenido salino y por
su capacidad de sujeción al arraigarse en sistemas dunares. Hoy en día se
encuentra incluida como Especie Exótica Invasora en el Real
Decreto 1628/2011, de 14 de noviembre, por producir el agotamiento de nutrientes en los
suelos donde crece arrastrándose, por ocupar la superficie de terreno en
detrimento de platas autóctonas y por competir con éstas a la hora de atraer a
los insectos polinizadores.
Ajeno a toda esta “invasión”,
cuando era niño, la uña de león empezó a plantarse en una especie de isletas u oasis
en medio de la playa. Eran pequeñas superficies onduladas, delimitadas por una rocalla, y en su interior se
plantaba alguna palmera dejando a sus pies el verde intenso, muy vivo, de las
hojas de la uña de león. En ocasiones este verde era interrumpido por una
delgada línea purpura en el extremo final de las llamativas hojas.
El aspecto de la uña
de león no ha cambiado. El verde intenso continua “trajinado” por la playa, ha
llegado a las dunas extendiéndose por toda la costa. Las flores me siguen
pareciendo tan hermosas como cuando comenzaron a florecer en aquellos oasis
artificiales y playeros de mi niñez, con multitud de pétalos unas veces
naranjas, otras amarillos y casi siempre morados.
Es una planta
invasora, lo sé. Crea un gran desagravio en los ecosistemas autóctonos, también
lo sé. Pero sigo pensando que el apelativo más acertado es planta exótica y que
por ello no deja de tener el valor ornamental de antaño. En realidad considero
que toda la problemática de las plantas invasoras no deja de ser un tema de desinformación del potencial peligro de estas
especies. Si en el momento de la adquisición de las plantas hubiese quedado
claro el problema que puede provocar y nos hubiéramos concienciado de la
responsabilidad que conlleva introducir una planta exótica, se hubieran evitado
muchos de los casos que hoy en día se están produciendo. Aún estamos a tiempo
de evitar que se produzcan otros casos, informando en el momento de la venta o
consultando a profesionales de los posibles efectos negativos que puede tener
una determinada planta.
El diente de león en este artículo tiene que ver con los
deseos de otro niño, pero con la misma playa. Un buen día mi hijo de cinco años
me preguntó que formas había de pedir un deseo. Como soplar una vela una vez al
año es mucho tiempo y ver pasar una estrella fugaz no suele ser habitual, tras
enumerarle las que buenamente conocía, él se quedó con la de soplar el receptáculo
del diente de león (Taraxacum officinale)
que abundan ahora en primavera.
Esta especie, al
contrario que la uña de león, si es de procedencia
europea pero se ha extendido a casi todos los continentes por lo que en
otros lugares es considerada exótica y aquí… bueno, aquí se le ha conocido
siempre como una “mala hierba” o “maleza” o, como me gusta denominarla a mí, una
“hierba espontánea” por jardineros y agricultores así pues, llegados a este
punto, definitivamente el problema real no es lo invasiva que pueda llegar a
ser una determinada planta, sino de lo inoportuna que puede ser según el lugar
donde aparezca y de a quién se le aparezca.
Un galimatías de
nomenclaturas y definiciones al que mi hijo, al igual que yo cuando tenía su
edad, permanece ajeno mientras sopla con entusiasmo todos los dientes de león
que se encuentra por el camino de madera que atraviesa las dunas y que nos lleva
hasta la playa. Para él esta planta no es ni mala, ni invasora, ni espontánea,
ni exótica, ni autóctona. Para él esta planta es un tesoro, una fuente
inagotable de pedir un deseo tras otro.
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Diente de león (Taraxacum officinale) |
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