En el diseño de jardines
es muy diferente enfrentarse a un espacio en el que no hubiera existido nada previamente,
un terreno desnudo, con otro jardín que ya posea una trayectoria. En el primer
caso, el paisajista puede dejar volar su imaginación, campo libre para crear y probar cosas nuevas como si del pintor
que se encuentra frente a un lienzo en blanco se tratase. En el segundo de los
casos, en cambio, aparecen aspectos diversos que nos condicionaran toda la
planificación del diseño que finalmente marcaran el devenir futuro del jardín.
![]() |
Jazmín estrellado (Trachelospermum jasminoides) |
Imaginemos que nos
mudamos y adquirimos una nueva casa con un jardín establecido por los
anteriores propietarios ¿Qué hacemos con los macizos arbustivos y arboles existentes?
¿Qué ocurrirá con las estructuras, delineación y el estilo del jardín?
Cuando J.C. Nicolas Forestier se encargó de la
realización del Parque de María Luisa en Sevilla con objeto de crear un parque
público que sirviera de sede para La Exposición Iberoamericana de 1929, tuvo
que trabajar sobre un jardín preexistente que pertenecía al Palacio de San
Telmo propiedad que había sido de los Duques de Montpensier, un jardín de
estilo romántico diseñado por otro jardinero francés de nombre Lecolant muchas décadas antes.
Forestier tuvo que reescribir sobre este espacio, conservando unas zonas con el
mismo estilo romántico, permitiendo la conservación de muchos árboles y
arbustos y aportando nuevas zonas con estilos diferentes pero sin dejar de lado
la esencia inicial que tenían los jardines de María Luisa Fernanda de Borbón.
Evidentemente, es
complicado que tengamos que vernos ante una tesitura semejante, pero la idea
que hay que recoger del Parque de María Luisa es si deseamos rediseñar el
jardín manteniendo su esencia o, por el contario, vamos a reescribir sobre el
espacio cambiándolo por completo, borrando toda huella pasada anterior y proporcionándole
una nueva impronta. Como consejo, creo que en esta situación debemos tomarnos un tiempo antes de
realizar cualquier cambio. Hay que vivir el jardín, observarlo para
determinar qué cambios nos gustaría realizar y llegar a sentirlo para captar
todos y cada uno de los matices que lo hacen ser como es. Los rayos del sol al
pasar entre las hojas de los árboles, las gotas de lluvia al chocar en una
posible pérgola existente, la orientación de cada espacio que lo traza sobre el
terreno o las nubes y la vegetación reflejada en una lámina de agua. Cada
detalle cuenta, porque gracias a los cambios estacionales podremos descubrir el
jardín en sus distintos aspectos.
Puede ser que tras
este periodo de reflexión, aquel viejo rosal junto al tranquilo banco de piedra
nos parezca que en primavera dio una flores espectaculares o que bajo la pérgola
donde crece el jazmín estrellado (Trachelospermum
jasminoides) queda la tarde otoñal agradable y decidamos sentarnos a leer. Reinventado
el jardín debemos determinar con
exactitud el equilibrio justo entre las plantas y elementos que vamos a
conservar para que no pierda ni un ápice de encanto, que tal vez ya valorábamos
muy positivamente al adquirir la propiedad, y equilibrio también con las
reformas consideradas convenientes porque nos permiten personalizar el jardín para
que finalmente quede a nuestro gusto.
Sígueme en:
También te puede interesar:
Gracias por perder unos minutos de tu tiempo
leyendo este post.
No hay comentarios:
Publicar un comentario