Rojas, amarillas,
naranjas, blancas, moradas y hasta la negra flor ‘Black Baccara Meilland’. Internet abrió una ventana a un amplio
panorama donde asomaban el Concurso
Internacional de Rosas Villa de Madrid en el Parque del Oeste, el Concurso de Rosas Nuevas en el Parque
Cervantes de Barcelona, las exhibiciones de David Austin en el Chelsea
Flower Show,…, no he podido contener el deseo de traspasar la pantalla
virtual para asomarme a respirar el aroma, cegarme con variado color y, quién
sabe, puede que un magnetismo irresistible me atrajese a rozar la hermosa flor,
aún a riesgo de sentir traspasar la carne que cubre mis dedos con los afilados
aguijones. Quiero rosas.
Decidido a asumir el
riesgo, me marché en busca de las anheladas rosas y los encontré cerca, muy
cerca. Como todo gran parque público que se precie posee un lugar especial
reservado a las rosas y la rosaleda de
la Plaza de América es ese lugar en el Parque de María Luisa. Vais a tener
que disculparme, porque no suelo utilizar ciertos recursos lingüísticos
populares cuando me expreso, ya sea de forma oral o escrita, es más, huyo de
éstos, pero es que no puedo encontrar otras palabras que me auxilien para
explicar el espectáculo de las rosas bajo el sol de Sevilla. Como decimos aquí
en el sur, las rosas están para “chillarles”
de bonitas.
He hecho fotos,
muchas, pero mi intención era escapar de la captura de la imagen instantánea
para ir más allá. Dar movimiento a la par que vida a estas flores, era lo
mínimo que podía hacer por ellas y he realizado el montaje de un nuevo vídeo para mi canal de YouTube donde las
rosas son las únicas protagonistas.
No hay nada más
agradecido para una foto, un vídeo o un jardín que una rosa. Con muy poco que
le das, recibes a cambio mucha belleza para disfrutar. ¿Qué necesita una rosa para darnos todo esto y más? Mucho sol, para
que reciba toda la luminosidad posible. Por supuesto, agua, aplicada
directamente al sustrato para que no caiga en tallo y hojas y así no proliferen
los hongos. Y como un rosal sería solo aguijones sin sus flores, hay que
prestar especial atención a las podas para obtener el mayor número de ellas favoreciendo
prolongar su presencia el mayor tiempo posible a lo largo del año. Los rosales
muy viejos, necesitan de una poda severa, pero que permita algunas yemas para
que se produzca la floración. En caso contrario la planta vegeta
desproporcionadamente, y se forman los capullos florales sí, pero nunca llegan
a abrirse. En rosales más nuevos y de baja estatura, hay que realizar la poda
dejando ramas con al menos tres yemas. Éstas se encuentran en cada uno de los aguijones
que posee el rosal y, a partir de ellos, se desarrolla toda la planta. La época
ideal es entre enero y febrero, pero también podemos realizar una poda al final
del verano que facilite la floración hasta bien entrado el otoño. Una vez
realizadas todas estas labores jardineras con las rosas, ya solo queda
recrearnos la vista con imágenes y vídeos como estos…
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Sin ser una planta bonita, las flores aportan una belleza indiscutible siendo un punto de atracción seguro, de las pocas plantas cultivadas por su flor que mantiene dignamente el olor, cosa que deberían tener en cuenta los obtentores de variedades, pues acabamos teniendo flores muy bonitas pero sin fragancia, el jardin tambien se disfruta con la nariz...
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo Mario. El jardín es para disfrutarlo con los sentidos y es cierto que muchas variedades y cultivares de plantas ornamentales están perdiendo su aroma. Una pena primar solo lo visual. Un saludo.
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