Que un árbol sea
recurrente en el diseño de jardines no es buena cosa para el paisajista, pero
es que el álamo blanco (Populus alba)
es tan versátil y posee tantas y buenas características, que es inevitable
pensar en él para crear espacios verdes. Por esta razón lo encontramos en
muchos parques y jardines públicos, a veces, asociado a la rivera de un río o un
lago por ser su hábitat de origen pero, en la práctica, crece en otros muchos
lugares.
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Populus alba
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Pues sí. El chopo o álamo blanco lo he utilizado
en infinidad de diseños de jardines, no solo en la realidad, también en modo
virtual. Cuando me iniciaba como delineante de planos de Autocad para obras de jardinería, era uno de los árboles que más
veces utilicé por la estructura que posee para realizar bloques.
Tomando como referencia las ilustraciones del libro Deodendron o los dibujos de Miguel Arjona, hacia dibujos de álamos en Autocad que después guardaba para poder insertarlos como un modelo estático en los siguientes diseños de jardines que tuviera que realizar. El caso es que como casi nunca estaba conforme con el resultado obtenido, siempre volvía una y otra vez sobre los mismos bloques de árboles para realizar modificaciones, rectificaciones y añadidos.
Todo esto es consecuencia de la dinámica que tiene la propia actividad del diseño de jardines, pues había que tener preparados estos dibujos para que cuando hubiera que hacer la delineación del plano, pudiera representarse en el menor tiempo posible. He representado el álamo blanco en muchas ocasiones porque estéticamente quedaba muy bien en los planos y porque me resultaba muy gratificante explorar todas las opciones que me ofrece su estructura arbórea.
Tomando como referencia las ilustraciones del libro Deodendron o los dibujos de Miguel Arjona, hacia dibujos de álamos en Autocad que después guardaba para poder insertarlos como un modelo estático en los siguientes diseños de jardines que tuviera que realizar. El caso es que como casi nunca estaba conforme con el resultado obtenido, siempre volvía una y otra vez sobre los mismos bloques de árboles para realizar modificaciones, rectificaciones y añadidos.
Todo esto es consecuencia de la dinámica que tiene la propia actividad del diseño de jardines, pues había que tener preparados estos dibujos para que cuando hubiera que hacer la delineación del plano, pudiera representarse en el menor tiempo posible. He representado el álamo blanco en muchas ocasiones porque estéticamente quedaba muy bien en los planos y porque me resultaba muy gratificante explorar todas las opciones que me ofrece su estructura arbórea.
Pero dejando a un lado
el lado virtual y volviendo a los espacios vivos, los álamos blancos son excepcionales para crear pantallas
vegetales en los jardines. En especial, los de porte piramidal (o bolleana), porque al presentar un bajo volumen
aéreo en horizontal podemos cultivarlos en zonas verdes de reducido espacio,
incluso formando un pequeño bosquecillo si la superficie disponible nos lo permite.
Otra característica a destacar es el aspecto de la hoja. Desde el punto de vista botánico, son hojas palmeadas con cinco lóbulos, con una longitud de entre 5 y 10 centímetros, y posee el envés cubierto de pelos blancos que le confieren ese aspecto casi plateado. Posiblemente esa característica se deba a una adaptación a la sequía y a la intensa radiación solar, cualidad que no posee su pariente más próximo, el álamo negro. Los pelillos blanquecinos de la cara inferior de las hojas evitan que se pierda agua por evapotranspiración y, además, no absorben la radiación lumínica para transformarla en energía térmica como haría en el caso de que fuese de un color oscuro. El blanquiverde de las hojas también se aprecia en lo estético, sobre todo cuando sopla el viento.
Hay una variedad de álamo blanco que se llama tremula, que al mover sus hojas con el vaivén del aire se escucha un sonido que en mi caso se asemeja como una espacie de palmas, aunque esto dependerá de quién oiga y de cómo lo quiera interpretar. En cualquier caso, es música añadida al jardín.
Otra característica a destacar es el aspecto de la hoja. Desde el punto de vista botánico, son hojas palmeadas con cinco lóbulos, con una longitud de entre 5 y 10 centímetros, y posee el envés cubierto de pelos blancos que le confieren ese aspecto casi plateado. Posiblemente esa característica se deba a una adaptación a la sequía y a la intensa radiación solar, cualidad que no posee su pariente más próximo, el álamo negro. Los pelillos blanquecinos de la cara inferior de las hojas evitan que se pierda agua por evapotranspiración y, además, no absorben la radiación lumínica para transformarla en energía térmica como haría en el caso de que fuese de un color oscuro. El blanquiverde de las hojas también se aprecia en lo estético, sobre todo cuando sopla el viento.
Hay una variedad de álamo blanco que se llama tremula, que al mover sus hojas con el vaivén del aire se escucha un sonido que en mi caso se asemeja como una espacie de palmas, aunque esto dependerá de quién oiga y de cómo lo quiera interpretar. En cualquier caso, es música añadida al jardín.
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Hojas de álamo blanco
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