18 de diciembre de 2017

El dudoso destino de los olivos centenarios

Desde hace algunos años, en las Smart Cities que estamos creando, se trasplantan desde las tierras de labor los olivos que con el tiempo han dejado de ser productivos. Olivos de longeva trayectoria, pero con aún mucha vida por delante, son reemplazados por otras variedades más jóvenes y productivas, dando con sus retorcidos troncos en espacios verdes. Si el trasplante tiene éxito, acaban malviviendo lejos del lugar donde han crecido.

Olivar
Olivar

Lo curioso es que en muchas ocasiones, es preferible esta vida en el exilio que ser objeto de la tala y venta posterior de madera con la que encender las chimeneas en invierno. En alguna ocasión he entablado debate con algunos tuiteros sobre la conveniencia del traslado a la rotonda o mediana de turno en cualquier carretera que el fin último del apeo. No olvidemos que una explotación agrícola no deja de ser un negocio y, por tanto, se rige por los vaivenes de la economía y la política, que en el caso del olivo, se encuentra muy influenciado en Europa por los designios de la PAC.

El olivo probablemente es el cultivo de una especie arbórea más antiguo del mundo. Su cultivo para producción de aceite de oliva se originó hace 6.000 años en Mesopotamia alrededor de lo que en su día fue la antigua cultura Persa. Desde la llamada región de la “Media Luna Fértil”, su cultivo extendió por todas las zonas bañadas por el Mar Mediterráneo. En España, es tal el grado de naturalización que han alcanzado los campos de olivar, que es considerado como parte de los “bosques” propios de la Península Ibérica, aunque en su día fuese una planta “exótica invasora”.

¿Qué proporciona el olivo paisajísticamente al jardín? El olivo (Olea europea), es un árbol de pequeño porte, de hojas perennifolias con poco follaje y adaptadas a la sequía mediante vellosidades blancas que posee en el envés que evitan la perdida de agua por evapotranspiración. Las retorcidas formas que presenta su tronco, que a veces se divide en dos o tres, ha sido la característica paisajística que ha cumplido la función de  valedor para su inclusión en los espacios verdes urbanos. Tal es la resistencia a la poda y la capacidad que tiene de alcanzar diversas formas, que en muchas ocasiones los olivos de jardín han sido víctimas de podas que los asemejaban a bonsáis… pero en grande. A pesar de su rusticidad y adaptación a la falta de agua, el gran inconveniente que tienen los olivos de jardín está asociado a uno de los grades males que presentan las ciudades, la proliferación de polen capaz de producir elevada alergia a los ciudadanos.  
            
El ideal de los olivos centenarios, es lo ocurrido con los ejemplares de Valencia. La Ley de Patrimonio Arbóreo de la Comunidad Valenciana protege a los árboles y conjuntos arbóreos que sean excepcionales en cuanto a su edad, porte u otros acontecimientos históricos, culturales, científicos, de recreo y ambientales, evitando así que puedan ser objeto de traumáticos trasplantes o apeos definitivos. El resto de regiones, todavía no se ha llegado a estos niveles de protección del patrimonio arbóreo. Por eso, y aunque es el mal menor, al menos muchos de estos olivos ancianos pueden conformarse con vivir exiliados, subsistiendo de forma precaria, en espacios verdes urbanos y garantizar así su continuidad.

Fuente imagen: Pixabay  
               
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