Desde hace algunos años,
en las Smart Cities que estamos
creando, se trasplantan desde las tierras de labor los olivos que con el tiempo
han dejado de ser productivos. Olivos de longeva trayectoria, pero con aún mucha
vida por delante, son reemplazados por otras variedades más jóvenes y
productivas, dando con sus retorcidos troncos en espacios verdes. Si el
trasplante tiene éxito, acaban malviviendo lejos del lugar donde han crecido.
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Olivar |
Lo curioso es que en
muchas ocasiones, es preferible esta vida en el exilio que ser objeto de la
tala y venta posterior de madera con la que encender las chimeneas en invierno.
En alguna ocasión he entablado debate con algunos tuiteros sobre la
conveniencia del traslado a la rotonda o mediana de turno en cualquier
carretera que el fin último del apeo. No olvidemos que una explotación agrícola
no deja de ser un negocio y, por tanto, se rige por los vaivenes de la economía
y la política, que en el caso del olivo, se encuentra muy influenciado en
Europa por los designios de la PAC.
El olivo probablemente es el cultivo
de una especie arbórea más antiguo del mundo. Su cultivo para
producción de aceite de oliva se originó hace 6.000 años en Mesopotamia
alrededor de lo que en su día fue la antigua cultura Persa. Desde la llamada
región de la “Media Luna Fértil”, su cultivo
extendió por todas las zonas bañadas por el Mar Mediterráneo. En España, es tal
el grado de naturalización que han alcanzado los campos de olivar, que es
considerado como parte de los “bosques”
propios de la Península Ibérica, aunque en su día fuese una planta “exótica invasora”.
¿Qué proporciona el olivo paisajísticamente
al jardín? El olivo (Olea europea),
es un árbol de pequeño porte, de hojas perennifolias con poco follaje y
adaptadas a la sequía mediante vellosidades blancas que posee en el envés que evitan
la perdida de agua por evapotranspiración. Las retorcidas formas que presenta
su tronco, que a veces se divide en dos o tres, ha sido la característica paisajística
que ha cumplido la función de valedor para
su inclusión en los espacios verdes urbanos. Tal es la resistencia a la poda y
la capacidad que tiene de alcanzar diversas formas, que en muchas ocasiones los
olivos de jardín han sido víctimas de podas que los asemejaban a bonsáis… pero
en grande. A pesar de su rusticidad y adaptación a la falta de agua, el gran inconveniente
que tienen los olivos de jardín está asociado a uno de los grades males que
presentan las ciudades, la proliferación de polen capaz de producir elevada
alergia a los ciudadanos.
El ideal de los olivos centenarios,
es lo ocurrido con los ejemplares de Valencia. La Ley de Patrimonio Arbóreo de la Comunidad Valenciana protege a
los árboles y conjuntos arbóreos que sean excepcionales en cuanto a su edad,
porte u otros acontecimientos históricos, culturales, científicos, de recreo y
ambientales, evitando así que puedan ser objeto de traumáticos trasplantes o
apeos definitivos. El resto de regiones, todavía no se ha llegado a estos
niveles de protección del patrimonio arbóreo. Por eso, y aunque es el mal
menor, al menos muchos de estos olivos ancianos pueden conformarse con vivir
exiliados, subsistiendo de forma precaria, en espacios verdes urbanos y garantizar
así su continuidad.
Fuente imagen: Pixabay
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