Encontrar un árbol en
Sevilla que muestre una idílica estampa otoñal es una empresa harto complicada.
Aislados si, mezclados con los típicos colores verdes de fondo, como la Gleditsia triacanthos por ejemplo, pero
otros como la Melia azedarach o la Jacaranda mimosifolia, aunque se plantan
en viario, dejan resultados poco llamativos. La melia porque deja muchas “claras” en la copa junto a frutos e,
incluso, con flores. La jacaranda porque echa las hojas de repente, sin cambiar
de color ni nada, durante dos o tres semanas en febrero y luego las vuelve a
recuperar. Tal vez, sea el plátano de sombra (Platanus x hybrida) el que mejor luzca en viario el otoño, pero el
color pardo de sus hojas no resalta tanto como el amarillo brillante de la morera.
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Morera en los Jardines de la Buhaira |
Este conjunto de dos
jardines, que se encuentra partido por la Avenida de la Buhaira, lejos de lo
que pueda parecer, no es un jardín de origen árabe. De hecho, lo único antiguo
que conserva es una alberca, el resto es una recreación de jardín hispano-árabe
que se construyó en la década de los 90’s del siglo pasado. Se incluyeron
estanques alargados, fuentes de estilo neomudéjar, paseos bajo olivos, una
plantación de naranjos, palmeras del género phoenix,
mucho seto de mirto en los parterres y otros tantos setos de rosal floribunda
como evocación del antiguo rosal silvestre (Rosa
canina) que se plantaba en época musulmana.
Desafortunadamente, uno de
los espacios más emblemáticos desde el punto de vista paisajístico que poseían los
Jardines de la Buhaira, ha desaparecido y, después de muchos años, no parece
que vaya a ser recuperado. Se trataba de un arriate (los ingleses lo llamarían border mix), plantado con numerosas aromáticas
de las que tan solo queda alguna salvia olvidada.
Sin embargo, las moreras continúan
en pie creando ese túnel de verdor
tan refrescante en verano y tan colorido en otoño. A mí siempre ha sido un
árbol que me ha gustado mucho por la sombra tan tupida que produce. Eso sin
hablar de los ricas que están las moras en primavera, aunque esto último es
cada vez menos frecuente porque se está plantando mucho la variedad Morus alba ‘fruitless’ que no posee frutos y ahorra costes de mantenimiento.
Las moreras de la ciudad que aún dan frutos, cada vez que tengo la oportunidad las
voy “recolectando” y me las como para
asombro de muchos viandantes y como gentil colaboración con el Servicio de
Parques y Jardines.
Las moreras del Jardín de
la Buhaira, no dan frutos pero proporcionan un enorme valor ornamental al
jardín. La cúpula, que estos días se ha vuelto amarilla, no es muy alta, pues
las moreras son árboles que no alcanzan mucha altura. Puede que su cultivo
implique realizar una mayor labor de mantenimiento, pero su presencia en un
jardín está más que justificada por las excepcionales virtudes paisajísticas y
agronómicas que atesora.
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