Con el paso de los años hemos podido constatar que los jardines
verticales o muros verdes no son solo una moda pasajera y que cada vez son más
los lugares que apuestan por las virtudes de este nuevo estilo de jardinería.
Parece que muchos de los inconvenientes que aparecieron al inicio, se van
superando. A pesar del coste elevado de instalación y mantenimiento hay un
retorno de la inversión con beneficios, las especies vegetales que se utilizan
para teñir las paredes de verde se encuentran adaptadas para vivir en esas
condiciones particulares y los jardines verticales siempre han despertado el
interés de la ciudadanía.
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Enebro a los pies de la muralla del castillo de
Niebla
|
Incluso aunque la jardinería se ha caracterizado habitualmente por
diseñarse en horizontal, la inmensa mayoría de las plantas crecen y se
desarrollan en vertical. El tronco de los árboles, las yemas apicales de los
arbustos, las praderas de gramíneas, las flores de temporada,…, desde la
germinación van siguiendo el camino que les marca la luz del sol, es decir,
hacia arriba. No obstante, hay algunas plantas que llevan la contraria a la
dirección que les impone el sol y, rebeldes a los designios del astro rey, se
desarrollan en horizontal, lo cual desde el punto de vista del diseño de
jardines podemos utilizar en determinadas situaciones o para crear efectos discordantes.
El enebro horizontal (Juniperus horizontalis), es una conífera de la familia de los cipreses que tiene la
particularidad de que sus ramas salen desde el suelo arrastrándose y, las
siguientes ramas, vuelven a salir de las anteriores siempre a ras del suelo.
Como conífera que es, sus hojas en forma de escamas no caen al suelo, pero sí
que cambian de coloración en el trascurso del año. En los meses cálidos las
hojas son de un color verde grisáceo, mientras que en los meses gélidos presentan
cierta coloración purpura. Originario de Norteamérica, el enebro horizontal se
ha colado como planta ornamental en multitud de parques y jardines que abarcan
desde la costa hasta altitudes de mil metros.
¿Cuándo necesitamos en el jardín una planta
que crece horizontalmente? Son
varias las respuestas que podemos obtener a esta pregunta. Una posibilidad es
utilizar un enebro horizontal cuando tengamos una superficie amplia que
queramos cubrir y no queremos abusar únicamente de la pradera o del mulch. Gracias a reducir la pradera,
nuestras necesidades hídricas serán menores pero tampoco renunciamos a tener un
espacio vegetado.
Romper con la monotonía visual de las plantas que crecen en vertical es
otro de los usos que podemos atribuir al enebro horizontal. No todo tiene que
crecer en un único sentido y de esta forma realizamos un punto de ruptura en el
diseño del jardín. El enebro horizontal nos ayuda provocando un efecto de
distorsión que evita que el paisaje creado
pueda llegar a resultar aburrido.
Otras veces, utilizamos una arboleda o ciertos arbustos para crear una
pantalla visual que oculte el interior del jardín de miradas incomodas, del
ruido externo e, incluso, de la polución procedente del tráfico. Pero en determinadas
ocasiones, queremos integrar el paisaje exterior del jardín pero sin renunciar
a poseer una vegetación abundante en los límites. Pues es en estos casos en el
que un arbusto como el enebro horizontal nos proporciona esta mimetización del
jardín con el exterior que lo rodea, sirviendo de nexo de unión entre el
paisaje creado y el paisaje natural.
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